RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 29 de septiembre de 2017

JUEVES 28: UN POCO DESENCANTADO CON MI RITMO

Ayer por la tarde me calcé las NB Flesh Foam Zante, con las que no acabo de encajar, al menos por ahora, pero realmente necesito ir haciéndome con ellas puesto que no tengo otra cosa para correr la Maratón de Valencia. Decidí cambiar el Circuito de la Vega por el Circuito del Hotel el Hidalgo, este último todo asfalto y muy lineal. La idea era fijarme en las condiciones de la maratón y tratar de captar una cadencia más adecuada al ritmo de una maratón. Desde el comienzo, aunque voy calentando, trato de no "dormirme en los laureles", pero no voy cómodo, algo que ya esperaba. Las cuestas que me llevan al Restaurante La Aguzadera no me hacen sentir mejor, ni mucho menos. Ya en la vía de servicios la pendiente es negativa y me lanzo un poco, pero no hay forma de ponerme en situación: no se trata de una cuestión de oxígeno ni de pulsaciones, se trata de soltura muscular. En cualquier caso llego al camino que cruza y girando a la derecha subo el puente que hay en la zona del Hotel el Hidalto; ya llevo algo más de 6 kilómetros y hace un rato que apagué el crono, ¿para qué llevarlo en marcha?. Mi regreso no es mucho mejor, por momentos quiero y casi puedo coger un ritmo cómodo, pero en esencia triunfa la irregularidad. Subo la cuesta que me lleva a la rotonda de la falda del Cerro del Ángel sin grandes problemas más allá de los referidos y bajo hasta la Avenida de las Tinajas y es allí donde trato de meter un par de marchas y aunque aumento el ritmo no voy cómodo. Ya en la Avenida tengo algún rato bueno, pero es breve. Llego a casa pensando que la semana ya está "liquidada" y si sumo el viernes un trote regenerativo habrá vuelto a clavar otro 90 de distancia, en mi sexta semana hacia Valencia. Son demasiados seguidos, demasiada caña metida y veo pocos resultados. Espero sentirme mejor cuando el domingo en Malagón me toque hacer 32 kilómetros con +1800 metros de desnivel positivo, que aunque me los tome con calma se antojan duros.


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