RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 3 de julio de 2017

DESDE EL 24 AL 30 DE JUNIO: TERMINO JUNIO EN CURICÓ (CHILE)

Como ocurriera hace más de seis años, un par de meses después de inaugurar este blog, toca volver a correr en Curicó. Y como mi viaje era por cuestiones laborales y muy denso en cuanto a la agenda, ya contaba con que en estos días iba a correr poco y posiblemente mal. En Chile es invierno y los días son muy cortos, en país extraño, demasiados aditamentos para poder sacar huecos para realizar sesiones.

En cualquier caso el sábado sí que podíamos correr en España, y eso hicimos Merche y yo, el día en que mi padre cumplía 90 años, habiendo llegado a su cumpleaños con pocas fuerzas pero con ganas. Es decir, era día de celebración y mi padre se hizo su particular maratón para poder estar con todos nosotros y poder inmortalizar un momento que es difícil que vuelva a repetirse, aunque duela escribirlo


Pero antes de la misma mi mujer y yo habíamos salido a correr sin apenas agua, con mucho calor y muchos ánimos. Cogimos el Camino de Don Bernardo pasamos por los pinos en el kilómetro 6 y pude comprobar como le iban las piernas a Merche, a pesar del calor y del malestas digestivo que comenzó a sentir. En el 7 cogimos una senda hacia la vega del arroyo del Peral, corrimos por la misma y regresamos por la otra margen para llegar al Albergue Juvenil el Cañaveral, que afortunadamente ha sido reabierto. Nos refrescamos en Las Aguas y tomamos el camino empinado para regresar por el camino que llegado a las olivas nos lleva al Camino del Peral a la altura casi del inicio del carril bici. Y de ahí hasta casa para realizar algo más de 17 kilómetros bien largos y calurosos pero hechos con ganas.

Después vino lo bueno, la comida, la celebración ya comentada y tras esto la preparación de las maletas, momento que había pospuesto para el final, quizá porque no tenía ganas de irme. Mi mujer me ayudó a hacerlas y tras esto ya no sabíamos que hacer, si ver la tele o irme a la cama y despedirme. Hice esto último, que tenía que madrugar un montón porque tenía que estar en Madrid a las 9 horas en una reunión previa a mi viaje.

Llegué a la hora prevista al aeropuerto y todo salió bien allí, me compré un libro en inglés, para practicar y embarqué rumbo a Iberia; jugaba mi Alba a las 20:30 horas su definitivo partido para ver si subía nuevamente a 2ª y estaba esperanzado en poder comprar dos horas de WIFI a Iberia llegado el momento, y tras casi 8 horas largas llegó la hora, compro y resulta que son megas, y que se esfuman a la velocidad del rayo, no pudiendo ni ver una sola imagen del partido. Es entonces cuando me doy cuenta de cuanto dependemos de esto de las nuevas tecnologías, porque un sentimiento de impotencia terrible me asaltaba al no poder hacer seguimiento del mismo. Mi vuelo llega a Lima tarde, porque habíamos despegado con retraso, así que toca correr para llegar a la hora límite de embarque. Afortunadamente no tuve problemas y de nuevo otro vuelo, esta vez algo más corto, 3 horas, para llegar a Santiago, justo a las 23:10 horas hora local tras 19 horas reales de tránsito. Se podía decir que ese día yo ya había hecho mi particular sesión de entrenamiento corriendo por los pasillos de los aeropuertos...; pero lo mejor estaba por llegar. Tras pasar un horrible control de aduana de entrada, horrible por lo lento, llego a la recogida de equipajes y veo girar un montón de maletas, todas menos la mía. Resultó que todas las malestas del vuelo con escala en Lima se habían quedado en dicha ciudad, ¡pues vaya!. Tras hora y media de trámites salía todo hecho polvo del aeropuerto

Llegué, y gratis, en una furgoneta al Holiday Inn de la zona del aeropuerto, más cansado que un perro, y pude llevarme una buena noticia: el Alba ya era de segunda, pero yo estaba sin maletas, mal había comenzado el viaje.

Al día siguiente en Santiago me moví ágil en autobús, metro y anduve. Eché unas fotos, hice de turista y llegué a mi segundo hotel, donde haría noche y me recogerían para ir a Curicó, pero el viaje había nacido "de nalgas", recibía un correo diciéndome que la persona con la que tenía que viajar a realizar mi primer cometido estaba indispuesta y tenía que hacerlo yo solo. Así que en el Hotel Boutique Reyall y gracias a la colaboración de su personal obtuve un coche de alquiler e incluso un chofer para regresar el vehículo a Santiago. Ese martes estuvo ocupado en parte por la recupeación de mi equipaje en el aeropuerto, y el viaje a Curicó, pero al menos pude charlar largo y tendido con mi contertulio, un tío muy amable cuya familia tenía el negocio de "rent a car". La tarde fue complicada por las cosas que tenía que hacer, así que ni domingo, ni lunes ni martes había salido a correr un solo kilómetros, hubiera sido imposible; pero eso sí, el miércoles, bien temprano, casi de noche aún, hice una pequeña sesión de unos 7 kilómetros con doble subida al Cerro Condell, que ya conocía de 6 años atrás. Y el jueves repetí la salida matutina para hacer más o menos lo mismo por la misma ozna, en este caso unos 7,5 kilómetros. El trabajo era complicado y absorbente y lo de correr un rato viene bien en realidad.

Y con todo este rollo echado concluyo para reapitular en una semana de entrenos de tran sólo tres sesiones y 32 kilómetros, digamos que había sido una semana sabática.

La siguiente se planteaba similar, aunque tenía el fin de semana para poder organizarme y poder correr con tiempo, como de hecho he conseguido llevar a cabo.


2 comentarios :

  1. Normal la disminución de kilómetros en esta semana, amigo. Con tu permiso me quedo por tu blog revisando tus andanzas. un abrazo

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    1. Gracias por tu comentario y gracias por entrar en mi humilde blog. Han sido días complicados tanto para correr como para escribir, pero yo estoy de vuelta. He podido actualizar todo lo acontecido hasta hoy y estaré encantado de que entres cuándo te apetezca. Un abrazo

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