RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 27 de enero de 2017

LUNES 16: UN INTERVAL QUE ME DEJA DE NUEVO SERIAS DUDAS

En estos días llenos de altibajos no podía faltar un entreno como el de aquel lunes. Me había vuelto a ilusionar tras comprobar que no había lesión grave, tan sólo contractura, sobrecarga, y quizá no dí el suficiente descanso al cuerpo porque me ví aquella noche volviendo a hacer un interval exigente de los de 1´fuerte y 1´y medio suave. El circuito elegido era ese de algo más de 13 kilómetros que parte del Camino de Membrilla y retoma hacia la vía de servicio de la A4 para regresar por la misma. El caso es que el inicio fue bastante halagüeño porque me sentía cómodo y suelto. Fue llevando los cambios a rajatabla y sin forzar mucho, pero bien es cierto que cuando llevaba una media hora me sentí más cargado de la cuenta, cuando realmente no había forzado lo suficiente. El caso es que no aflojé y seguí con mis cambios ya por la vía de servicio y fue antes de llegar a la cuesta cuando sentí que se me agarraba el soleo de la pierna izquierda, la que me viene dando la lata. Ese dolor subía hasta la parte de detrás de la rodilla y afortunadamente no subía más, pero me hizo pensar otra vez en posibles roturas, así que bajé un poco el pistón. Ya en la falda del Cerro del Ángel me encontré algo mejor y bajé hacia casa de nuevo apretando, pero no estaba dispuesto a fastidiarlo todo así que el último kilómetro lo hice suave.

Merche se tomó el día de descanso

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