Aquel lunes tocó comenzar los cinco duros días laborales y compaginarlos, como siempre, con esto del running. Pero las sensaciones de un tiempo a esta parte vienen siendo buenas y todo es mucho fácil así. No me costó salir, y en seguida me dí cuenta que las piernas no pesaban y eso viniendo de un duro esfuerzo en Casares, como el de unas horas antes. Así que planteé el circuito de 11 kilómetros y medio yendo por el Camino de Membrilla para volver por el Carril del Yeso y todo ello aderezado con un interval 2´fuertes y 3´suaves. Cierto es que era un poco una borriquería meterme tanta caña, pero lo dicho, las piernas van y no me costó afrontarlo, iba bien. Eso sí, ya llegando al pueblo decidí cortar pues llevaba unos 45 minutos con cambios de ritmo y tampoco era cuestión de hacer tonterías.
No hace muchas semanas hablaba de pozos, oscuridad, cosas negativas, y hoy, en cambio y por suerte ya puedo ver las cosas de otro color. Estoy donde quería estar, al menos para ponerme el mono de trabajo y seguir avanzando.
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