RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 26 de octubre de 2015

ENTRENOS EN EL TRASTERO

En estas tres semanas, en lo que al running se refiere, lo que he estado haciendo ha sido echar "entrenos al cuarto trastero". 

Primera semana (del 3 al 15 de octubre)
Tras las series accidentadas en pista del sábado y la Media Maratón de Alcázar que hice con mi mujer el domingo, las molestias en el pubis me impidieron correr los dos siguientes, y el miércoles salí a correr para hacer unos insulsos 6 kilómetros que realicé al tran tran. El jueves vino lo peor. Salí de noche con Mercedes para hacer unos 13,5 y medio. En las zonas irregulares del camino las molestias se convirtieron en dolor y los últimos 5 kilómetros fueron un suplicio grande. No sé si contagié a Merche porque a ella también le costó; total un entrenamiento desastroso. Así terminé esa semana con 53,5 kilómetros y medio, aunque al menos no he paré, como aconsejaron algunos buenos amigos. Había leído sobre la pubalgia que el mejor remedio o bien es parar (corriente generalizada), o bien realizar un tratamiento aeróbico consistente en correr suave, estirar y fortalecer a la vez (corriente de algunos expertos). Opté por esto último...

La segunda semana (del 10 al 16 de octubre)

Comenzó con pintores en casa; los pintores éramos mi mujer y yo. La idea era compaginar la ardua tarea de pintar el salón y además correr. El reto salió a medias: Merche salió a correr tanto el sábado como el domingo, y no vino muy contenta ninguno de los dos días, pero al menos acumuló unos 27 kilómetros. En cuanto a mi, tras el desastre del jueves anterior, decidí salir con un ibuprofeno en mi organismo e hizo el circuito del Hotel El Hidalgo, todo de asfalto, con el fin de evitar la irregularidades. La verdad es que noté una mejoría considerable y regresé a un ritmo decente; lo que está claro es que engañé a mi cuerpo con la medicina, pero al menos mi moral subió un poco. El domingo fue otro día duro de pintores y no saqué hueco para entrenar, pero visto como estaba discurriendo octubre tampoco me preocupé mucho. Eso sí, el lunes 12, que era festivo, me crují casi 16 kilómetros todos de asfalto, discurriendo por la Carretera de la Solana y regresando por la Carretera de San Carlos del Valle. Las sensaciones volvieron a dejarme algo de esperanza; además, había corrido durante bastante rato sin que la zona se me cargara como últimamente venía ocurriendo. Al día siguiente, y por la noche, tocó sesión de Circunvalación de Valdepeñas con Mercedes; la hicimos en sentido contrario a como acostumbro, es decir, comenzando por la zona del Parque Cervantes, fuimos todo el rato por la carretera y le fui metiendo caña, y la verdad es que le salió un buen entreno, y en cuanto a mi no me encontré mal de mi lesión, ¡y ya eran tres días seguidos en los había podido correr sin ser un trauma!. He dejado pasar un detalle; desde el sábado venía corriendo con las NB 890, y no sé si esto también había ayudado, el caso es que yendo por asfalto y sin forzar había conseguido mantener controlado el tema. El jueves, tras el descanso del miércoles, hicimos el circuito del Hotel El Hidalgo y volvió a salir bien. Merche llevó un buen ritmo y conseguimos hacer 1 hora y 13 minutos para unos 12 kilómetros y medio. Yo había hecho unos 54 kilómetros, más o menos los que Mercedes.

Tercera semana (del 17 al 23 de octubre)

El sábado convencí a Mercedes para realizar una tirada que resultó de algo menos de 17 kilómetros y que no le sentó muy bien. Decidí no alejarme mucho del pueblo, y esto provocó que anduviéramos entrando y saliendo del mismo para acumular kilómetros. Merché sintió molestias en las rodillas y también en su cadera, y eso que hacía tiempo que ésta última no le molestaba. Yo sentí más carga que en los días de la semana anterior y para colmo me molestó el tendón de aquiles izquierdo. Estaba visto que octubre no estaba siendo nuestro mes. El domingo, volví a engañar a mi mujer con el caramelo de que una maratón necesita preparación, así que cogimos la moto y nos acercamos al Peral y allí hicimos un circuitillo de unos 10 kilómetros y medio, al comienzo suave para luego meter un poco de ritmo. Merche terminó más contenta que el día anterior. El lunes y el martes fueron de descanso para mi mujer, sin embargo el lunes yo conseguí por fín realizar un entreno más intenso, no se sabe cuántos días después del último: consistió en unos 10 kilómetros y medio por caminos y que terminé a ritmo de 4´40´´ aproximadamente sin sentir grandes molestias en el pubis. El martes en cambio descansé, por exceso de trabajo mas que por otra cosa, y esto me impidió coger el rimo necesario en esta semana. El miércoles salí con Mercedes a realizar un interval que resultó bien para ella; hicimos unos 12,5 kilómetros con cambios de ritmo de minuto y medio rápidos y el resto más suave, pero sin ser ritmo lento. Mi pubalgia me volvió a permitir correr por caminos y ella terminó contenta. El jueves me levanté con la garganta hecha polvo y bastante flojo, ¡que más nos puede pasar!, así que Merche corrió unos 8 kilómetros a buen ritmo en la pista de atletismo y por último ayer, tras una dura jornada de trabajo y tras todo el peso de la semana decidimos descansar, aunque yo seguía estando fatal de mi resfriado. El balance de esta semana es agridulce para mi: un par de buenos entrenamientos, mejor de la pubalgia pero mal de ánimo y flojo de kilómetros. Yo unos 50 y ella 48.

Pero con esta entrada inicio un punto y aparte, y comienza una semana en la que esperamos y deseamos que nos llegue un punto de inflexión. En una hora más o menos nos vamos a realizar una tirada de casi 23 kilómetros a ver si conseguimos revertir este nefasto ciclo.


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