RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 14 de noviembre de 2016

JUEVES 10: MERCEDES LO INTENTÓ Y APENAS PUDIMOS CORRER

El miércoles me procuré un descanso. Fue el día en el que decidí que Castellón no debía ser una losa que me pesase sobre mi cabeza, sino que esa maratón deberá ser la del reseteo, la de recuperar las sensaciones encontradas por ejemplo en mi primera maratón en Estocolmo, así que he decidido entrenar duro pero no ser exigente con mi rendimiento, no buscaré ni por asomo acercarme a las 3 horas, ¡no!. Y consecuente con esta decisión también decidí darme un poco de descanso físico y mental y no salí a correr. Eso sí, el jueves mi mujer y yo salímos con la intención de que ella consiguiese descalentar un poco para luego pasarse el rulo. Desde las primeras zancadas vimos que su pie no le dejaba apenas correr, con fuertes dolores. Costó llegar al parque y sólo a ratos pudo correr durante unos minutos sin dolor. Dimos tan sólo dos vueltas y regresamos dando un rodeo a casa. 6 muy accidentados kilómetros que terminó con los mismos dolores en el pie con los que empezó y con fuertes molestias en su rodilla. Tendrá que ir a un osteopata a que le vean esta articulación.

Al día siguiente ya no salí a correr, más al contrario, Merche y yo nos fuimos con Inés a tomarnos algo. Había cerrado una semana intensa en acontecimientos e indirectamente prolija en kilómetros como consecuencia del atracón que nos pegamos el sábado. En mi caso resultaron 94 y en el de Mercedes 78, su récord absoluto de kilometraje semanal, concentrado prácticamente en un día.

 



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