RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 1 de marzo de 2013

VIERNES 1 DE MARZO: ESTRENO MES; EL DEL DÍA "D"

Ya estamos en marzo. Gracias a esta curiosa variable indomable e implacable que se llama tiempo, que no se está quieta y que nos acerca a nuestro destino tratemos o no de ponerle remedio. Ya estamos a sólo unos días de la tensión, de los sueños recurrentes en los que me paso toda la noche corriendo la maratón, de la emoción, de sentirme muy vivo; y todo esto aderezado con el entorno de esta maratón: Roma, la ciudad eterna. Llegaremos en unas fechas señaladas, en pleno cónclave o con éste recién terminado. Seguramente no podré ver la Capilla Sixtina y hay probabilidad de que la organización se vea obligada a realizar cambios en el recorrido, según anuncian en su web.

Pero no me enrollo más, que esta entrada va dedicada al entreno de hoy; después de la considerable nevada de ayer, el día amaneció despejado y salió el sol, derritiéndose la nieve más rápido de los que mis hijos hubieran querido. Me pillé la tarde libre y me fui a correr tras dejar a la peque un rato en casa de mis padres. Tenía que rematar la semana con los casi 15 kilómetros que me quedaban, pero ya no iba a hacer las series que me tocaban. Me fui a las Aguas y desde allí al Peral y desde allí, dando algún rodeo, a casa de mis padres. Metí algo de calidad con una serie de cambios de ritmo de tres minutos de duración intercalados con recuperaciones más suaves de 2´, así desde los 20´, y me llevó hacer los 14.600 metros, 1 hora y nueve minutos.

No ha estado mal si hablamos de sensaciones y ligereza. Sigo siendo optimista

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