RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

MARTES 13: MEMORIZANDO EL RITMO DE LA MARATÓN

Martes y trece, y me jamón derecho me pinchaba. ¡Madre mía!, ¡A ver si voy a fastidiar ahora todo el trabajo realizado hecho durante tantas semanas!. Pero ya decía antes, que tiene que dolorme mucho para meterme verdaderamente el miedo en el cuerpo. Ese dolorcillo ya lo he sentido en otras ocasiones, y es que a veces, si no estiramos, ocurre que nuestro cuerpo nos lo agradece con toques de atención tales como ese. Me fui nuevamente al parque sin forzar nada y con esa ligera molestia, dí 4 vueltas asociado con un runner de los de "solera gran reserva", concretamente apodado "el haro" y que anda en las lides de los 101 kilómetros de Ronda y eventos similares. Obviamente el calentamiento se pasó rápido mientras charlábamos y justo a los 27´paré dispuesto a realizar 10 seriecillas de 300 metros a ritmo de maratón. La idea era ir a 4´15´´, lo que aproximadamente suponen hacer 1´16´´-1´17´´ el 300. Me puse con la faena, y del glúteo ni noticias. Me fueron saliendo a 1´12´´ y sin forzar en absoluto, siempre concentrado en recordar la cadencia. Iba recuperando aproximadamente 1 minuto, pero no se trataba de trabajar nada más que el ritmo, por lo que la recuperación no era en realidad más que una fase sin importancia. Tras terminar la décima me fui descalentando a casa con la idea fija de que estaba terminando el trabajo que comencé hace ya un montón de meses.

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