RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 26 de febrero de 2019

LA CRÓNICA DE LA MARATÓN DE MURCIA: AVENTURAS VALIENTES Y SOLITARIAS

La vida es una carrera por etapas y mi actual es la de la calma-chicha, esperando a ver si pasa algo..., mientras tanto Mercedes sigue a lo suyo, pisoteando el asfalto, eternizando su disfrute en las ultras y perdiéndose llena de alegría en la montaña. A cada zancada que da sigue engordando sus pretensiones...

Veintisiete de enero, aparentemente un día cualquiera, al menos para la mayoría de los mortales, pero para un puñado de locos extraordinarios no es una jornada más; esos de los que hablo se han dado cita en Murcia para sufrir y disfrutar viviendo una nueva dificultad...si tonto es el que hace tonterías, pues loco es el que hace....el que hace cosas como la de ese domingo, ¡dulce locura!

Si abres este periódico ves el titular en primera plana "Mercedes se tira a la piscina, y sin saber si hay agua en ella". Ya en la letra pequeña del artículo puedes descubrir los entresijos de este proceso...soy culpable, ...no me atrevo a hacerle de liebre en su quinta maratón, "con la venia, señoría, en mi defensa alego que estoy decadente y en mi descargo digo que escribo sobre su valentía con envidia sana", ...el juez me absuelve, ni la envidia ni la cobardía son delitos, a lo sumo pecadillos.

Pasemos a la narración que seguro que es de lo que se trata.

Donde el destino te lleve...es un dulce misterio

La llevé de la mano durante un tiempo, quise enseñarle lo que sabía, pero conforme fue aprendiendo aflojó la presión de su mano, se soltó y comenzó a marchar sola... Mis cometidos han quedado reducidos hoy a los de chófer con una biz periodística...

... salimos sin prisa de ese pueblo que me vio nacer y que probablemente alberga el molino de viento más grande del mundo, aunque quizá sea otra exageración más de esas que nos gustan a los manchegos; tomamos el camino hacia tierras murcianas y mi viejo Toyota capea las curvas de El Jardín como el primer día. Ya a la altura del cementerio de ese pueblecito llamado San Pedro le recuerdo a Mercedes que allí fue donde 17 años antes paré de urgencia para que echase hasta su primera papilla (embarazadísima que estaba de Jorge), y es que  el Alfa Romeo no tomaba tan bien las curvas como el Toyota. Cieza se muestra y miro el barranco donde se aloja, allí cobijado entre las rocas; al instante evoco un recuerdo: el teléfono de mis padres suena y alguien me ofrece plaza de interino en un instituto de esa ciudad..., soy cobarde y digo que no pero gracias a ello conozco a Mercedes unos años después.

Nos recibe la planicie donde descansa Murcia rodeada de pedanías y pueblos, presto atención a la "tía petarda" (la señorita del Google Map)...esa que ayuda a que la gente encuentre su destino, ¡bonito trabajo tiene!. En esta ocasión nos guía hasta el Hotel Bcool, en el casco histórico de la séptima ciudad más poblada de España. Las franquicias nos invitan a "tirar de tarjeta", pero bastante tengo yo con encontrar aparcamiento allá donde el peatón, afortundamente, le ha ganado la batalla al tubo de escape, y finalmente acabamos en un parking privado más caro por noche que alojar a toda tu familia en un hotel apañado.


Del Bcool y otras casualidades...

Tras un montón de aventuras y tantos amigos que aparecieron, soy consciente que algunos llegaron para quedarse, otros desaparecen para luego resurgir, pero otros muchos sólo quedarán en nuestro recuerdo: son los paisajes de Zihuatanejo, sueños envueltos en dulce incertidumbre...

Entramos en el hall del Bcool y nada más hacerlo me embarga una cálida sensación. Nos reciben tres personas que se muestran como si aquello fuera su casa y nosotros fuésemos invitados a los que estuviesen esperando. Pasados unos minutos Inés juega a "los barcos" con uno de ellos, apuesta divertida para así romper el hielo.., ¡pero ojo!, que con 6 tiradas cada "tocado" conseguido dará derecho a ¡una consumición gratis!. No saben que mi hija tiene imán para esto de los premios, como así se demuesra en el histórico de nuestras aventuras del running (revísese Onil 2016, Onil 2018, Aldenueva de la Vera 2.017, etc). En esta guisa consigue dos aciertos, ¡dos consumiciones!, y ellos generosamente nos regalan la tercera.

Nos enredamos en una charla afable con esta gente tan estupenda, y no sólo disfrutamos con ello sino que al paso me resuelven el problema del parking: ¡queda una plaza libre propiedad del hotel!



La habitación nos aguarda amplia pero acogedora, limpia y llena de detalles; la hacemos nuestra en tan sólo unos minutos y tras esto bajamos; cambiar el coche de sitio me hace sentir bien, como quien está orgulloso por reciclar en los contenedores de colores; estoy evitando el usurero enriquecimiento de la empresa concesionaria del parking y al paso me ahorro unos euros.




Caminamos hacia la feria del corredor y Murcia me sorprende con sus bonitos edificios y su ambiente; ya estuve allí otras veces pero no presté la suficiente atención, y es que hay que "revisar los rincones" para que los sentidos conquisten los sitios que visitas.






 Merche se gana una bolsa de corredor llena de detallitos, pero antes de salir del recinto yo trato de ser algo que no soy e intento dar un montón de toques seguidos a un balón, todo por conseguir el premio que se anuncia en ese stand..., lo único que logro es un doloroso tirón en la zona de mi maltrecha pierna.



El paseo por la ciudad continúa ya al anochecer y se adorna con un estupendo helado en un Smooy.

 

Para finalizar terminamos recargando hidratos en un garito donde nos ponen montaditos variados; y tirando de símil,  Merche es como un coche eléctrico enchufado a un punto de recarga en vísperas de un largo viaje en el que su dueño no sabe dónde podrá volver a enchufarlo. Antes de dormir nos cobramos el premio conseguido por Inés en forma de ricos cafés con leche condensada.

Murcia la verá correr en solitario

Mercedes, no duerme mucho esa noche, no así yo, que no me juego nada. A eso de las 6:30 nos hallamos ya en pie, ella desayuna en el cuarto de baño los complementos alimenticios planificados mientras yo bajo a tomar algo en la cafetería. Cuando regreso ya está totalmente preparada para la batalla.



La fría mañana nos recibe de sopetón, ella va correteando mientras yo la sigo a paso rápido. No da tiempo ni a calentar motores porque en un pis pas nos vemos en la zona de salida, con sus dos arcos, uno para el 10k y el otro para la media y la maratón.

 

Por allí aparecen Manolo y Kino, dos buenos y viejos amigos de Membrilla, y nos cuentan que han venido rodar los 42 kilómetros de cara al reto ultra del primero.



 Y llegados a este punto me meto en mi rol de reportero: avanzo con paso rápido en el mismo sentido de la prueba hasta que establezco mi primer punto de operaciones en el kilometro 1; allí espero al paso de los corredores que un rato después me cruzan desbocados; consigo grabar en vídeo a Mercedes. Primer hito ¡conseguido!.

Avanzo paralelo al Río Segura hasta que llego al puente donde monto mi segundo punto de vigilancia. Me da tiempo a reflexionar durante mi espera, y caigo en que han pasado 7 años desde  mi primera maratón, Estocolmo, y que ahora soy yo quien la sigue y no al revés... Unos cuantos minutos después veo pasar la tropa de maratonianos que se entremezclan con los que disputan la media, sin más distinción que el color de su dorsal. Saludo a Kino y a Manolo que avanzan relajados y sonrientes junto a otros compañeros del Club de Atletismo de Membrilla.




 y un rato después pasa Merche, fresca como una lechuga; la grabo en vídeo, segundo hito ¡conseguido!.




Con un sencillo traslado de 150 metros me situo en el punto kilométrico del 7 y allí cae el tercer vídeo. Le pregunto "¿qué tiempo llevas?" y ella contesta: "39 minutos".





Ando rápido, correteo a ratos, pero la pierna me recuerda la tontería del día de antes en aquel stand. Llego a las inmediaciones del Corte Inglés, y veo una cinta de cassette roja: Texas, su primer LP, el recuerdo de una compra hecha en ese mismo centro comercial 30 años antes, cosas que se hacían aprovechando los descansos sabatinos en mi "mili" en Alcantarilla.

En el punto kilométrico 14 un grupo de chicas voluntarias hacen body-gim mientras combaten el frío y de paso tratan de contagiar su ánimo a los allí presentes; en esta guisa pasa mi mujer, tan entera como antes. De repente un corredor me saluda, y necesito dos segundos para reconocerlo, es Carlos Utrilla, de Campo de Criptana, uno de esos amigos que de vez en cuando reaparece en nuestras vidas, y este es de los de kilómetros y kilómetros hechos y los que les queda por hacer.

Cuarto vídeo, de nuevo la misma pregunta y su respuesta es "una hora 18". ¡Va conforme al guión!.




Sin más que desplazarme 30 metros me sitúo en el edificio nuevo del Corte Inglés, kilómetro 16. Por allí pasa con Fernando, su nuevo compi, con quién compartirá martón un montón de kilómetros:




Una maratón es siempre una maratón...hasta el rabo todo es toro

Marcho apresurado al hotel, entro en la habitación y despierto a Inés que anda durmiendo cuan una marmota narcotizada. Salgo y regreso sobre mis pasos, de nuevo al Corte Inglés, kilómetro 21, otro vídeo...




... y regreso al mismo puente del segundo paso. Si la marmota es mi hija, esta maratón es como el día de la marmota, la película es Atrapado en el tiempo, regresando a los mismos sitios para encontrarme con la misma gente. En el puente un corredor que pasa me saluda y me dice "te conozco,...de la Quijote....", cabilo pero no caigo, ¿la Quijote Legend?, ¿la Media de Ciudad Real?...horas después recibo un mensaje en mi móvil, Julián Moya, con quien conincidí en la Quijote Legend de 2.014, ....amigos que reaparecen..., como lo hace el Guadiana.

Ahora los corredores se enfrentan a su esfuerzo y también a su soledad porque ya no comparten recorrido con los de la media. Merche pasa con buen semblante por el 28, lleva 2 horas 36 minutos...




...De nuevo al hotel, continúa el día de la marmota. Recojo a Inés y juntos volamos al Corte Inglés. Las del body-gim siguen con su fiesta y yo me impaciento porque Merche no llega y ya debería haber pasado. Una repentina ráfaga de viento se lleva por delante un montón de vallas, y justo en ese momento mi mujer aparece en el horizonte.  Los voluntarios se apresuran a recolocar el tinglado y ella tiene que zigzaguear para esquivar las que aún permanecen tiradas. A su paso la veo mucho más cansada.  




Unos minutos después, en el enésimo vídeo, Inés la anima con todas sus fuerzas, ya no la volvemos a ver hasta meta. Le queda lo peor...






...Cuando llegamos a la zona de meta el crono del arco de llegada marca 3 horas 42 minutos y el speaker canta que está entrando la tercera mujer. Todo está engalanado como en los grandes eventos y la organización logra escenificar con gran acierto un final muy bonito con el fondo de la preciosa fallada barroca de la catedral; pero los imponderables son eso, imponderables: el viento hace una de las suyas y en uno de sus arrebatos hace tambalear el gran arco metálico con el crono incluido hasta que el conjunto cae estrepitosamente al suelo. Suerte que en ese momento no está cruzando ningún corredor, porque menudo recibimiento hubiera tenido. Pasan los minutos, y justo cuando la impaciencia está tomando el control la veo aparecer a lo lejos, Inés se pone en paralelo y le agarra la mano para así acometer juntas los últimos metros...¡lo ha vuelto a conseguir!







 




 

Hundida con el sufrimiento subida encima de sus hombros, las piernas totalmente colapsadas, la rodilla dolorida, pero nada ni nadie le puede quitar esa satisfacción que muestra su cara; ha terminado su quinta maratón, y ¡bajando nuevamente de las 4 horas!, aunque sea por lo pelos: 3 horas 59 minutos 50 segundos. No habrá podium, quinta en la categoría +45,...¿qué más da?, ella ya es una campeona con o sin cajón.



Al rato llega Fernando, el que fue su pareja durante casi 15 kilómetros. Captamos el momento, y descubrimos a otro compañero, de los de este universo de locos.







Recuperando las piernas y otras cosas de la India.

Merche no se sienta un rato, está fuerte incluso cuando está débil..., anda a duras penas, pero tras comer un poco se viene arriba. Dos fisios se emplean a fondo con su banda iliotibial y regresamos los tres al hotel; tras una ducha que estoy seguro que le sienta muy bien, vamos al restaurante indio de al lado que por desgracia está hasta la bandera; toca esperar, y lo hacemos paseando, ¡como si no hubiese corrido bastante!; finalmente conseguimos mesa para así poder disfrutar de todo tipo de exquisiteces hindúes. Tras esto viene el check out y la despedida del Bcool y de sus gentes, no sin antes prometerles que hablaré de ellos en esta crónica, como finalmente así ha sido.

Y este es otro de los episodios de esta gran aventura. En esta ocasión la protagonista fue ella, pero "con la venia señor juez", aunque me absolvió cástigueme con la pena de acompañarla en la siguiente maratón tenga o no tenga yo ganas de hacerla. 

Agradecimientos

Gracias a la gente del Bcool que nos hicieron sentir como en casa. Detalles como lo de la botellita de agua y la barrita de cereales para los corredores muestran cuál es vuestro leitmotiv. Agradecidos por la organización que tiene una estupenda maratón a la que no le falta de nada, de hecho lo tiene todo, lástima que la gente vaya en masa a otras y deje casi de lado otros eventos que no merecen eso. Estoy seguro que crecerán.

 



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