No me gusta salir a correr los domingos por la tarde, por ello suelo hacerlo por las mañanas dominicales. La razón es que cuando se termina el fin de semana el estado de ánimo no está en su mejor momento y me cuesta más calzarme las zapatillas. Sin embargo ayer no cabía más remedio que hacerlo así. Sin embargo obtuve un premio a cambio: la brisa que corría que iba a hacerme más agradable el entreno. Esperé a que regresase Mercedes de su sesión de una hora, de la cual vino bastante tocada y preocupada por el dolor en sus rodillas, pero más allá de preocupaciones yo tenía que cumplir con lo mío, así que a eso de las 20:20 me fui por la vía de servicio de la AIV sentido Madrid, a ritmo más bien suave; al llegar el Hotel El Hidalgo desvié hacia el Este y tras dos kilómetros regresé por el Camino de Membrilla. Fueron en los últimos 7 kilómetros en este camino donde comencé a disfrutar realmente del entreno, porque a pesar de la pendiente positiva las piernas iban "fluidas" sin notar nada la macrotirada del día anterior. Llegué a casa a un ritmo cercano a 4´30´´ sintiéndome cómodo, aunque notando que las zapatillas NB 890V4 ya piden jubilación, no en vano les habré hecho casi 1500 kilómetros.
Llegué justo "a mesa puesta" porque mi familia me estaba esperando para cenar, así que me dejé sin hacer uno de los deberes fundamentales del runner "una buena sesión de estiramientos".
Unos 15 kilómetros que vienen a completar los 33,5 del días anterior,así que este fin de semana ha sido bien aprovechado y por mi experiencia, cuando los dos primeros días de la semana comienzan bien, suele resultar una semana fructifera. Por tanto, me atrevo a poner unas líneas que obedecen más bien a un deseo que a una intuición o un hecho: "noto que hay cierta mejora, un paso adelante en mi estado de forma" (a ver si poniéndolo se hacer realidad).
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