RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

LUNES 12: 45´SUAVES POR EL PARQUE

En estos días previos a la maratón, tres son los objetivos:
  1. No lesionarme.
  2. No perder la chispa necesaria.
  3. Tratar de memorizar el ritmo de la maratón.
Para ello, tras bajar drásticamente el kilómetraje (haré unos 45 kilómetros en los siete días anteriores al evento), he de tener en cuenta que si había de introducir intensidad, es decir, calidad en estas sesiones, ésta debería estar concentrada en los primeros días de la semana. Por ello la tirada larga del sábado pasado (8 días antes de la carrera), fue exigente en cuanto al ritmo pero no en cuanto a la distancia, tan sólo 20 kilómetros. Por ello, la sesión del domingo no fue tan larga como en otras ocasiones, sino que fue sólo de una hora pero metí bastante intensidad en la segunda mitad del entreno. Tras esto, las cinco sesiones restantes que estaban planificadas y que tenían actividad: lunes, martes, jueves, viernes y sábado, han de estar caracterizadas también por la bajada de intensidad, la relajación y la búsqueda de sensaciones relacionadas más con la mente que con el cuerpo.

El lunes por la noche, por tanto, me fui al parque relajadito y allí dí 5 vueltas, no sin antes asociarme con un par de runners que estaban en la faena también. Se hizo agradable mientras charlábamos, como no, de la maratón y de reservas de glucógeno. Tras esto volví a casa también suavito y me salieron 45´sin emplearme apenas, ya que hice unos 8 kilómetros.

Al llegar a casa tuve que ir corriendo a hacer una compra de urgencia al supermercado, y digo corriendo porque realmente cerraban, ya que eran casi las 21:30. Por ello, tras una ducha muy rápida y no sin estrés me fui volado a realizar mis obligaciones domésticas. Ya más tarde y tras cenar, me dí cuenta que no había estirado y justo sentía una molestia en el glúteo derecho, como si tuviera montado el músculo. Pensé, ¡vaya si me lesiono justo ahora!. Pero sé que hace falta mucho más que un pequeño dolor en el culete para andar preocupándome.

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