RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 10 de abril de 2017

LA CRÓNICA DEL V RETO VICTOR ARAQUE EN JAMILENA

¡Changes!, como en la conocida canción de David Bowie

 "Ch-ch-ch-ch-changes (cambios)
Turn and face the strange (da un giro y encara lo desconocido)
Ch-ch-changes (cambios)
Don't want to be a richer man (no quiero ser un hombre más rico)
Ch-ch-ch-ch-changes (cambios)
Turn and face the strange (da un giro y encara lo desconocido)
Ch-ch-changes (cambios)
There's gonna have to be a different man (sólo tengo que ser un hombre diferente)
Time may change me (el tiempo puede cambiarme)
But I can't trace time" (pero yo no puedo rastrear el tiempo)


Parece que ha dejado de llover y sale el Sol, con él llega otro capítulo en esto del running, titulémoslo "Afrontando una nueva salida a la luz tras estar en ese oscuro pozo". Este nuevo episodio comienza a desarrollarse un bonito domingo de abril, con las nubes escondidas, temorosas de regar con aguas nuestros campos; suena el despertador del nuevo móvil de Mercedes y despegamos nuestros perezosos párpados; hoy toca carrera nuevamente, es un día especial. Subimos las escaleras del sótano (estamos en casa de mis suegros en Linares) y cada escalón que conquisto me va despertando un poco más. No perdemos mucho tiempo y tras un desayuno rápido cogemos rumbo a Jamilena, un pueblecito a unos 15 kilómetros de Jaén capital en plena Sierra Mágina que hoy verá a unos cuantos locos conquistar las montañas colindantes.


Lo de mis isquios empieza a ser historia escrita en este blog y por ello los oscuros se tornan a luminosos, pero sin deslumbrar. Ya no puedo poner mis maltrechos músculos por excusa, así que hoy correré por mi cuenta, no haré de liebre, y presiento que no se va a volver a repetir la fatal experiencia de Baños de la Encina un mes antes (arrastrando mi pierna izquierda los últimos 5 kilómetros). En este largo libro que escribo tocan cambios, porque estoy calzando unas nuevas zapatillas de trail, unas La Sportiva Bushido como las de la imagen:


Es la primera vez que voy a disputar una prueba con un calzado que no he probado previamente, y es que el día de antes Mercedes y un servidor habíamos ido al Decathlon de nuestro pueblo a ver si encontraba unas zapas de trail que sustituyeran a las Saucony Peregrine, que están bastante deterioradas, y la búsqueda resultó infructuosa pero yendo para casa se me ocurrió pasarme por Intersport y mire usted por donde encontré estas zapas a buen precio, justamente el número que buscaba, ¡un toque de suerte no viene mal!. 


Pero regresemos a esa bonita mañana de domingo, recogemos los dorsales entre un montón de gente con buena pinta de montaña, en Jaén se cuece movimiento de trail. 



Nos cambiamos y calentamos un rato alrededor del coche; tengo buenas sensaciones con las zapas, las noto flexibles y siento el asfalto, además me encuento bastante suelto dentro de lo que vienen siendo "mis sensaciones" de los últimos meses, casi años, que no son para tirar cohetes precisamente. 


Se acerca la hora de la salida pero hay más cambios.. , "da un giro y encara lo desconocido...ch-ch-ch-changes" le doy al Garmin para que busque satélites pero salen cosas raras en la pantalla, justo como ocurriera en Baños de la Encina, creo que por fin se ha muerto, y es que ha prestado dignamente sus servicios durante 6 años intensos. Tomo una decisión difícil: me acerco a un contenedor de basura y lo tiro sin más, me doy media vuelta y no miro hacia atrás, ¡Adiós mi Garmin Forerunner 205!; hoy correré por sensaciones sin saber ritmos, ni distancia ni tiempo, "sólo tengo que ser un hombre diferente", "el tiempo puede cambiarme", "pero yo no puedo rastrear el tiempo" (paradójicamente no podré rastrearlo en esta carrera). 

En línea de meta nos encontramos con Juan Bautista, un chaval cordobés afincado en Valdepeñas que habíamos conocido un día que estábamos subiendo a los molinos eólicos de la Sierra del Peral. Charlamos un rato, le doy la mano a nuestro colega, le doy un beso a mi mujer y todos nos deseamos suerte y sin más dan la salida "sólo tengo que ser un hombre diferente"."ch-ch-ch-ch-changes".


Esta aventura es diferente porque vengo de trepar por las piedras de las paredes frías del pozo

Siento que no estoy compitiendo, siento que estoy disfrutando, no quiero que mis sentidos se pierdan nada de lo de mi alrededor, por lo que no quiero aumentar el ritmo de la marcha, quiero disfrutar de no sentir molestias. Tras varios callejeos por este pueblo lleno de cuestas encaramos una tremenda cuesta que nos pone a todos firmes, pero como voy bastante sobrado también la disfruto. Son los primeros metros de desnivel positivo serios de entre los casi +1500 que tendremos que afrontar, pero no estoy preocupado, de hecho quizá voy demasiado despreocupado y también algo despistado por no haber reparado en el color rojo  que se veía en el perfil de la prueba, justo en la últimasubida, que significaba pendiente de más del 20%, pero eso pertenece al futuro y en aquel presente yo andaba disfrutando




Adelanto a gente, adelanto a una chica que tiene buena pinta, esa debe ser la primera clasificada . No quiero andar en la cuesta continuada por pista y senda que nos lleva a la Peña de la Fuente, un pico de casi 1000 metros de altura; tan sólo hay que salvar unos 150 metros y las piernas van frescas por lo que practicamente lo hago corriendo de un tirón y alcanzo el alto en el kilómetro 4. Lo único que me va a incomodando es el hecho de que mi pie izquierdo se me ha dormido y me molesta bastante; es una consecuencia clara de un mal momento para estrenar zapas, aunque más allá de ese detalle voy comprobando como mi nuevo calzado responde bien. No tengo ni idea de nada, ni el tiempo que llevo, ni el ritmo, pero no me importa, hoy imperan las sensaciones y ahora toca bajar; es ahí donde noto la diferencia con las saucony, voy encantado, tanto que hasta bajo rápido en una bonita senda serpenteante y alcanzo el kilómetro 7, ahora toca subir, y así va a ser hasta el 13, seis kilómetros continuados. Hace rato que me he echado unos buenos compañeros de viaje: tres corredores de un club de montaña de Jaén que van compitiendo como equipo, me gusta su ritmo y me gusta como suben, así que trato de no quedarme atrás ni tampoco tirar para adelante, y sobre todo...sigo disfrutando. En el kilómetro 8 y pico, eso dice el cartel, encuentro el primer avituallamiento y bebo isotónica, cojo un cacho de plátano y un cacho de naranja, no pierdo más tiempo que se me escapan mis compis. La subida ya no es tan empinada y se puede correr rápido, y en este tramo hago la goma, porque me voy hacia adelante dejando al trío por detrás; siento que voy corriendo en torno a un ritmo de 4´30´´ y no me cuesta, las zapas son rápidas, aunque siento de vez en cuando como se me duerme el pie izquierdo. 

En el 11 sufro mi primer accidente (habrá alguno más después), y es que salimos de la pista y nos metemos por una senda, pero con las gafas de sol no veo la zarza en mitad del recorrido y me la trago entera en un gesto de protección con los brazos. Siento como me araña la piel de mi antebrazo derecho y de mi sobaco, y duele y escuece a partes iguales, pero no se puede bajar el ritmo, subimos hasta La Grana, un alto a 1261 metros de altura y pillo a un corredor con el pelo blanco justo en lo más alto. En la bajada técnica el trío de Jaén nos adelanta a ambos, sin duda un kilómetro que haría las delicias de un buen corredor de trail, no de mi, que de técnica ando justo. Pero luego viene la pista de nuevo y es ahí donde mi nuevo compañero y yo cogemos buen ritmo y damos caza nuevamente al trío. Me comenta que está cargado, que viene de correr la Maratón de Badajoz y lo ha hecho en nada más y nada menos que en 2 horas 47 minutos. Este comentario me asusta y me da por pensar que quizá voy "por encima de mis posibilidades" siguiéndole la cadencia. Llegamos al segundo avituallamiento y vuelvo a repetir lo mismo que en el primero salvo por el plátano: bebo isotónica y cojo una cacho de naranja. Mi compañero sale delante y yo le sigo pero poco a poco se me va escapando, tiene demasiado ritmo y yo quiero seguir disfrutando y no comenzar a penar, que aún queda la mitad. 

Tenemos que volver a subir unos 100 positivos y me reservo un poco, me caza el trío y ya sé que no lo volveré a ver, van demasiado concentrados. Me veo solo y no sé que me pasa, me despito yendo por una pista estrecha y tropiezo con una piedra hasta dar con mis huesos en el suelo. En seguida noto el dolor agudo en mi rodilla izquierda, la cual sangra bastante; también me he hecho heridas en ambas palmas, pero no tardo más de 2 segundos en levantarme y me pongo a correr aunque las primeras zancadas son horribles, me duele mogollón. Sin embargo, a pesar de comenzar a bajar, voy notando como el dolor pasa a molestia y poco a poco se me olvida lo del "guantazo". De hecho toca bajar por una ancha pista unos -200 y ahí meto caña de nuevo. Me adelantan dos corredores más llegando a las canteras, kilómetro 21, donde hay un nuevo avituallamiento. Se me van a ir, no me siento muy guerrero. Bebo isotónica, me refresco la nuca con agua y un nuevo cacho de naranja, ¡para adelante!. La siguiente parte es muy bonita y la disfruto, pero las piernas ya no son lo que eran, de hecho esos dos ya los estoy comenzando a perder de vista. Es entonces cuando miro a la izquierda y veo Jamilena, a no más de kilómetro y medio, pero no vamos para abajo, sino para arriba, ya que el camino enfoca a una senda empinada y un macizo bastante alto que hace sombra, queda lo peor, ¡ahí están las pendientes que no quise analizar en el perfil!.

 Trepando por el pozo casi me caigo al fondo

La subida se hace pronto muy empinada, y es que no había previsto yo este cacho tan exigente. Un par de corredores del mismo club del trio aquel de Jaén me pillan y yo me pego a ellos, pero las piernas cada vez van más justas, siento que se van quedando sin oxígeno, y además echo en falta las sales, que se ha dejado Merche en Linares, y es que el calor también aprieta. Son algo más de 2 kilómetros en los que hay que salvar unos +350 metros y sin duda que me pillan en fuera de juego. Los dos de rojo se me caban yendo, me adelantan otro par de corredores más y llego a una intersección donde aparecen lo del trail corto y los senderistas, nos vamos a juntar todos en lo alto. Llego a la cima bastante cargado y con principio de calambres. Hay avituallamiento pero apenas sí bebo un poco y rápidamente salgo pitando, estoy deseando llegar.


La bajada, al principio poco pronunciada, es horrible porque llevo las piernas muy tocadas y los gemelos se me montan; por momentos compito con gente bastante inexperta que son del trail corto pero en mis condiciones yo parezco peor; sin embargo sé que las piernas se van a recuperar, ya ha ocurrido en otras ocasiones, y así es, unos 10 minutos después comienzo a coger mejor ritmo y ya no me cuesta tanto bajar. Obvio el último avituallamiento ya a tres kilómetros de meta y me voy "viniendo arriba" bajo la idea de que las piernas ya respiran. Y así voy llegando a los olivos, los olivos se rodean de un camino, el camino deja paso al carreterín asfaltado y éste es el preámbulo de las primeras casas del pueblo. En seguida me doy cuenta que estoy llegando a meta, y lo estoy haciendo con buena cadencia. Veo el crono en el arco hinchable,  2 horas 58 minutos para lo que dicen han sido casi 28 kilómetros. Paro y hago rápido chequeo de daños. Las piernas bien, los gemelos se quieren agarrotar, los isquios perfectos, el pie medio dormido, pero de eso ya ni me acordaba, la rodilla comienza a doler tras parar, los arañazos escuecen, pero es para estar contento, ¡y lo estoy!.

Me hallo muy lejos de mi mejor rendimiento, pero al menos así sí que se puede. Quise dejar de estar lesionado y el deseo se ha cumplido, no puedo pedir mucho más, tan sólo puedo seguir trabajando.

Me siento en la cera en un cacho de sombra, y espero a Merche, estimo que le va a llevar hacer el recorrido unas 4 horas atendiendo a la dificultad de la prueba, pero no, oigo por megafonía como el speaker canta su nombre, en 3 horas 40 minutos. Creo que con un poco de suerte vuelve a subir al podium...




Alegrías en las memorias de este matrimonio

Y nos llevamos otra alegría más. Merche llega bien, fuerte, sin molestias, disfrutando. Es la cuarta mujer y en su caso hay una única categoría, pero subirán al cajón las tres primeras de la clasificación y luego las tres primeras de la única categoría y ella acabará subiendo como primera en este segundo podium. ¡Enhorabuena!







La jornada se completa con bebidas fresquitas y una rica ración de paella que nos procura la organización. Esta es la parte de la jornada que podríamos denominar como "la de la satisfacción".






 Y otra más en este 2017, ya van cuatro (Maratón de Castellón, Trail de Baños de la Encina, Corretrail en Corral de Calatrava y esta que os he narrado). Ahora toca ver nuevos retos antes de que se nos eche el verano encima.














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