RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 20 de agosto de 2015

SÁBADO 15: EL PREVIO A LA MARATÓN DE HELSINKI.

Tras el desastroso entreno del jueves, había que recuperar mi moral y tratar de divertirse un poco, por lo que cogimos un ferry que nos llevaría a la isla de Soumenlinna, que en finés significa fortaleza o castillo, y lo que había que ver era precisamente una fortaleza que se mandó construir en el siglo XVIII con carácter defensivo. Hoy en día la isla es un barrio más de Helsinki con unos 1000 habitantes y un marcado acento turístico, no en vano es como si fuera un parque temático en el que paseas libremente viendo cosas bastante curiosas y bonitas. He aquí unas fotos:

Era preso de mi inseguridad, como casi siempre. Tras el mal entreno no me veía ni capaz de correr la maratón con mi mujer con garantías, a pesar de que tenía que hacerlo en casi 1 hora y media más lento de mi mejor marca




En el ferry tuvimos la suerte de ver unas vistas magnificas. El día era muy luminoso y bonito, pero mi mujer lo es más...





En la isla pareciera que todo está dispuesto para el visitante. Se recomienda visitarla si vas a Helsinki..





Como fortaleza defensiva que fue, está llena de cañones que provienen de finales del siglo XIX...




Bajamos a una playita bañada por el Mar Báltico. Una gozada poder estar ahí.



Y nos mojamos hasta un poco más arriba de los tobillos. El agua casi se puede beber debido a su baja concentración de sal.




En parte sur de la isla está la fortaleza propiamente dicha. Las fotos no hacen justicia a paraje tan bello...



Esto fue ya tras comer en una pizzería una muy rica ensalada y una exquisita pizza, aderezada, eso sí, por las hojas de verdura que acostumbran a echar encima de la misma.




El único y último submarino con el que cuenta la flota finlandesa es de los años treinta. Tras el tratado que puso orden a las cosas después de la Segunda Mundial, Finlandia fue despojada del derecho a contar con submarinos, obligada a venderlos todos como chatarra, salvo el que hay en la isla que se quedó como museo.




 

Antes de la vuelta compramos comida en un supermercado que hay para visitantes y habitantes, todo para aprovisionarnos para la cena, la cual pretendíamos que fuese tranquila en la habitación. Y por la tarde, tras llegar al hotel, volvimos a salir a dar un paseo por Helsinki

 


 

Y llegó el día previo al "GRAN DÍA". Tocaba recoger el dorsal en la feria del corredor sita al lado del Estadio Olímpico. A la salida del hotel una pareja nos preguntó si íbamos a correr la maratón: se trataba de Antonio y Leo, un matrimonio madrileño. Él iba a correr su cuarta maratón y estaba muy ilusionado con su reto. No nos costó entablar conversación, porque el running da para hablar mucho. Así que cogimos el tranvía y nos dirigimos hacia la zona donde al día siguiente tendría lugar el evento. Pero antes de eso hicimos parada en el monumento a Sibelius, un famoso compositor del siglo XIX y XX oriundo de Helsinki, ¡vaya! helsinqueño como digo yo.




Tocaba recoger el dorsal y la bolsa, momento muy importante en toda vivencia de una maratón. No tuvimos problemas de aglomeración de gente, hubo la talla de camiseta adecuada para los tres (S para Antonio y para mi y XS para Merche). La bolsa no contaba con muchas cosas, pero eso sí, la camiseta Asics color rojo es muy muy chula. Tras la foto al gran panel del recorrido y las correspondientes fotos tras el panel fotográfico posando con el dorsal, nos dirigimos a la feria propiamente dicha, con pocos stands, pero es que se trata de una maratón mediana tirando a pequeña, como pueda ser, por ejemplo, Málaga.



 



Tras esto fuimos al estadio, pero no podíamos pasar porque estaban preparando la tramoya de un concierto. No faltó la foto en la mítica estatua de Paavo Nurmi y algo inolvidable: la subida a la torre del estadio, la cual se construyó junto con todo el complejo en el año 52 con motivo de los Juegos Olímpicos de Helsinki. Las vistas son maravillosas.
 
 





Antonio y Leo se fueron a comer y nosotros nos fuimos a ver la Iglesia de Piedra, una iglesia construida aprovechando el hueco natural que dejó la roca. Muy bonita también, y además, al lado teníamos un Pizza Hut donde Mercedes se infló de pasta, para poder ir completando una buena recarga.





Y tras la comida, dimos la última vuelta por Helsinki antes de recogernos en el hotel, para descansar en el previo.





Con esto ya habíamos agotado todo el tiempo destinado a lo lúdico y turístico. Ahora tocaba descansar para tomar con afrontar con fuerza la maratón, que era para lo que habíamos ido tan lejos. Nos volvimos a pasar por otro supermercado donde compramos comida para la cena y también para el temtempié previo a la carrera: más pasta, y otras comidas ricas en hidratos junto con unas lonchas de fiambre de "Poron", lo que viene siendo reno helsinqueño. Ese sería reservado para echarlo en los sandwichs del citado temtempié y, yo me pregunto, ¿fue el Poron la gran arma secreta de mi mujer?. Es como si hubiese actuado como doping






2 comentarios :

  1. Buen reportaje Javier, no todo es correr, el running es una excusa perfecta para conocer mundo y nuevas personas.

    Saludos, Emilio Díaz.

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