- No lesionarme.
- No perder la chispa necesaria.
- Tratar de memorizar el ritmo de la maratón.
El lunes por la noche, por tanto, me fui al parque relajadito y allí dí 5 vueltas, no sin antes asociarme con un par de runners que estaban en la faena también. Se hizo agradable mientras charlábamos, como no, de la maratón y de reservas de glucógeno. Tras esto volví a casa también suavito y me salieron 45´sin emplearme apenas, ya que hice unos 8 kilómetros.
Al llegar a casa tuve que ir corriendo a hacer una compra de urgencia al supermercado, y digo corriendo porque realmente cerraban, ya que eran casi las 21:30. Por ello, tras una ducha muy rápida y no sin estrés me fui volado a realizar mis obligaciones domésticas. Ya más tarde y tras cenar, me dí cuenta que no había estirado y justo sentía una molestia en el glúteo derecho, como si tuviera montado el músculo. Pensé, ¡vaya si me lesiono justo ahora!. Pero sé que hace falta mucho más que un pequeño dolor en el culete para andar preocupándome.
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