RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 2 de enero de 2015

MIÉRCOLES 31: UN TRAIL CON MERCHE PARA CERRAR 2014

Nos levantamos a las 8 de la mañana dispuestos a realizar la ruta 35, esta vez sin perdernos. Le había prometido a Mercedes que no me desorientaría y que de día sería más fácil. Lo peor del inicio fue la tremenda indigestión de la rica cena que nos habían puesto en el Faxeiro: las costillas a la miel estaban demasiado ricas cómo para dejar de apurar el último hueso, pero eso lo pagó mi estómago. La mañana era fresquita pero no fría del todo, y Merce iba animada. Pasamos por la Ermita del Pilar justo a la salida del pueblo siguiendo los pasos de la noche anterior; hicimos la tremenda cuesta hasta la Ermita de San Marc y aunque mi mujer lo pasó regular consiguió no pararse y desde ahí seguimos las señales, aunque nos despistamos un poco y nos desviamos hacia unas antenas que se salían del recorrido, pero dimos la vuelta sin más y nos reincorporamos al camino. Seguimos subiendo por el terreno del día anterior y llegamos a la zona de las moñigas, ya podéis imaginar el porque de ese nombre; suerte que no pisara ninguna unas horas antes en plena oscuridad. Llegamos a la primera bifurcación y después no caímos en el error de ir por donde estaban marcadas las cruces (Merche cayó en que si era una cruz verde y blanca no había que ir por allí y si era línea verde y blanca paralela íbamos por el itinerario correcto. Llegados al cruce donde no me arriesgué unas horas antes, tiramos hacia la derecha aún a sabiendas que Cinctorres estaba a la izquierda. Entramos en terreno muy bonito y llegamos al Mas Nou, después cogimos un desfiladero muy técnico, donde el ritmo se ralentizó, pero mereció la pena hasta que alcanzamos Mas Collet. De ahí continuamos por sendas pedregosas y técnicas pero muy bonitas y era difícil correr, entre las cuestas y el terreno técnico, siguiendo las balizas e interpretando correctamente las cruces. Costó pero llegamos a un cruce donde finalmente nos decía que Cinctorres estaba a 2,3 kilómetros. Yo me puse a hacer un pis y Mercedes salió como alma que lleva el diablo. Iba tan rápido que me costó pillarla y en ese tránsito no reparamos en que nos dejábamos a la derecha la marca que nos indicaba por donde debíamos seguir. Esto provocó que tras varios minutos corriendo comprobásemos que no nos acercábamos al pueblo, sino que por momentos nos alejábamos y comencé a reconocer el camino donde anduve perdido la noche anterior. Eran las tantas y nos pusimos nuevamente nerviosos, nos desviamos, nos perdimos, regresamos nuevamente al camino y decidimos seguirlo aunque se alejase un poco, y pronto comprobamos como entre zig zag poco a poco íbamos enfilando hacia el pueblo (esa paciencia me hubiera bastado para no tenerme que tirar como un loco por el barranco en mi aventura nocturna). Llegamos finalmente al pueblo y a nuestro hotel tras casi dos horas de trail y calculo que unos 13 kilómetros recorridos. Una buena aventura para cerrar el año.

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