RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 24 de marzo de 2017

JUEVES 23: EL POZO ME DA UNA TREGUA Y LOGRO VER UN HILO DE LUZ

Ayer jueves logré realizar otra sesión, lo que suponía realizar dos seguidas, y eso es mucho teniendo en cuenta como comencé la semana (con ánimos de no hacer ni un solo kilómetro). Como las tensiones musculares de los isquios de mi pierna izquierda habían disminuido mucho no tuve reparo en volver a probar y creo que hice bien porque, como ocurriera en el día anterior, la pierna respondió sin agarrotamientos ni tiranteces, sin pinchacitos ni espasmos raros, yendo suelta. Por ello me encomendé a un circuito de 8 kilómetros y medio, el del Camino del Peral pasando por el camino que cruza al del Aeródromo para regresar por el Carril del Yeso. El ritmo no fue lo importante, desde luego no fui rápido, pero al menos fui suelto, aunque algo más cansado, con menos chispa que el miércoles. Terminé como comencé, sin incidencias y ya en casa realicé una rutina de ejercicios de fortalecimiento y estiramientos con gomas, que siento que me están ayudando en este proceso de clara mejoría, que veremos si se consolida o no. Para empezar, el domingo mi lesión tiene una prueba de fuego con el trail que correré con Mercedes en Corral de Calatrava.

Lo dicho, quiero ver un poco de luz allá arriba, entre tanta oscuridad eso es mucho.


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