RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 28 de marzo de 2015

SÁBADO 28: CASI 22 KMS Y TOCÓ SUBIR A LOS MOLINOS AMIGO SANCHO

Esta mañana he comenzado con ánimo la nueva semana; además tendré vacaciones durante estos días lo que me permitirá tener tiempo para todo: para estar con la familia, tomar el Sol y como no..., entrenar, si puede ser de día. La exigencia del sábado llamaba a mi puerta y yo le abría más gustoso que de costumbre; buen tiempo, ropa corta, ¡así da gusto!, así que sin Garmin, sin crono, me fui a ritmo alegre pero controlado hacia el Paraje de las Aguas, de ahí al  Paraje del Peral, y cogí el camino que pasa por el norte del mismo y que me acaba derivando a la falda de la Sierra del Peral. Tocaba subir el kilómetro y medio que media desde la casa que me encuentro al coger el camino hasta el descansillo donde iba a dar media vuelta (hasta los molinos aun hubieran quedado unos 500 metros extras, pero menos duros). Me sorprendí subiendo a buen ritmo a pesar de que en esos 1,5 kilómetros se ascienden ni más ni menos que 180 metros (un 12% de desnivel medio positivo). Costó algo pero no como en otras ocasiones, y sin parar dí media vuelta y bajé con cuidado de no lesionarme, aunque a ritmo alegre. Pasé por la casa por donde había aparecido y seguí hasta la Carretera de La Solana y una vez pisado el asfalto vino lo mejor del entreno, un kilómetro y medio en el que cogí ritmo y me encontré muy bien. Pasé por el Peral nuevamente y ya fui derecho a casa, sin más incidencias, más allá de notar que debería haber bebido agua porque hacía algo de calor. Una sesión de casi 22 kilómetros y 258 metros ganados que me han dejado las piernas en su punto: cargadillas pero con esa sensación de haber asimilado estupendamente el entreno.


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