RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 2 de agosto de 2014

SÁBADO 2 DE AGOSTO: RÉCORD DE ENTRENO 51.800 METROS

Lo que me queda de año está salpicado de retos consistentes en volver a intentar saltar sobre listones que ya fueron derribados: véase la Madrid-Segovia o la Maratón de Valencia. El entreno de hoy lo tenía entre ceja y ceja, y es que el año pasado ya intenté hacerlo y resultó un desastre: se me rompió la bolsa de la camelbak, me perdí, salieron muchos menos kilómetros, llegué con la rodilla hecha papilla fruto del síndrome de la cintilla y sembró un montón de dudas. Por tanto, tenía ganas de quitarme esa espina clavada. Para ello planifiqué todo cuidadosamente: preparé mis potingues, el iphone para echar fotos, mp3, pañuelo, frutos secos, ..., todo, pero con anticipación, el viernes. Saqué la chuleta ese mismo día con los puntos que me servirían de guía, y lo hice con la idea de darme un supermadrugón como así fue...

El recorrido era el siguiente: Camino de Ruidera hasta que en el punto 9,7 bajaba por un camino para atravesar la 412 (Carretera de Villanueva de Infantes), y seguir bajando hasta la Carretera de Cózar, kilómetro 15,5, coger ésta hasta el carreterín que me llevaría a la Presa del Pantano de la Cabezuela, kilómetro 21,5, coger un camino hasta el Hotel La Caminera y su pijo campo de golf, kilómetro 26,2, llegar a la localidad de Torrenueva, y de ahí coger caminos hasta Valdepeñas, total, 49,5 sin pasar por la gasolinera de Torrenueva, o 51 pasando (lo cual era lo más probable porque pensaba que me quedaría sin agua). Ya adelanto que no todo ha salido bien del todo, pero desde luego que estoy muy satisfecho...

Sonó el despertador a las 04:45 y me levanté sin vacilar. Un café y tres galletas fueron testigos de mi no abundante desayuno (no quería recargar bien temprano mi sistema digestivo). Saqué las dos botellitas con mi mejunge, una de ellas totalmente hecha un bloque de hielo tras haber estado toda la noche en el congelador, y me apresuré a iniciar el ritual de la puesta del pañuelo, colocarme el mp3, calzarme las Salomon, etc. Como iba a llevar el Iphone para echar fotos, me demoré más de lo previsto en la selfie inicial, y es que no salía bien en ninguna:



Quede constancia que eran las 05:35 cuando pulse mi pulgar hacia arriba.

Comencé algo aletargado, no me extraña. Los dos primeros kilómetros a una media de 6´15´´, pero me daba igual, porque sabía que poco a poco iría entrando en faena. El Camino de Ruidera se puso ante mi y yo me dediqué a robarle metros, uno a uno, avanzando en la noche sin ningún tipo de testigos, más allá de algún buho despitado y el gato de una finca. Alcancé el kilómetro 9,7 justo donde llegaba al cruce y tenía que girar a la derecha. El camino se ponía pronto en pendiente negativa, sobre todo tras cruzar la Carretera de Infantes, y la luz natural ya había hecho acto de presencia, así que apagué la linterna frontal. El ritmo había mejorado, de forma que la media comenzó a quedarse por debajo de 6´ y las sensaciones a esas alturas habían crecido un montón (había empezado a disfrutar de verdad). El protocolo de avituallamiento el mismo que el de las pasadas dos semanas: beber cada 15 minutos, comer y beber cada 45 minutos, y bebía aunque no tenía sed debido al fresquito que hacía. La foto que os pongo es de aproximadamente el kilómetro 13, bajando en busca de la Carretera de Cózar:


Merecía la pena haber madrugado para disfrutar así del sábado...

Alcancé la carretera mencionada según lo previsto en el 15,5. Para entonces la media había bajado a unos estupendos 5´56´´. Las piernas iban redondas y yo me sentía genial. El tramo de la carretera no se me hizo especialmente aburrido


Llegué al carreterín que me llevaría a la presa, cuatro kilómetros por delante, y estos si se me hicieron más largos, disfruté menos. Casi siempre subiendo.


Había programado una parada técnica en el pantano para quitarme el frontal, ponerme las gafas de sol y tomarme las sales y los aminoácidos y se hizo rogar, pero finalmente llegué al punto esperado. Esas fotos son de ese momento (lo que se ve blanco es el agua, y el camino del final es que tenía que coger)




Ya llevaba una media maratón y el ritmo se había quedado en 5´57´´, pero volvía a la tierra, y seguro que mis Salomon lo iban a agradecer. Así fue, en esta ocasión no me equivoqué de camino como ocurriera el año pasado, pasé por todos los sitios descritos en la chuleta, subí algún repecho grande hasta que alcancé el campo de golf del Complejo "La Caminera", una inversión hecha por empresarios catalanes que no sé si finalmente ha resultado como esperaban. Demasiadas zonas sin regar en las hierba alrededor de los hoyos, creo yo.





 Las sensaciones eran buenas, y fue dejando atrás hoyo tras hoyo hasta que pasé cerca del hotel:






Desde ahí, cinco kilómetros de carreterín asfaltado hasta llegar a Torrenueva, y en esta fase de mi entreno disfruté también mucho, porque mantuve el ritmo sin problemas, reteniendo. Alcancé el cementerio a la entrada de la localidad y unos metros más allá, casi en el 31 hice una segunda para técnica: había consumido la primera botellita, me tomé la bebida de 5 horas de energía y comencé a callejear por el pueblo. Había decidido no ir a la gasolinera (que estaba en sentido contrario), estando seguro de que con una botellita me bastaría para llegar a casa. El ritmo ya había bajado de 5´55´´ y las piernas iban genial, también mi estómago. Sin embargo surgió una dificultad: sentía un tirón en el músculo del trapecio, en mi espalda; era bastante incómodo, aunque soportable, así que cambié la botella llena de sitio, poniéndomela en el derecho para que me aliviara.

Encontré sin problemas el camino a casa, pasé por la Ermita del pueblo y me preparé para el arreón final, los últimos 18 kilómetros, o eso creía...




Por cierto, eché una foto de mis piernas, eso sí, sin querer; aquí queda documentado el hecho:





El camino era llano y rápido y el ritmo fue mejorando. Tan sólo había un problema: la chuleta ya no cuadraba, y eso era porque no había ido a la gasolinera de forma que descuadraban los puntos kilómetricos. Así ocurrió que en una bifurcación ante mis ojos, identifiqué la misma en el papel, teniendo que girar a la izquierda, aunque tenía muchas dudas. Lo hice casi sabiendo que me equivocaba, y me equivocaba ciertamente. Pero el error me hizo disfrutar un montón porque el camino se puso muy técnico, salvaje, y las Salomon comenzaron a trabajar a destajo. Tan sólo las molestias de la espalda empañaban un poco el disfrute. El ritmo se hizo irregular, pero vivo, típico de las trail, vaya, disfrutando al máximo. Cayeron los kilómetros y llegué al 38, justo cuando me cruzaba con una todoterreno que hice parar y le pregunté si iba bien a Valdepeñas; ¡bien sabía yo que no!. "Mira, te has equivocado de camino, pero sigue por este, y si luego coges a la izquierda llegarás a la Carretera que te lleva a Valdepeñas". ¡Más carretera no por favor!. No tenía más remedio, así que eso hice, seguir. La foto que os pongo es del kilómetro 40 aproximadamente, cerca de la carretera mencionada.





Alcancé la carretera cuando el calor ya comenzaba a apretar, y pronto ví el punto kilométrico 7; ¡pero eso significa que me quedan 7 más los 3 y medio desde la circunvalación!. 



Eso significaba que finalmente iba a realizar casi 52 kilómetros; pues nada, a hacerlos. Los siguientes minutos fueron quizá los más complicados, por una carretera con repechos, con el calor dando, y el terreno duro; sin embargo no fue para tanto, y poco a poco fui destruyendo kilómetros hasta que alcancé la circunvalación de Valdepeñas justo cuando me tocaba beber pero ya no quedaba nada que echarme a la boca. Pasé por el complejo deportivo de Virgen de la Cabeza y aproveché una fuente de agua para hacer la tercera y última parada técnica. Guardé el Iphone, tiré los restos que me sobraban de envoltorios, bebí agua, me mojé la cara y me dispuse a liquidar los metros finales yendo por la calle principal de Valdepeñas; la gente me miraba pensando a dónde iría ese loco con esas pintas, pero a mi, como os podéis imaginar, me da igual. A un kilómetro de casa llamé a mi mujer para que salieran los niños a recibirme, y allí estaban justo cuando llegaba al umbral de la puerta, parando el Garmin cuando había recorrido 51770 metros, a un ritmo medio de 5´52´´ en 5 horas y 3 minutos, todo esto sin tener en cuenta las paradas técnicas que calculo que habrán supuesto 15 minutos, y en las cuales paraba el aparato.

Las piernas no están doloridas, me encuentro prácticamente con ganas de correr de nuevo y mañana intentaré hacer una tirada media para conseguir acumular 66 kilómetros en 24 horas.


4 comentarios :

  1. ¡Felicidades por ese buen entreno!,¡desde luego que te has quitado la espinita!.Ánimo Javier, lo llevas muy bien, un abrazo

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    1. ¡¡Gracias Juan Carlos!!. Parecería que puedo hacer muchos kilómetros a mi aire y sin embargo siento más miedo que nunca a correr una maratón a topo, quizá por la experiencia de Sevilla. Espero que todo te esté yendo bien, a ver si me paso por tu blog

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  2. Madre mía pedazo de entreno!!! Con esos entrenos ya da igual que compitas o no porque se ve que estás como una moto. Animo crack!!

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    1. Gracias Isaac, quizá en el hecho de correr y correr estilo Forrest Gump, me encuentro genial (a lo que se acostumbra el cuerpo); otra cosa será meter verdadero ritmo. Ya se verá la semana que viene en Xátiva

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