RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 10 de mayo de 2015

SÁBADO 9: hice 47 KILÓMETROS POR CULPA DE LA VALLA

Programando el recorrido y huyendo de las vallas

De nuevo me ví un viernes por la noche midiendo un circuito a través de la wikiloc, de nuevo en la cadena de sierras que cae entre las poblaciones de Valdepeñas, Moral de Calatrava y Manzanares



Las únicas dos veces que me había internado en dicha sierra había sido con ocasión de mi preparación de la Madrid-Segovia del año pasado, preparación que requería de tiradas de más de 40 kilómetros. La primera vez que lo hice todo salió bien: atravesé la sierra de Este a Suroeste por un paso bastante fácil y aprovechando caminos, sendas e incluso el curso de un arroyo llegaba a Moral de Calatrava para regresar por caminos desde esta población vecina a Valdepeñas. La segunda vez que lo hice traté de realizar el mismo circuito pero yo por aquel entonces no utilizaba el Garmin como orientar sobre track, por lo que confié en mi memoria (ya no llevé chuletas en papel). El caso es que había salido ya bien entrada la tarde y me ví a eso de las 21:30 anocheciendo y perdido. Suerte que al final reencontré el camino y pude salir de ese laberinto de montes. Eso sí me salieron más kilómetros y llega a casa a eso de la 1 y pico de la mañana. Pues bien, el sábado era la tercera vez, pero en esta ocasión no quería darme de bruces con la valla como me había pasado tan sólo hacía unas semanas, cuando programé un recorrido corto por la sierra en su perfil Sureste. Me descargué el SIGPAD, un programa de alta resolución en la que eres capaz hasta de ver la sombra de las puertas, e incluso la sombra de la valla desde lo alto. Tenía un circuito muy majo de 37 kilómetros que cree en la wikiloc y me descargué en al Garmin. En esta ocasión no me iba a topar con alambres porque estaba seguro de que no iba a haber ninguno que se cruzase en mi camino...

Los primeros 21 kilómetros

Aproveché el recorrido que ya conocía y aunque llevaba grabado el recorrido en el Garmin no le hice mucho caso al aparatito precisamente por ser sabedor de por dónde estaba corriendo. Había salido pasadas las 9 de la mañana y el calor ya hacía acto de presencia, de forma que con mi mochila de hidratación, portando dos botellitas mediadas (no completas) de isotónica fui administrando sorbos cada 15 minutos. El ritmo que encontré fue suave, entre 5´35´´ y 5´45´´, pero tampoco quería "dormirme mucho en los laureles" porque esta tirada tendría que servirme de preparación para la Maratón de Helsinki de agosto, no para la Madrid-Segovia de septiembre. Conforme fueron avanzando los kilómetros me fui encontrando mejor, más asentado, y en esta guisa pasé por la Finca Castellanos, en el kilómetro 12 de mi recorrido. Entré en terreno más técnico, debido a que ya comenzaban los primeros cerros por donde se abre el paso hacia la sierra. Justo cuando comencé a subir en el kilómetro 14 por la Finca Amparo, el calor ya se había instalado en mi casa dispuesto a no abandonarme. Los dos siguientes kilómetros los conozco bien, son siempre hacia arriba, sin picar mucho mucho, pero sí durillos; por ello me fui a los 6´10´´ en cada uno de los mismos, pero tras esto el camino comenzó a tener pendiente de constantes bajaditas y subiditas, y por tanto regresé a la media que había estado trayendo, por debajo de 6´. Sin más historias, pero con mucho calor, lo que me obligó a tomarme dos pastillas de sales para combatir la pérdida de minerales, alcancé el kilómetro 21,3 justo donde en el mapa giraba a la izquierda en lugar de seguir de frente por el arroyo de zona técnica que me lleva a Moral de Calatrava. Ahí comenzaron las sorpresas...

Comienza el lío

Había ido llevando una valla paralela al camino en la margen izquierda, pero supuse que dicha valla no sería la que finalmente me frustraría el paso. El caso es que parado en el 21,3 pude comprobar visualmente lo que unas horas había comprobado en el ordenador: camino que sube a la izquierda, el problema es que va por el otro lado de la alambrada. ¡No me lo puedo creer!. Paro el Garmin y justo cuando estamos a unos 28 grados de temperatura pienso que estoy fastidiado. Me acerco al mamotreto y medito qué hacer: es de mala calidad de esas que se vencen cuando metes el pie, lo que la convierte en más inestable a la hora de saltar por encima de los pinchos esos oxidados que hay arriba. Medio lo intento, pero en seguida desisto, no quiero jugarme el físico; así que corto el recorrido grabado y dejo el aparatito en funcionamiento normal, sin orientarme, y le doy a continuar...toca ir hasta Moral de Calatrasva, ¡un panzón de kilómetros!. Cual es mi sorpresa al ver que a la izquierda sube un camino hacia el mismo destino que busco y recuerdo entonces el mapa: ¡puedo subir por ahí!. No hay valla y sí una señal de prohibido agarrada a una cadena de 40 centímetros de alto; este viejo si puede saltar ese obstacúlo. Los siguientes 400 metros los hago contento, con fuerte pendiente hacia "El Telégrafo" ese es el nombre de la zona según el Sigpad, pero..., llego un punto en el que el camino termina y se abre a la derecha, de forma que si me voy por ahí me desvío de mi ruta, eso lo sé bien. Veo la muralla metálica a mi izquierda, paralela a mi, y veo al otro lado de la misma el camino que ansío coger y que no puedo a no ser que salte por encima de mis limitaciones, y..., en una subida de testosterona lo vuelvo a intentar, me vuelvo a jugar el tipo, llego a lo alto, negocio con los pinchos y un poco más y me hago polvo,..., lo pienso mejor y decido bajar...¡toca volver y coger el camino largo hacia el Moral de Calatrava.

Hacia el Moral y pidiendo ayuda: ¿alguién puede ayudarme?, ¿hay alguién ahí?

He comprobado como he dejado el Garmin parado, y ya llevo un buen rato. ¡vaya, lo que faltaba!. Le doy a inicio de nuevo y voy por la zona que más me gusta del recorrido largo, la verdaderamente técnica, y no estoy lo suficientemente cabreado para no disfrutar de este cacho. Después de todo voy genial de piernas y tampoco es para tanto, simplemente voy a hacer un porrrón de kilómetros que no tenía planificados. En estas que alcanzo la zona en la que la senda deja de estar difuminada y comienza a ser camino, ya no hay tantas piedras. Veo a mi izquierda un camino con una señal de prohibido colgada de una cadena y comprendo que ese es el final del camino que había comenzado unos minutos antes y cuyo giro a la derecha no me había atrevido a hacer. Total, habría llegado hasta aquí pero sin disfrutar del cacho técnico. Avanzo y avanzando cada vez más calor, debemos estar a cerca de 30 grados y no corre ni una chispa de brisa. Sigo bebiendo isotónica, me tomo una pastilla de sales, otra de aminoácidos, y pienso que voy bastante entero, esa es la verdad. Justo cuando comienzo a ver entre las montañas y a lo lejos el Moral de Calatrava decido en un acto de racionalidad parar, sacar el móvil de la mochila y llamar a Mercedes..este un extracto de nuestra conversación...
"Merche...
"Sí, estoy bien, no pasa nada (nunca la llamo mientras corro y supongo que se asustaría)..., es que finalmente había una valla y he tenido que continuar por el camino largo, son casi las 12, hace calor y me quedan como 24 kilómetros..", "sí, sí, estoy bien..oye, ¿tú no serías capaz de coger el coche e ir a buscarme por la carretera..si me recoges de aquí a una hora me pillaras en mitad entre Moral y Valdepeñas, yo habré corrido lo planificado y de esta forma no muero en mitad del desierto..". 

Dicho esto os pongo en antecedentes: mi mujer no está acostumbrada a coger ella sola el coche. Por otra parte tenía que salir a comprar con Inés y lo que le estaba pidiendo era un mundo para ella, no por lo de las compras, sino más bien porque no se veía capaz de ir hasta allí, básicamente por miedo.

Al final le digo que le llamaría desde la gasolinera de Moral y que ya me dijera entonces si iba a venir o no. Así que me pongo de nuevo en marcha y hago los tres kilómetros que me quedan hasta la población vecina sin más incidentes. Alcanzo la gasolinera, lleno uno de los bidones con agua fría, en la otra llevo isotónica. Me refresco bien el cuerpo, me mojo la ropa y vuelvo a llamar a mi mujer. Cuesta un mundo llamar porque en la pantalla del smartphone debido al calor no se ve nada, y hay que estar adivinando qué esta haciendo uno con el dedo sobre la pantalla táctil. Lo coge y le digo: "Merche, estoy en el Moral y comienzo a correr ya por la carretera. No me voy a ir por el camino porque así te espero. Por la carretera es algo más corto pero mucho peor porque es una larga larga recta y hace más calor". Ella no parece entenderlo bien y piensa que iré hasta casa corriendo, que no la necesito, pero yo cuelgo pensando, ¡venga, hacemos 10 kilómetros más y el resto en coche!.

La casi agonía por la carretera

Trabajo psicológico: mucho calor, una recta, muchos kilómetros ya en las piernas, un total de 29 y ahora toca correr. Afortunadamente corre una ligera brisa que al menos hace algo más llevadera la temperatura reinante. Me pongo y pronto me doy cuenta de que no es para tanto; eso sí, se va a hacer pesado, muy pesado. De vez en cuando me refresco el cuerpo con el agua recogida en la gasolinera, de vez en cuando bebo isotónica, de vez en cuando me ilusiono cuando en el horizonte veo que aparece un coche plateado que viene hacia mi, pero nunca es un Toyota Avensis. Continúo y continúo, voy contando los kilómetros, van cayendo los hitos (ahora esos árboles que se ven a lo lejos, ahora aquella finca, etc), y me voy consolando con el hecho de que sigo corriendo a un ritmo decente que se mueve en 5´50´´ porque las piernas aún van. El caso es que tras 12 kilómetros por el desierto decido llamar a Merche para ver dónde está, si va a venir; a lo lejos se ve el pueblo pero no tengo muchas ganas de seguir corriendo. De nuevo un mundo para conseguir dar con el icono porque no se ve nada en la pantalla.., finalmente da llamada y al otro lado del aparato oigo una voz masculina: ...Upps, es Santiago, el marido de una prima mía de Almagro, le pillo en fuera de juego, yo mismo estoy en fuera de juego.... Tras las lógicas explicaciones de la situación cuelgo y vuelvo a intentar llamar a mi esposa, y finalmente lo consigo: "¿Merche?, ¿dónde diantres estás?. Upps, ¿qué estás en el centro comprando?, pero ¿no ibas a venir?, se suponía que volvía por la carretera para que nos encontrásemos en ella...

El resto de la conversación no la reproduzco porque estaba algo enfadado. Cuelgo, guardo el movil en la mochila, ya no lo voy a necesitar; miro al horizonte y me digo que hay que seguir corriendo, y simplemente lo hago, me pongo y pese al calor sofocante pronto me doy cuenta de que me he curtido en mil batallas y esto es sólo una batallita, y que simplemente me había hecho a la idea de que me recogieran y eso me había generado ansiedad. Avanzo, avanzo y caen uno tras otro los kilómetros, no son tan duros, llego al comienzo del pueblo y desde ahí a casa sin más sintiéndome hasta orgulloso de no haber obtenido finalmente ayuda.

Eso sí, no pierdo ni un minuto, subo al cuarto de baño y me doy una ducha del agua más fría que sea capaz de salir por la tubería. Esta ducha me deja nuevo. Entre pitos y flautas 47 kilómetros muy largos, algo duros pero sobre todo buenos porque fueron contra el calor. Esto también es correr, esto también es aventura.





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