Últimamente suelo repetir circuitos y zonas, no sé exactamente la razón pero en esta nueva etapa es lo que me apetece. Ayer miércoles no era de esos días en los que me muriese por correr, más bien al contrario, pero hace tiempo que hay una fuerza interna que me obliga a correr, y el día que no lo hago tengo la culpabilidad marcada en toda la frente. Además, después de todo lo que he pasado en estos largos meses y ahora que me veo por fin sin estas cadenas que me lastraban, no tengo excusa alguna: hay que ponerse a tono.
Así que salí con ganas de cambiar un poco mis hábitos y me fui derecho al Parque Cervantes. Me aburría mucho dar vueltas allí, así que iba dispuesto a dar una vuelta y tirar al Cerro del Ángel, pero vía a Gregorio Ruiz, un corredor de Valdepeñas y me puse en paralelo con él para charlar un rato, una vuelta más concretamente. Hecho esto tomé dirección al citado y trillado cerro. No iba redondo, y supongo que el comienzo, con tan poca motivación, era el preámbulo del mal entreno. El caso es que seguí por la vía de servicio y me tiré por el camino que bordea el cerro por la parte de atrás y que se convierte en un auténtico terreno de labranza (es lo que quería, por otra parte). No bajé muy rápido, pero al menos solté un poco las piernas, y llegado al camino tomé dirección a casa cogiendo después el Camino de Membrilla. Me dio para sumar otros 10,5 kilómetros y para ir completando otra buena semana.
No hay comentarios :
Publicar un comentario