RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 3 de mayo de 2013

JUEVES 2: EROSIONANDO MÁS SI CABE EL SUELO DEL CERRO DEL ÁNGEL

El Cerro del Ángel y yo ya nos conocemos. No digo el Ángel, es decir, el monumento que hay en lo alto de la colina, porque éste desapareció cuando una bomba lo hizo desperdigarse en miles de "angelitos de bronce" por toda la falda del cerro. Como curiosidad este era el monumento antes:



Y esto es lo que queda:


En esta ocasión, tras salir del trabajo y con una tarde muy agradable, me fui al mencionado cerro, pero el entreno con consistía en realizar varias ascensiones completas (cada subida tiene 1.000 metros con una pendiente media del 5%). Lo que hice fueron series de algo más de 300 metros, sin forzar mucho, que mis isquios están medio tocadillos. Me sentí bien, aunque en las bajadas, que las hice al trote, procuraba tener cuidado. Tras las series, que me llevaron unos 17 minutos, bajé y cogí la vía de servicio de la Autovía AIV para luego rodear los Cerros de La Aguzadera y regresar por el Camino de la Membrilla a casa, esta última fase la hice a buen ritmo, no más de 4´20´´ el kilómetro, y me encontré bien, bastante suelto. Me encantó el olor a primavera y la brisilla fresca. Me sentí especialmente vivo.

Me salieron 12.850 metros e hice 1 hora y tres minutos.

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