RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 17 de junio de 2013

DOMINGO 16: CRÓNICA DEL ENTRENAMIENTO DE MONTAÑA POR LA SIERRA DE ALCARAZ

En esta ocasión me váis a permitir que más que dedicar una simple entrada para plasmar un entrenamiento diario, me explaye y dedique una auténtica crónica a esta macrosesión de entrenamiento que tuvo más de aventura que de otra cosa. Pero ya adelanto que fue una jornada para el recuerdo.

Había que madrugar para salir hacia la Sierra de Alcaraz, ya que habíamos quedado a las 06:00. Tras una mala noche, en la que apenas dormí cuatro escasas horas, me desperté con los ojos que se negaban a abrirse, y tras un café bien cargado comencé a despertarme. Llegué puntual al punto de encuentro y comprobé como estaban casi todos ya allí, salvo Jose Luis Camacho que llegó unos minutos más tarde. La expedición la ibamos a componer por orden de mayor a menor edad: Pedro Romero, que es como si cumpliera medios años en lugar de años, ya que a sus casi 60 tacos está que nos "machaca" a todos, Joaquín "el presi" que tiene el honor de ser el "más antiguo", Paco Rivas que es el "auténtico ultrarunner" que nos iba a guiar por un maravilloso circuito, y a quien después dedicaré una entrada puesto que nos hemos quedado impresionados del nivel de profesionalidad y dedicación que lleva tras de sí, Julián Gómez, que se apunta a casi todos los "fregaos", Eduardo Cidfuentes que cada vez va más allá y ya no se conforma con las maratones, el antes comentado José Luis Camacho, un servidor (no pongo el último porque el orden es por edad), Miguel Angel León, un extenuado que conoce bien el arte del campo, y el yogurín del grupo, pero no por ello mal runner, David Jiménez.
 

Partimos los mencionados "elementos" con serias dudas de si volveríamos los nueve, y si de ser así, si volveríamos enteros (modo broma), porque salvo para Paco Rivas, para el resto iba a ser una aventura haciendo algo nuevo y que se nos antojaba resultaría muy duro.

El viaje se hizo un pelín largo y enseguida descubrí que el punto de partida no sería la localidad de Alcaraz, sino justamente las inmediaciones de Riópar. Tras casi 1 hora y media de camino y tras atravesar una carretera de montaña preciosa donde pudimos contemplar varios corzos que atravesaban la vía, llegamos al lugar desde donde ibamos a partir.

La foto que véis es justamente de unos instantes antes al comienzo del entreno, pero he de deciros que estuvimos aproximadamente 15 minutos preparándonos para la ocasión: la gente se echaba protector solar, se colocaba las gorras y demás complementos, verificaba que todo estaba correcto en su mochila, etc. Pude comprobar desde el inicio que el que os escribe era el que menos preparado iba, porque el que más y el que menos llevaba su Camelbak, sus medias de compresión, zapatillas de trail, etc, mientras yo llevaba una misera y ruín mochila que me habían dado en la Carrera Popular de Manzanares unas semanas antes (así me fue). 



Y así fue como a eso de las 8 de la mañana cogimos una pista de tierra y enseguida comenzamos a subir. Obviamente el ritmillo era lento, y ante cualquier cuestecilla nos poníamos a caminar rápido




Pronto me dí cuenta que iba a tener el Iphone en constante actividad aunque me hubiera gustado echar muchas más fotos de las que realmente realicé.



Había que ir hacia el noreste dirección al Pico del Gallinero que está a 1600 metros de altura según mi Garmin. Ese primer objetivo a alcanzar estaba a algo más de 7 kilómetros desde la salida.

Y así fue como fuimos avanzando por pistas relativamente fáciles de transitar, haciendo paradas técnicas y reagrupamientos cada poco tiempo y caminando cuando la pendiente se ponía positiva. De esta forma íbamos yendo a una media de 6 kilómetros por hora. El primer accidente lo sufrí pronto, uno de los tirantes de mi "fabulosa mochila" cedió, y tuve que hacerme un atadero para que no fuera bailando.

En la foto una de las paradas para descansar:



y así llegamos al pino más grande de la Sierra de Alcaraz donde, casualidades de la vida, nos encontramos con otro grupo de corredores de ultrafondo de Albacete capital. Paco Rivas conocía a un par de ellos por haber compartido alguna competición.





La siguiente foto inmortaliza el momento en el que nos reunimos ambos grupos:


Desde ahí tocaba subir por el monte, ¡no todo iban a ser pistas que permitieran correr!. Así que nos pusimos a la faena, y unos metros más arriba nos topamos con un pastor. ¡Esto parece Benidorm!, ¡Te encuentras a todo el mundo!.

La subida no fue excesivamente complicada pero si lenta. He aquí unas fotos de la misma:





David Jiménez estaba contento, disfrutando de las vistas...





De esta forma, a la hora y media de salir y tras 7 kilómetros recorridos, habíamos llegado al Pico del Gallinero. Ahí podéis ver a Joaquín el Presi, en plan montañero: 







Y en esta podeís comprobar la pendiente:




Una vez llegado arriba, Paco Rivas nos explicó cómo se llamaban los picos y valles que teníamos alrededor, y nos dio unas clases de historia, que nunca vienen mal. No sólo nos hizo de guía sino también de profe:





 


 

Tras reponer fuerzas comiendo algo ligero, nos dispusimos a bajar a un barranco, siempre hacia el norte, para ir por sendas más o menos estrechas, donde podríamos correr a ratos y conseguir alcanzar el Pico de la Almenara, el más elevado de la Sierra de Alcaraz. La bajada tampoco fue rápida, ya que no había senda, pero los parajes eran muy bonitos:



En esta foto, una parada técnica en un tremendo árbol que había caído. Se puede apreciar cómo llevo el tirante de la mochila atado de mala manera.




Después cogimos una senda relativamente rápida y echamos a correr. Llevábamos unos 8 kilómetros recorridos en 2 horas, es decir, había bajado la media a 4 kilómetros la hora. Entonces fue cuando sufrí el segundo accidente ya que el otro tirante también cedió y me quedé sin mochila. Aquí una foto de esta parada.



Ahí podéis apreciar la foto del cuerpo del delito. Así que Miguel Angel León me pasó su mochila, metí la mía y la mayoría de las cosas, y otras más pequeñas las repartí al resto. La mochila era grande y me bailaba bastante, pero era lo que había: esto era un entreno para la Madrid-Segovia y cuanto peor si pusieran las cosas mejor:




Desde aquí fuimos a buen ritmo corriendo por sendas transitables. Se aprecia como Francisco Rivas iba en plan competición total, ¡tanto que se difuminaba la imagen!:








Antes de llegar al kilómetro nueve llegamos a un río, y allí José Luis Camacho introdujo los pies en el agua fría para aliviar el dolor de su fascitis. El resto nos refrescamos un rato y tras otros 10 minutillos reiniciamos la marcha, cogiendo unos metros una carretera.




Tras esto subimos por un monte en busca de una senda que nos llevara al Pico de la Almenara, pero Paco no la encontraba y esta parte de la aventura fue quizá la más difícil, porque la espesura de la vegetación era considerable y había muchas zarzas y rosales, dejándonos literalmente la piel. Para colmo, se ralentizó aún más la marcha y seguíamos sin encontrar el camino. De esta fase no tengo fotos, porque bastante teníamos con saber dónde estábamos, pero si puedo decir que cuando nos pudimos orientar, habían pasado 50 minutos en los que tan sólo habíamos recorrido unos duros y escasos 2 kilómetros. La media por aquel entonces era de 3,5 kilómetros/hora. Pero llegamos a una pista ya bien señalizada y comenzamos a correr de nuevo. Teníamos bastante sed y ganas de refrescarnos y había una fuente a algo más de 1 kilómetro. El despiste nos llevó a tener que prescindir de uno de los puntos de nuestra ruta: El Encebrico, una bonita aldea abandonada. La fuente la alcanzamos cuando llevábamos unos 13,5 kilómetros y algo más de 3 horas y cuarto de aventura. Allí nos refrescamos y volvimos a comer algo para seguir por una pista fácil para correr y así poder alcanzar el siguiente destino: el Tejo Viejo.

Esta fue sin duda la peor parte del recorrido, porque me costaba correr y en las subidas andábamos, pero tras reiniciar la marcha todo me pesaba. Me preocupé pensando que llevábamos pocos kilómetros para estar tan mal. En cualquier caso, fuimos subiendo la velocidad media, ya que el terreno lo permitía y fuimos disfrutando de las vistas, hasta que llegamos al mencionado tejo, un árbol con más de 1200 años:





Ahí tenéis a Julián disfrutando de la sombra que daba "el abuelo":



Y aquí una bonita y extraña foto que me salió ya cuando nos alejábamos.


Desde ahí teníamos que ir hacia el oeste por sendas estrechitas y frondosas hasta llegar a las inmediaciones del Pico de la Almenara, pero en picos adyacentes. La cosa se ponía cuesta arriba otra vez, y había que caminar y escalar:




Al fondo el Pico de la Almenara, al cual teníamos que llegar. A estas alturas hacía mucho calor y las piernas estaban cansadas, pero seguíamos con buen ánimo. En cuanto a mi, ya estaba totalmente recuperado del pequeño bajoncillo. 



Otra foto en el que se ve al grupo, salvo a mi, que estoy echando la foto; detrás nuestro teníamos el siguiente reto:




Ahora sí se me ve: 





Tras esto, a seguir subiendo, más y más, entre piedras, rodeando, como podíamos: 





Y como podéis comprobar tras Enrique Cidfuentes, el mencionado pico ya estaba un poquitín más cerca: 




Alcanzamos una caseta con un repetidor, o algo parecido, y de nuevo allí echamos más fotos. A estas alturas, llevábamos 4 horas y 50 minutos y unos 20 kilómetros recorridos, a una media de poco más de 4 kilómetros la hora.




 


David y su objetivo, así podemos describir esta foto: 




Y ¡a bajar!. Paco Rivas salió a toda pastilla, y yo detrás. No sé cómo pude echarle la foto que veis sin que me cayese, porque la hice mientras bajaba a toda velocidad: 





Teníamos que descender y descender hasta llegar a una fuente al pie de la Almenara y desde ahí, subir prácticamente a cuatro patas hasta la cima. Llegados a la fuente, volvimos a refrescarnos, de nuevo comimos algo y yo terminé con lo último que me quedaba, muesli. A esas alturas me encontraba con fuerzas, pero cansado. Tenía ganas de correr más y ascender menos.

José Luis Camacho y Miguel Angel León se quedaron en la fuente esperándonos, mientras los demás nos poníamos a hacer quizá lo más duro de la aventura: quinientos metros de ascensión para ganar 120 metros. Seguí los pasos de Paco Rivas y cuando menos me esperaba ya estábamos llegando arriba, eso sí, las piernas dolían bastante:

Las vistas comenzaron a ser espectaculares:



Fijaros aquel punto que se ve: ¿es David, o quizá Enrique?: 




Todavía había un cacho por subir, fijaros en la cresta que se ve: 




Subidos en una piedra en una zona privilegiada. Se nos veía ya un poco "doblados", ¿no es así?: 





Y si no os creéis lo de lo privilegiado de la vista, mirad ahora: 



¡Mereció la pena todo esto para echar estas fotos!:




Y aunque no lo parezca, David estaba orgulloso de haber llegado hasta ahí: 




Desde este punto, decía Paco que en días claros se podía ver Albacete capital, nuestra Sierra del Peral, y montes de la zona de Murcia. Distancias de 100 kilómetros. Estábamos a 1.750 metros de altura según mi Garmin: 





Finalmente no todos consiguieron subir, y nos vimos arriba Paco, David, Joaquín, Enrique y yo. Enrique estuvo allí, doy fe, porque estas son sus magulladas piernas:




Desde ahí, tras 5 horas y 25 minutos de actividad y menos de 22 kilómetros recorridos, tocaba bajar despacio, con bastante dificultad. Eso hicimos. Abajo estaban Jose Luis, Miguel Angel, Pedro y Julián esperando. Paco nos comentó lo que nos quedaba: unos 8-9 kilómetros de bajada constante en los que perderíamos más de 500 metros de desnivel y que sería bastante rápida, para hacerla casi toda corriendo.



Esta foto muestra el cansancio acumulado: 





Y nos pusimos a correr por sendas estrechas hacia el sur. Yo me encontraba pletórico y sin molestias, pero con las piernas cargadas. Seguí a Paco en la bajada vertiginosa, pegando saltos, casi torciéndome tobillos y en definitiva dejándome el alma y metiéndome en el papel de los ultrafondistas de montaña. Cada kilómetro o así, parábamos y esperábamos a reagruparnos y de nuevo otro esfuerzo. Fue quizá lo más divertido de la experiencia. Como anécdota, en una zona muy resbaladiza estuve a punto de llevarme por delante a Paco, y cuando le avisé de que no podía frenar él apretó para evitar que le arroyara. Me consta de que alguno de mis compañeros se cayó, pero era lo más normal.

Finalmente, llegamos a una pista de tierra blanca donde paramos e hicimos un breve paréntesis. Desde allí nos quedaban unos 4 kilómetros cuesta abajo. En una pequeña fuente nos refrescamos y mojamos las gorras para soportar el intenso calor que hacía. Por aquél entonces, llevábamos algo más de 25 kilómetros y medio y más de 6 horas y cuarto de actividad. Comenzamos a correr y enseguida nos pusimos a 4´el kilómetro y por debajo de ese ritmo en alguna fase. Pedro Romero nos echó adelante, quizá con el ánimo de terminar, y Enrique Paco y yo le seguimos; luego Enrique se distanció un poco y Paco y yo fuimos detrás de Pedro a un ritmo bastante exigente para toda la tralla que llevábamos en las piernas. Fui un buen final para un largo y completo entreno. Por fín llegamos y dió alegría ver los coches. 6 hora y 45 minutos de tiempo total, al cual se le podía deducir 2 horas parados. Un ritmo medio de 4,5 kilómetros por hora para completar los casi 30 kilómetros finales.

Bebimos Aquarius fresquito que supo a gloria, estiré un poco y esperamos a que llegase el resto. Estas fotos que véis son de la llegada de los demás. José Luis tuvo problemas en una rodilla y llego una pizca rezagado respecto a este segundo grupo.





Tras descansar un rato nos fuimos en coche a Riópar, donde nos aseamos en una fuente en plena calle. El aseo fue tan completo que alguno de mis compañeros se quedó literalmente en cueros, al menos durante algún instante. No hay fotos de esta parte de la película, pero si las hubiera no las habría sacado. ¡Ah! El agua fría de la sierra es reparadora, doy fe. El colofón final fue la comida con la que nos homenajeamos en el Hostal Riópar: ensalada, bocatas (alguno lleno de morcillas), tostas de atún y tostas de morcilla y mucha mucha cerveza. ¡Los cuerpos estaban deshidratados!. Rematamos la faena con un buen helado y un buen café. Tras esto, el viaje de vuelta y objetivo cumplido.

Valga como anécdota que me fui a la Sierra de Alcaraz pesando 60,9 kilos, y que tras beberme calculo que unos 4 litros de líquidos, comer y tomarme el postre, al llegar a casa pesaba 59,2

Estos fueron los números que resumen la jornada:


 

El siguiente gráfico muestra la distancia, la altimetria y el ritmo. Los picos muestran los descansos:



Y esto ha sido parte de lo que pasó. Ocurrieron muchas cosas, pero que es que 12 horas de convivencia dan para mucho...









6 comentarios :

  1. Que envidia Javier, con lo que me gusta a mi la naturaleza y en estas fechas que es cuando mas bonita esta no puedo casi salir de casa por culpa de la alergia. Menudo reportaje y crónica, seguro que os lo pasasteis genial con mi tocayo Joaquín, que conozco y se que es buena gente, bueno una experiencia más y de las bonitas, yo creo que empezaré pronto de nuevo a correr que ya voy teniendo mono.
    UN SALUDO

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    1. A ver sí se pasa esta mala racha de polen y te deja de fastidiar la alergia. ¿Joaquín?, claro muy buena gente. Casi todos los runners tenemos buen fondo, o por lo menos es lo que me parece. Cuando comiences de nuevo a salir avisa que ya planificamos una salida

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  2. Javier, buena jornada, entrenamiento, experiencia, crónica, y reportaje fotográfico. Habrás sacado buenas notas, en cuanto a equipación (mochila incluida), preparación, etc., para los 100 km de la Madrid-Segovia; a parte de los 100 km, que ya son la leche!, también has de subir montañas como las de hoy?.

    Saludos, Emilio.

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    1. Sí Emilio, ha sido una experiencia estupenda que me ha servido en todos los sentidos. Además hoy me encuentro fuerte y optimista por lo que sé que ha sido un buen entrenamiento que he de repetir en el futuro. Pero una cosa te digo, no estoy nada equipado para este tipo de carreras, que son de otro mundo distinto al que estamos nosotros acostumbrados. Por otra parte, lo de ayer fue una excursión de montaña, con un montón de paradas y demasiadas escaladas. La Madrid-Segovia discurre por vías que permiten correr casi todo el tiempo. Hubo momentos en los que no podíamos ni avanzar entre la vegetación, eso no nos lo encontraremos en la carrera. En cualquier caso me cuesta imaginar lo que tiene que ser tanto kilómetro junto

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  3. VAYA ENVIDIA, A VER SI PARA LA PROXIMA NO ME LO PIERDO...
    POR CIERTO, ME HE QUEDADO FUERA DE LA MADRID-SEGOVIA, ESTOY EN LA LISTA DE ESPERA, NO PENSÉ QUE HABRIA TANTA DEMANDA... A VER SI HAY SUERTE. UN SALUDO.

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    1. Jo, me siento culpable, porque te llamé el otro día para avisarte de que no quedaban apenas plazas pero no lo cogías y no insistí. Con un poco de suerte te llamarán porque como sabes mejor que yo siempre hay gente que se cae de la lista. En cuanto a lo del domingo, fue una pasada, ¡me encantó!. Quizá demasiada escalada y demasiadas paradas, pero aún así estuvo genial

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