RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 24 de agosto de 2015

LA CRÓNICA DE LA MARATÓN DE HELSINKI: EL MEJOR TESORO DE MI ALMACÉN DE SUEÑOS

CONSUMIENDO SUEÑOS DEL ALMACÉN DEL PARAISO

"Reflexiona..., piensa en algo que por imposible ni te atreves a soñar...no osas a hacerlo porque crees que nunca sucederá... Si ya lo has pensado guárdalo lo más adentro posible y comienza el camino que te lleva hasta lo deseado. Ya estás en movimiento..."

Mercedes había almacenado uno de esos sueños por el que merece la pena luchar, y había recorrido un largo trecho durante 10 meses justo para llegar al lugar donde quedó aislada esta quimera que hoy iba a ser recogida e iba a dejar de ser utopía. Caminando juntos yo había convertido su sueño en el mío y ahora por fin era sábado 15 de agosto, de una bonita mañana de cielo despejado, y Helsinki era el escenario perfecto donde representar esta función. Imposible no notar el cosquilleo de la emoción recorriendo nuestro cuerpo..

Mercedes demostró serenidad y durmió casi como un bebé, justo lo contrario de lo que le suele ocurrir a la mayoría de los mortales que afrontamos nuestra primera maratón: nos enroscamos en la almohada, contamos ovejitas, rezamos , maldecimos hasta que tras una dura pelea logramos por fin descansar un par de horas.  Como siguiendo el protocolo que vive un preso condenado a muerte en su última cena, nosotros salimos de nuestra habitación que como ya comenté en las dos anteriores entradas era en realidad una celda; recorrimos los pasillos del pabellón donde nos alojábamos y bajamos hasta las antiguas mazmorras, donde el hotel tiene habilitado su comedor. Ni éramos reos en el corredor de la muerte, ni nos esperaba la inyección letal, ni mucho menos íbamos a cenar lo que eligiéramos por ser nuestra última ingesta antes de desaparecer; tan sólo éramos un matrimonio ilusionado ante el desayuno previo de la tan esperada maratón, la primera de mi mujer. Varias tostadas y muchos hidratos después regresábamos a la habitación. Merche visitó a Roca, que allí en Finlandia no existe como tal, no llega nuestra empresa de sanitarios tan lejos, y pensé que Mercedes estaba cerrando círculos bastante bien para ser su primera experiencia con Filipides (durmiendo a pata suelta, teniendo sus momentos all-brand y dando muestras de un autocontrol digno de mención). 

Preparar las bolsas es casi un ritual para cualquier maratoniano; no puede olvidarse ningún detalle, y más vale así porque una mala logística puede pasarte factura. Barritas, geles, ibuprofeno por si acaso (aunque yo no lo recomiendo), imperdibles, ¡los dorsales como no!, la camiseta bien estiradita, etc, etc. Hasta atarse los cordones es un acto importante, porque piensas que esa lazada es la que  tendrá que resistir bien ajustada durante tu reto. Pero lo que no debería faltar nunca es la foto previa en la que se plasma tu felicidad, con tu dorsal bien claro en tu pecho, en el que quieres demostrar al mundo mundial que estás preparada para esto, y si hace falta para mucho más...


DESCUBRIENDO EL PORON COMO COMBUSTIBLE SÓLIDO NO FÓSIL. LA VEJIGA SE REVELA

"Mercedes, ahora deseáriamos tener unas sesiones de meditación para gestionar las siguientes tres horas", ¡lástima!, no sabemos meditar así que simplemente vamos a tratar de abrir bien nuestros ojos, afinar nuestros oidos, tratar de sentir las yemas de nuestros dedos, agudizar en definitiva todos nuestros sentidos, porque el previo es también importante, no es ni más ni menos que la preparación para la batalla. Cogimos el tranvía a eso de las 12:15, en un día que cada vez pintaba más luminoso, el de más luz de todos lo que habíamos contemplado desde nuestra llegada. Los corredores locales no tenían necesidad de acercarse tan pronto al lugar del acontecimiento, pero a nuestra llegada sí apreciamos que había ambiente de runners foráneos, tratando de matar el tiempo aunque fuese a cañonazos.

En cuanto ví la loma supe que debía ser nuestra y la conquistamos, ¡vaya si lo hicimos!;  subimos a paso lento por una senda verde, casi el único color que tiene el campo en Helsinki y llegamos hasta nuestra roca llana, esa que llevaba escrito nuestro nombre. Nos sentamos y respiramos el aire puro; desde ahí se oteaban muchas cosas: la esplanada con autobuses aparcados y otros que iban llegando, el arco de salida, las vallas, dispensarios, carteles publicitarios, un escenario para los speakers de la carrera; y más a la derecha el estadio con el guardarropa habilitado. ¡Ah que no se me olvide!, el bueno de Paavo Nurmi todo revestido de bronce en mitad del tinglado rememorando viejas reuniones atléticas&nbsp. 


Abrí la mochila y saqué el arma secreta de Mercedes; en ese momento no sabíamos realmente que lo fuera aunque hubiésemos bromeado con la posibilidad de que ese alimento no dopante actuase como un combustible mágico que la transportara haciendo que las piernas se movieran solas. Nuestro as escondido bajo la manga no era tal, tan sólo  se trataba de unos sandwich con pan de semillas rellenos con Poron, osease reno finés, embadurnado de queso blanco con cierta verdura que desconocíamos por no saber leer idioma tan endemoniado. Tres bocadillitos, un plátano y un par de barritas después habíamos completado la última ingesta antes del gran desgaste.

Mercedes que no es de piedra sufrió uno de los síntomas que suelen acompañar al maratoniano nervioso: unas irrefrenables ganas de hacer pipí, y esto ocurrió no una vez, ni dos, visitó los dispensarios de la organización hasta en tres ocasiones y no fue por haberles cogido cariño.

Hace 5 años una reconocida marca de electrodomésticos decidió promocionar no recuerdo que artilugio a través del regalo de un stick con cera de color rojo y amarillo, y todo para convencernos de que debíamos pintarnos los colores de nuestra bandera con motivo del Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Los responsables de marketing de Philips España nunca hubieran sospechado que un matrimonio loco y manchego iba a utilizar su juguetito para un fin también muy loable; dejamos las marcas que son santo y seña de nuestro país en nuestros cuatro gemelos y en número igual en nuestros muslos.¡Ya estábamos fichados como españoles!, eso por si quedaban dudas.
El rock duro, el heavy incluso el metal..., dicen que esos estilos musicales hacen las delicias de los finlandeses, y para no escapar del tópico lo altavoces iban pasando un montón de canciones bastante cañeras, algunas más conocidas que otras, así que sin muchas herramientas afiladas para decapitar los minutos nos acercamos con paso lento hacia el estadio. Hicimos bien porque sentarse en esos viejos asientos de madera para contemplar espacio tan rico en historia atlética es una experiencia recomendable; no digamos si encima pretendes terminar tu maratón pisoteando tartán tan legendario como el que besaron Martin Fiz, Diego García y Alberto Juzdado en su gran proeza del triplete de la maratón de los europeos de 1994.

Mientras sonaba "My Michelle" de Gun n Roses decidí que había llegado el momento de levantar nuestros traseros e ir a dejar la bolsa en la guardarropía; ¡había llegado el momento de empezar a mover el esqueleto!, y sabíamos que se iba a mover mucho en las siguientes horas.

Y así fue como dos anónimos populares dejaron durante unos minutos de ser tan anónimos, y tuvieron esos minutos de gloria que ya dijo Andy Warhol que todo mortal debía tener aunque fuese una vez en la vida; y es que ser pareja con la misma equipación, dorsales correlativos y llevar marcadas mil veces nuestra bandera es bocado demasiado apetitoso para los de la organización: hasta tres fotografos distintos nos hicieron posar, y calculo que hicieron clic en más de 10 ocasiones. Nosotros encantados, por supuesto. 






HEMOS VENIDO A CORRER Y ESO VAMOS A HACER DE AQUÍ A UNOS MINUTOS. ESTAMOS MUY VIVOS. SIENTE  COMO CORRE LA SANGRE POR TUS VENAS

Fui novio hace ya demasiados años de una chica con la que compartí nueve años de mi vida. Mercedes vivió una experiencia similar en su caso dirante casi diez años. El destino nos unió hace ya casi 14 años y medio y puedo decir que las horas que dividieron el tiempo de ese sábado fueron más intensas que todas las experiencias vividas con mi ex durante tantos años. Cosas que tiene eso de compartir tus días con la persona adecuada. Y encima la quiero un montón, así que, ¿qué más puedo pedir?

Ah, pero no todo es tan bonito, no lo voy a negar, en los minutos previos a la salida tuve cierto canguelo y comencé a hacerme preguntas estúpidas del tipo: ¿y si Merche se derrumba y no hay forma de que siga?, ¿y si mi pubalgia me impide correr y no puedo acompañarla?, ¿y si ....?, ¡que leches, deja de pensar y disfruta del momento!. Lo mejor que pudimos hacer fue alejarnos un poco del ruido e ir a calentar a unas lomas que contenían un parque frondoso. Allí estuvimos estirando más de lo que suelo estirar antes de cualquier competición. El dispensario volvió a tener noticias de Mercedes y ¡pis pas!, ya son las tres menos veinte, ¡vamos a la zona de salida!...

Casi un metro alrededor suyo es lo que necesita cada finés en la salida. Es su espacio vital, ese que no quieren que sea invadido. Nada que ver con lo que experimentas restregado contra toda una horda de andaluces sudorosos y apelotonados mientras cuentan chistes antes de darse la salida en la Maratón de Sevilla. Este estilo militar y de aire escandinavo mirando al frente nos llevó a cumplir la máxima de "donde fueres haz lo que vieres", y alrededor nuestro cuadramos el mismo espacio, para que corriera el aire. Eso sí, casi imposible el que Merche y yo no bromeásemos casi en silencio  sobre las pintas de algunos y algunas, y es que estamos lejos de España y el choque cultural es grande, por más que la globalización haga su agosto. Seguro que ellos pensarán lo mismo cuando bajan a nuestras latitudes.
















Sonó el pistoletazo, ¡por fin!, pero ¡no, no vamos a correr aún!, toca andar los 150 metros que nos separan del arco de salida, y es que aquí son muy civilizados y hasta que no se cruza la alfombra no se comienza a trotar. Con una pulsación pongo mi Garmin en marcha, Merche hace lo propio y comienza la aventura....pero eso os lo cuento en la próxima entrada, si os parece.










8 comentarios :

  1. jajajaja, deseando leer tu nueva entrada!!!!!!!!!!!

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    1. Gracias Isaac. Dije tantas cosas y me enrollé tanto que la tengo que partir en dos

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    1. Gracias Ramonet, digo lo mismo, me enrollé mucho y ahora tengo que crear una segunda parte.

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  3. Javier, correr te gusta un rato, pero no creo que tanto como contar historias, de estas esta Maratón, y quizás por eso, por ser la primera de Mercedes estas dejando una documentación exhaustiva, ¡buen homenaje!, así como guía para posibles participantes futuros; seguimos esperando el desenlace :-). Por cierto es Paavo Nurmi ;-).

    Saludos, Emilio Díaz.

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    1. Gracias, Emilio, quería que sirviera de guía pero no quería que fuese muy aburrida

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  4. Venga hombre cuenta el final de la historia y no te hagas rogar!!!!, jejeje

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