RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 18 de enero de 2014

DIARIO DE UN CORREDOR CUALQUIERA















Lucha para que el dolor no le intimide, se vuelve a calzar una y otra vez las zapatillas llenas de barro, intercambia ropa limpia que a diario acaba sudada en la lavadora, el viento y la lluvia han acabado siendo sus compañeros, que no sus aliados, y no ceja en echar números y números para llegar en perfectas condiciones al día D. Si no fuese porque la vida es algo más que correr lo dejaría todo y dedicaría el 100% de sus sentidos y su fuerzas a esta obsesión que le mantiene tan despierto. Él sabe que los años van pasando y que toda cosa en este mundo evoluciona para bien y muchas veces para mal, hasta que acaba terminando, pero en este caso se mantiene firme en la convicción de que se llevará a la tumba sus viejas zapatillas gastadas y que no le importará morir corriendo, a pesar de dejarles un marrón a los organizadores de la maratón de turno. Esa es la rueda en la que está inmerso, que gira y gira y  de la cual no puede ni quiere salir, porque la alternativa sería regresar a sus viejos hábitos que echando la vista atrás bien sabe que "no son vida". Las endorfinas le persiguen por su casa cuando regresa de cada entreno y cuesta que el gel luche contra el sudor de sus músculos más fibrados que nunca, que conviven con los huesos donde antaño casi sólo hubo carne y grasa, aún así el exceso de piel por falta de relleno le delata dejando claro que ya no es un niño. En algunos momentos se siente muy bien pero tan mal en otros que casi no hay alternativa para el término medio por lo que es en los extremos donde se mueven sus emociones y por ello se ha acostumbrado la intensidad de sus sentimientos. Cuando llegada alguna noche no siente ganas de correr se enfada, está contrariado, porque siente como si ponerse el crono fuese un castigo, aunque cuando ya está en ruta deja de sentirse mal y poco a poco va llenándose de un sentimiento de orgullo, satisfacción por los deberes hechos y sobre todo libertad, mucha libertad. Pero es en la competición donde todo cobra más sentido, allá cuando da todo lo que tiene rodeado de otro montón de gente que hace lo propio. Es en ese momento cuando se considera un loco entre un montón de locos, y que todos tienen la llave que da un poco de sentido a la incoherencia que flota en el ambiente en estos tiempos que nos tocan vivir.

2 comentarios :

  1. Javier, buena entrada, diario de un corredor sintetiza los anhelos, miedos y la apuesta de cualquier corredor cuando ha decido correr y continua haciéndolo.
    La foto es de Haruki Murakami, corriendo en 1983, el trayecto, entre Atenas y la ciudad de Maratón, el trayecto original del primer Maratón.

    Un abrazo, Emilio.

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    1. Gracias Emilio. Sí, pude comprobar que la foto tiene que ver con el corredor/escritor que me enviaste. Por cierto, creo recordar que no pude abrir los archivos de su libro. Luego te lo confirmo

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