RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 1 de octubre de 2017

DOMINGO 1: LA CRÓNICA DEL TRAIL ESPIRITU SANTO: ENTRE LA DECEPCIÓN LA DUDA Y LA IMPOTENCIA

Como eshabitual en lo que de mi se trata no suele haber escala de grises: os blanco o es negro, o todo sale muy bien o sale un desastre, y en esta ocasión resultó esto último.

Con la intuición de haber conseguido un estado de forma aceptable y que aún no he logrado el pico, me presentaba, junto con Mercedes, a este trail que pintaba bien duro, a juzgar por sus números: 32 kilómetros con +1800 de desnivel positivo y terreno muy técnico, o al menos eso es lo que decía la organización. 

Un poco más y no llegamos a tiempo, ya que anduvimos perdidos por las calles de Malagón tratando de buscar la salida hacia la aldea del Cristo del Espiritu Santo, a unos 12 kilómetros. Finalmente llegamos con el tiempo justo para recoger la bolsa, el dorsal e ir corriendo al coche para ponernos el chaleco y así sin calentar dieron la salida.

Yo ya sabía que los dos primeros kilómetros iban a ser duros porque había que salvar 350 metros y por terreno de pedriza: así fue, sin duda, pero el tercero y el cuarto no lo fueron menos ya que aunque íbamos bajando lo hacíamos por terreno muy complicado, verdaderamente complicado. Ya desde la salida mi posición en la carrera era buena, entre los 6primeros, y aunque iba suelto decidí bajar el pistón y no picarme mucho, por lo que dejé que me adelantaran unos pocos corredores para no sufrir luego las consecuencias.

De esta forma llegué al 5,5 con la segunda subida dura, en la que prácticamente tuvimos que escalar. Antes de llegar a la misma había necesitado casi 41 minutos para cubrir la mencionada distancia, lo que da una idea de que no iba a ser fácil. Alcazamos el kilómetros 7 y lo más alto, en una zona donde hubo que acostumbrarse a ir de piedra grande en piedra grande cuan nenúfar. 

La bajada posterior fue más rápida que la primera y en el nueve, pese a las molestias en mi planta del pie, estilo ampolla, concretamente cuadré el 8º en 4´12´´ y además gané algún puesto entre medias. Llevaba 1 hora y 10 minutos. Tocó ir por una pista en la que picaba hacia arriba normalmente, y en ese momento pasé una pequeña crisis, las piernas no iban del todo. Me alcanzaron Jesús Madrid y David Sevilla, dos cracks valdepeñeros, y era lo normal, lo esperado. Sin embargo conseguí que no se descolgaran e hicimos tandem.

Después tocó subir y subir, 2,7 con manos en los cuadriceps, y yo iba contento, me sentía bien y no se me escapaban, tampoco se me fueron en la bajada, bastante pronunciada y algo técnica, alcanzando el 13,5 en 1 hora 41 minutos. Luego tocó una zona corrible en forma de tobogán, y ahí me defendí bien hasta el punto que conseguimos llegar al 17,5 los tres en lo que iba a ser una nueva subida, y de nuevo conseguí cumplir bien, no me encontré mal, y como David se quedó esperando a Jesús yo me eché adelante en la bajada, y de nuevo volví a sentirme bien, miraba para atrás y no les veía hasta que llegó el problema: en el 20 cuando llevaba 2 horas y 34 minutos, consumiendo mi tercer turroncillo y con más de medio litro de isotónica consumido, y me despisté, bajé por una senda de fuerte pendiente hasta darme cuenta de que no había balizas, así que tocó dar media vuelta y subir la fuerte pendiente totalmente contrariado. Me llevó perder 8 minutos valiosos y coger un tremendo cabrero, pero conseguí adelantar a dos corredores en la bajada posterior y luego en el avituallamiento del 22, donde no paré (yo llevaba casi 22,8) miré para atrás y había dejado a ambos bastante retrasados. Pero un rato después me volví a despistar y continúe por una senda con olivos cuando debería haber girado a la izquierda para encarar la penúltima subida. Otra vez tras los dos corredores con otros 4 minutos extras perdidos. Y fue en esa subida en la que de forma inesperada y casi inexplicable me ví impotente de cazarlos porque las piernas y no iban, pero yo no estaba cargado, era un episodio de falta de sales y mi cuerpo no admitía tomar nada, aunque tampoco llevaba el estómago mal. Un problema que quizá hubiera podido resolver pero que no supe cómo, quizá por que andaba de moral bastante bajo. La subida se hizo eterna y tuve que parar varias veces agachado, porque no iba. Me adelantaba gente y más gente, me preguntaban y a esas alturas yo ya estaba encabronado y roto. En la bajada hacia el avituallamiento trate de correr un poco pero me costaba horrores. Llegué al mismo y allí traté de recuperarme con agua que estaba caliente. No podía ni estar erguido y aún así decidí continuar con la subida de 700 metros que tenía ante mí, y el resultado fue que no pude con ella, me comió la moral el ir tan mal cuando no mucho tiempo antes iba tan bien. Así que me tiré al suelo, descansé y dí media vuelta hacia el avituallamiento donde arrojé la toalla. Casi 28 kilómetros que supongo que sirvarán de entreno para lo que me espera, que no es moco de pavo.

 Los minutos de después fueron desagradables por los constante calambres, pero podía beber y pronto comer y el melón me recuperó.

Finalmente ví pasar a Merche, iba bien como siempre, le dije que no se preocupara que me encontraba bien y tocó esperar a que terminase la carrera para poder regresar en el coche de Protección Civil a la aldea. 

El resto lo de casi siempre: cháchara, Merche segunda veterana, más cháchara y yo, como muchas veces, desencantado, como remando contra corriente, mi principal hobby: hacer, hacer, proponer y salvo raras excepciones no recoger.

Ahora me veo con una maratón a la vuelta de la esquina y con autoestima y autoconfianza cero patatero.

En una entrada posterior cuelgo una entrada por lo de Mercedes



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