RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 5 de mayo de 2013

LA CRÓNICA DE LA XXX CARRERA POPULAR CIUDAD DE MANZANARES

Estupendo día, sin viento, pero ya por la tarde con algo de calor, veintidós grados, que para un 10.000 son más que suficientes. Mucha animación en la zona de salida, muchas caras conocidas, y un día a recordar: mi mujer, mi hermana y yo íbamos a correr la misma prueba. En el pabellón de deporte nos administramos nuestras tareas: yo ya llevaba el dorsal y el chip, porque son únicos del circuito, pero mi hermana y mi mujer fueron a recogerlo. Jorge, mi hijo,  se encargaría de la logística; llevaría el mochilón, su patinete y la cámara de fotos (el fotógrafo oficial de la familia). Comoquiera que yo tenía más tiempo, estuve charlando con gente del Pozo Norte, con gente del Extenuación y con otros runners que conocía, y cuando menos nos dimos cuenta ya era la hora de calentar. Me fui con Rafa, Julián, Óscar y Pedro a mover un poco las piernas y las sensaciones no eran malas del todo, pero hacía calor de más.

La carrera de Merche y Mari Carmen

Mi hermana, que arrastra molestias en los últimos meses que no le dejan estar al 100% había decidido acompañar a Merche en, su primera carrera con chip, y podríamos decir que en su primera carrera de verdad. La idea era no irse mucho más de 01:05 de tiempo final, y Mercedes estaba nerviosa por si entraba fuera de control (01:15); también le preocupaba su rodilla, la cual le suele dar problemas cuando lleva más de cuarenta minutos corriendo. Unos minutos antes de la salida, le dí un beso a mi mujer, otro a mi hermana y ya no las volví a ver más hasta el final de la prueba.

Pasaron por la alfombra en torno a un minuto y veinte minutos después de sonar el pistoletazo y comenzaron más fuerte de los estipulado, con los dos kilómetros primeros por debajo de los 6´el kilómetro. A partir del tercero su ritmo se estabilizó aproximadamente entre el 6´10´´ y el 6´20´´. Merche tuvo un cierto bajón en el cuatro y fue sufriendo (como veréis en las fotos de la crónica en imágenes), pero también disfrutó, y mucho. El calor le hizo mella y, sobre todo, una prueba tan larga para los pocos entrenos que realiza, pero, ¡ahí estuvo, dando el callo!. En el kilómetro 7 y pico un poco más y las dejan sin agua en el punto de avituallamiento, un pequeño fallo organizativo, porque se habían quedado sin botellas y les dieron una que contenía líquido vital fruto de rellenar de otras usadas, pero era o eso o no darles nada. Mi hermana fue haciéndole de liebre estupendamente, animándola y no dejando que se relajase y gracias a ello mi mujer fue capaz de mantener el ritmo; bueno, gracias a eso y a sus piernas, que finalmente aguantaron. Un poco antes del kilómetro 9 Marisol Gijón Rivilla, del Pozo Norte, en un gesto que le honra, tras haber terminado la prueba hacía más de 10 minutos, recogió el testigo de la liebre, y mi hermana tiró por delante. Jorge y yo estábamos expectantes en boca de meta deseando verlas llegar, y allí aparecieron (a mi hermana no la ví, y entró en 59 minutos, tiempo neto), pero sí tuve la oportunidad de ver a Merche con Marisol en unos magníficos 01:01:37, tiempo neto, aunque a ese había que sumarle el minuto y veinte segundos de lapso entre el disparo y su paso por la alfombra de salida. Estupenda carrera la de mi mujer, que no podía ocultar su cara de satisfacción. Sin duda una imagen que no olvidaré.

Mi carrera

Algo me decía que la cosa no iba a salir bien. Había demasiados elementos en mi contra: el haber perdido ya el pico de forma de la Maratón de Roma, los entrenos menos exigentes, el calor, mis molestias musculares, y sobre todo mi ambición, mi ansia por competir, que a veces hay que atenuarla. Sonó el disparo y trate de guardar fuerzas, de ir de menos a más, pero ¡que va!, dejé atrás a mis compañeros del Pozo Norte y me tiré yo sólo al vacío de la aventura. El kilómetro 2 lo pasé en 6´59´´, es decir, a incluso menos de 3´30´´ de media por kilómetro, y eso es como hacerse el harakiri. Tomé como referencia a Luis Expósito, que iba unos 40 metros por delante y traté de engancharme a su grupo, pero las sensaciones no eran buenas, no tanto por las pulsaciones, sino más bien porque las piernas no fluían, no iban sueltas del todo; claramente llevaba un ritmo demasiado forzado. Luis se fue yendo poco a poco, y mis piernas fueron apagándose. No llevaba el Garmin y tampoco miraba mucho; tan sólo me guiaba por sensaciones y éstas no eran buenas. En la zona del recinto del Fercam, antes del kilómetro 3 la cosa había empeorado, y quedaba todavía un mundo. Fruto de esto, me iban adelantando algunos runners, aunque yo también recogí algún cadáver que otro. En el paso por meta, sabía que iba todavía en tiempo para hacer una muy buena marca, pero no recuerdo que crono llevaba. Creo recordar que el punto kilométrico 5 lo pasé en 18´05´´ o algo así, pero bien sabía que no podría realizar una segunda vuelta como la primera, porque estaba con una tremenda pesadez de piernas. Así fue como antes de llegar al 6 paré: fue una parada técnica de unos segundos y volví a arrancar unos pocos segundos después, pero ya sin ritmo. No había llegado al sexto kilómetro cuando tuve que hacer una segunda parada, me eché a la cuneta e incliné el cuerpo hacia bajo: ¡estaba hundido!, pero también cabreado. No sé cuanto tiempo perdí, pero estimo que entre las dos paradas, en torno a un minuto y cincuenta segundos; tampoco sé porque cambié el chip del "derrotado" y me puse de nuevo a correr, quizá porque quería huir de la vergüenza de retirarme. Esta decisión es con lo que me quedo como parte positiva de esta carrera. Había visto pasar al menos a 25 o 30 corredores en mi descanso forzado, entre ellos a Rafa, del Pozo Norte y el tiempo a realizar ya me daba igual, tan sólo quería terminar la prueba. Me propuse coger ritmo y tuve suerte, porque logré alcanzar a Javier Araque y Patricia Sáez, de Valdepeñas. Él iba haciéndole de liebre y ella iba algo tocada, porque según me confesó después, también se había pasado de ritmo al comienzo. Iban a algo menos de 3´50´´ el kilómetro y con ellos pude asentar mi cadencia y recuperarme. En un par de minutos sentí como mis piernas se descargaban y comenzaban a fluir, y me eché para adelante, sin mirar atrás, y lo que quedó de prueba pude mantener y controlar la situación. A unos 80 metros veía a Rafa, pero no podía cogerlo, iba demasiado justo de fuerzas. La zona del recinto del Fercam fue de nuevo la peor, pero ya no iba tan mal como para querer volver a parar, y sabía que luego el terreno no era tan desfavorable. Llegué al kilómetro 8 marcando un 31 y pico, pero no recuerdo el pico y pensé que después de todo podría medio hacer un tiempo decente. El pequeño repecho de la plaza del Ayuntamiento costó incluso menos que en la primera vuelta y luego, la pendiente negativa me hizo ser optimista. Adelanté algún que otro corredor, pero me adelantaron unos cuantos que llevaban fuerzas extras, ¡ya daba igual!. Pasé por el noveno kilómetro y no quise mirar el crono, tan sólo me concentré en no perder el ritmo, y así, dejando pasar el tiempo me acerqué al final. Javier Araque me pasó igual que una moto (luego me dijeron que hizo su último kilómetro en nada y nada menos que 3´03´´, no me extraña viendo cómo iba). Giré para encarar meta, en un repechín de unos 200 metros que se me hizo eterno y paré el crono en 38´17´´, mi tercer mejor tiempo en un 10.000, pero lejos del 36´32´´ hecho en Minaya tres semanas antes. En seguida me dí cuenta que necesitaba echarme al suelo, y eso hizo. Rafa, que había entrado unos segundos antes trató de levantarme, pero le dije que necesitaba reposar. Jorge estaba a mi lado preocupado, pero le dije que no me agobiara y que en unos minutos volvería a ser persona. Me levanté y fui lentamente a por mi bolsa y luego regresé a la línea de meta para esperar a mi mujer. La desazón y la sensación de fracaso era tal que no tenía muchas ganas de hablar. ¡Eran demasiadas carreras batiendo mis marcas y un día así tenía que llegar!. Javi, es bueno que pasen estas cosas, porque los trayectos largos se construyen con altibajos, y con los baches es cómo se aprende a disfrutar de los momentos buenos. Luis Expósito me preguntó que tal se me había dado, y le conté todos mis problemas durante la carrera; él se había marcado un muy buen registro de 35´50´´ que ni en sueños podría haber firmado yo ayer. Mi ambición por bajar de 36´32´´ fue mayor que mi estado de forma y esa lección debería ser fácil de aprender para la próxima carrera.

La comilona final

Dejando a un lado mi pequeño drama egocéntrico, lo mejor vino al final, con la alegría de ver a mi mujer, toda una campeona y totalmente rebosante de orgullo y felicidad. La organización dio un montón de comida: empanada, cerveza, helados, tostas con aceite, y repusimos fuerzas (en especial Jorge que había currado mucho). Charlamos un montón: con Leandro Pintado, ¡menudo 10.000 hizo!, pronto lo tendremos de nuevo en la pomada, con los del Pozo Norte, con mi prima Begoña, que últimamente la está dando al trail, etc, etc. La única posibilidad de premio que nos quedaba era la de terminar en un puesto múltiplo de 30, ya que la organización premiaba a las posiciones 30-60-90... por ser la trigésima edición, pero no hubo suerte (concretamente yo me quedé el setenta y tantos).

Conclusiones

  • Cosas malas: exceso de ambición, exceso de celo competitivo y no saber escucharme. Incluso no saber sufrir, porque creo que habiendo aflojado un pelín podría haberme recuperado sin necesidad de parar.
  • Cosas buenas: la decisión de proseguir, huir de la retirada, olvidarme del tiempo final a hacer. También me quedo con el hecho de cómo se me recuperaron las piernas y cómo supe sufrir al final. Por último, el crono realizado: ya hubiera querido el año pasado por estas fechas marcarme un 38´. No me encontré cargado o con molestias musculares. Hoy me siento bien para salir a correr. ¿Qué más se puede pedir?


A lo largo del día espero colgar la crónica en imágenes.


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