RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 5 de agosto de 2014

LUNES 4: CORRIENDO EN EL PANTANO DEL VICARIO

El lunes era festivo local, así que aprovechamos para irnos los cuatro a la zona recreativa del Pantano del Vicario, al lado de Ciudad Real capital. 



 












Curiosa iniciativa al tratarse de unas piscinas muy grandes tratadas con sal marina en lugar de con cloro, lo que por una parte se agradece en tanto en cuanto es todo más natural y por otra rompe menos con el medio ambiente. Cuando pasamos por la capi paramos en una gran superficie y compramos nuestra comida, básicamente empanada, y para hacernos unos sandwiches, y hasta aquí todo estupendo, pero vamos a lo que nos ocupa...

Tras la comida tenía pensado salir a correr para entrenar un doble concepto: correr recién comido, algo que ya vengo haciendo por las noches pero con el añadido del calor, que ayer hacía y bastante. A eso de las 15 horas, sin más ropa que el bañador, el crono y las Salomon, incluso sin calcetines, con más fe que el Alcoyano Club de Fútbol, salí por el camino que llevaba al pantano dispuesto a dejarme la piel. En unos pocos minutos llegué al mencionado pantano, atravesé la carretera de la presa y bajé por unas escaleras que me llevaban a una senda que tenía buena pinta. Así que discurrí por la misma siguiendo el curso del río sin saber muy bien hasta donde llegaría por dicho camino. El calor era casi insoportable y me imagine en plena zona de la Barranca a 8 kilómetros de Cercedilla a eso de las 13:30 de la tarde, con la diferencia de que ayer no llevaba kilómetros sobre mis piernas, y en la Madrid-Segovia si los llevaré a esas alturas de la carrera. Me costó avanzar y el ritmo no es que fuese muy vivo, pero eso era lo menos importante. No dejé el curso del río, por la senda que acabo convirtiéndose en camino, hasta que llegué a un puente por el cruza la CM 412 entre Ciudad Real y Porzuna. Subí por la senda hasta la carretera y estaban en obras. Había un trabajador con una señal parando vehículos y me miró perplejo como diciendo "¿dónde demonios vas con la que está cayendo?". En unos metros cogí nuevamente otro camino que me regresaba hacia el lugar de donde había partido, pero por la otra margen del río. Pasé por la Bodega Pago del Vicario (también es hotel y restaurante), que bien conozco ya que es propiedad de una empresa en la que trabajé hace ya algunos años.








Después tiré por un camino por donde se disponen la gran inmensidad de parrales de esta bodega, hasta que conseguí coger nuevamente el camino de la margen del río. Llevando unos 45 minutos comencé a sentir una rozadura grande en el pie izquierdo, fruto sin duda del calor y de no llevar calcetines, así que fui aguantando la molestia a cada zancada, deseando llegar. Alcancé nuevamente la presa cuando llevaba una hora justa corriendo  y llegué al complejo de ocio a los 65 minutos. Sin duda había entrenado lo que pretendía porque había corrido en unas condiciones bastante duras. Haría unos 11 kilómetros aproximadamente.

No hay comentarios :

Publicar un comentario