El lunes no hubo entreno, y es que me venía bien descansar y además tenía obra de teatro de fin de curso de Jorge (es increible que pase a la ESO). Pero el martes, después del trabajo, no nos libramos ni Mercedes ni yo. La tarde estaba plomiza, llena de nubes y con bochorno; yo no tenía muchas ganas de correr, pero mi mujer aún menos, sin embargo hicimos de tripas corazón y del acto una obligación, de forma que nos fuimos por la Carretera de San Carlos del Valle para coger luego un camino que lleva al Peral. A los 20 minutos de comenzar empezamos a realizar cambios de ritmo, y el primero no estuvo mal, pero en el segundo, en cuesta, mi mujer dijo basta y se paró, algo inusual, pero es que se encontraba sin fuerzas. Tras convinarle a que continuásemos reanudamos la marcha y la verdad es que en el resto del entreno hablamos ya poco, enfadados por la situación. A la vuelta el terreno era cuesta abajo y ella fue administrando el ritmo, aunque pude ir comprobando como cada vez apretaba más. De hecho el último kilómetro fue muy fuerte, calculo que en 4´30´´, y nunca le había correr tan rápido. Por lo menos el entreno tuvo final feliz, a pesar del problema del cambio de ritmo, y es que algunos días laborables se hace muy difícil sacar entrenos de calidad.
Nos salieron unos 9500 metros en unos 55 minutos de sesión.
Nos salieron unos 9500 metros en unos 55 minutos de sesión.
No todos los dias son iguales, continuar y finalizar el entrenamiento con buenas sensaciones, compensan.
ResponderEliminarSaludos, Emilio Díaz.