RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 5 de febrero de 2015

MIÉRCOLES 4:SOY UNA NARANJA ORGULLOSA QUE SE EXPRIME AUNQUE SU JUGO NO SEA IMPORTANTE

Todo es relativo y nada es importante; cualquier acto de cualquier mortal en este tiempo actual o en cualquier tiempo pasado es insignicante, no tiene peso dentro de la magneficiencia del universo en el que no somos nada comparados con el infinito. De hecho vendremos a este mundo un trillón de veces y nos iremos otras tantas y nuestro paso por nuestro planeta Tierra no dejará ningún tipo de huella y todo eso por más será así por más importancia que le queramos dar a nuestra microscópica existencia. Mi vida, por ser mía, no iba a tener un tratamiento distinto: no importa cuanto grite, ni cuanto sufra, cuanto ría ni siquiera lo que haga porque tal y como vine me iré y ni el más noble de mis actos perdurará en el recuerdo colectivo en la inmensidad del cosmos. Por ello desnudo mis viejas piernas, me pongo las mallas de batalla, me abrocho sendas zapatillas, las de la segunda oportunidad, y salgo a correr sin saber muy bien quién soy y que demonios hago aquí. Las 13000 zancadas que me toca dar serán un acto repetitivo irrelevante en el orden universal pero no me queda otra alternativa que "sentir" y he captado que batiéndome ante el frío, llegando agotado a casa podré acostarme esa noche pensando que estoy vivo y que mi movimiento corporal me ayuda a corroborarlo. 

Lo de ayer no fue una hazaña porque no hay hazaña que merezca llamarse así, pero sí fue un paso más en la senda del destino marcado. Helsinki está muy lejos en todos los sentidos y mi vida es demasiado limitada pero cobra más sentido cuando incorporo en ella todos estos planes y esfuerzos. Así que ante un frío que cortaba la cara y con miedo a pasarlo mal volví a tomar otro día más el Camino de Membrilla tratando de conquistarlo un poco más rápido que la última vez que lo transité. Aunque las uñas de las manos me dolían a rabiar debido al gélido viento no quería estar en otro sitio que allí, corriendo en la noche y cuando me orienté hacia el Oeste y la brisa fue más benévola vino a visitarme el auténtico placer de correr rápido y sin ningún tipo de achaque, mal o molestia. La vuelta por la vía de servicio de la AIV se hizo rápida, como si no hubiera cuestas, aunque ya en el kilómetro 8 mis piernas acusaban un poco el ritmo medio de 4´30´´, en ocasiones puntuales cercano a 4´. Ya al pie del Cerro del Ángel miré mi crono cuando llevaba 46 minutos y pico justo tras 10 kilómetros de aventura y tocaba lo peor: subir dos veces a lo más alto sin descuidar la cadencia. La primera ascensión fue dura para mis piernas, a las que no les había dejado descansar cuando las sometí a la pendiente y todo por no querer aflojar el pistón. Pero ya cuando hube bajado por el caminillo empinado y comencé a subir de nuevo los 800 metros que me separaban de lo alto pude comprobar como aquéllas se habían recuperado y subir ahora se hacía más fácil. Bajé esta vez por el carreterín, siguiendo los pasos de mis dos subidas y me fui a casa a muy buen ritmo para alcanzar la puerta de mi hogar en 1 hora y 12 minutos tras haber hecho unos muy duros 15.500 metros. Me encontraba cansado y cargado pero muy satisfecho, y aunque nadie recordará lo que hice esa noche, probablemente ni yo mismo, lo que importó fue esa sensación que se quedó grabada en mi corazón de que con mis años hay un millón de cosas distintas que puedo hacer, seguramente mucho más gratificantes y menos sacrificadas, pero en ese miércoles invernal este viejo se ha dejado la piel y ha disfrutado haciéndolo porque cuando nadie me recuerde habrá sucedido que ya no estaré aquí y no podré realizar cosas como la que describo hoy.

2 comentarios :

  1. ¡Buena crónica Javier!, ¡envidia por no compartir las sensaciones que describe!, tengo la esperanza que en un mes podré intentarlo.

    Saludos, Emilio Díaz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No te mereces lo que te está pasando y admiro tu perseverancia y tesón. ¡¡¡Ánimo!!!

      Eliminar