RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 17 de marzo de 2016

LA CRÓNICA DEL MARATÓN POR MONTAÑA EN SIERRA DE TENTUDIA. DISFRUTANDO DE EUSEBIO

Hay competiciones que se quedan grabadas para siempre, también las hay que suponen un antes y un después, tenemos también las que son de transición, no podemos evitar las que son totalmente olvidables y por desgracia corremos a veces carreras que son también para olvidar; pues bien, la del domingo pasado fue una de esas carreras en las que necesitamos Merche y yo un asidero donde agarrarnos. Yo en el dique seco no se sabe ya cuantos meses y ella tratando de engancharse de nuevo al buen estado de forma que tenía en diciembre. Para añadir algo más de salsa al plato del domingo, los dos veníamos de un tremendo proceso gripal (que aún nos dura) y que nos había dejado nuestros pulmones bastante tocados. Pero creo que merece la pena contar todo esto en pequeños capiítulos, como casi siempre hago:


El viaje a Cabeza la Vaca (Badajoz)

No madrugamos en exceso el sábado, cansados como estábamos del bregar de la semana. Yo sentía que no había hecho mis deberes muy bien, con unos 50 kilómetros en la semana y salvo el entreno del jueves, poco que contar; Merche peor aún, con el entreno catastrófico del martes en el que se constató que no podía respirar, y poco más en los últimos días; pero esto no quita que no nos hiciera ilusión nuestro viaje. Partimos los cuatro a eso de las 11 horas, una hora después dejábamos a la niña en Linares con sus abuelos, y tras explicar a mi suegra cómo funcionaba el aparato que nos había prestado el SESCAM (Servicio de Salud de Castilla la Mancha) para abrir los pulmones de Inés, nos fuimos camino de nuestro destino, que estaba bien lejos. La autovía A4 nos llevó hasta Córdoba y desde allí decidí subir por la nacional que lleva a Badajoz, en lugar de continuar hasta Sevilla por la A4. Me salió bien la jugada ya que la nacional no llevaba mucho tráfico y no tenía muchas curvas. Comimos hasta hartarnos en Peñarroya-Pueblo Nuevo: croquetas, gran ensalada y magnificas berenjenas rebozadas a la miel, y de segundo, flamenquinos cordobeses caseros para Jorge y para Merche y un secreto ibérico para mi que me "robó los sentidos". Y así con la tripa llena continuamos nuestro camino. No se nos hizo excesivamente largo y a eso de las 17 horas aparcábamos el coche en la puerta de nuestro alojamiento rural: La Fuente del Coso, muy recomendable: http://lafuentedelcoso.com/








Allí nos estaban esperando Pilar y Eusebio. Conocí a Eusebio hace casi un año a través del blog. Este manchego afincado hace años en Sevilla lleva corridas un total de 57 maratones y a sus 68 años aún le queda cuerda para rato. Fuimos los cinco a recoger el dorsal y a dar una vuelta por el pueblo y después salimos a cenar y no se nos "olvidó" probar los productos ibéricos de la tierra (Cabeza la Vaca está en plena zona de dehesas y cercana a Jabugo). He aquí una fotillo del pueblo:
















Los preámbulos a la carrera


No dormimos mal y a eso de las 8 de la mañana estábamos desayunando unas magnificas tostadas en la casa rural. Mi salida era a las 9 horas y la de Mercedes, la Media Maratón, a las 10 horas, así que la logística sería sencilla.











Serias dudas en relación a la ropa que llevar. Un trail que no pintaba muy duro, con 8 avituallamientos, sinceramente, no veía muy necesario llevar mucha ropa y menos aún llevar cartucheras, mochilas, etc, pero se veía a la gente bastante ataviada con todo tipo de artilugios de montaña. Lo dicho, dudando..... Finalmente, camiseta de tirantes, pantalón de asfalto, mis NB 1210 el Garmin y una muñequera con bolsillo donde llevaba unas cuantas pastillas de sales y otras pocas de aminoácidos,....con lo justo. Allí cerca de la salida tuve la oportunidad de charlar con David Higueras Martínez, del B Trail Cáceres. Conocemos a David de las dos ediciones del Trail Sierra de la Mosca de Cáceres a las que habíamos ido mi mujer y yo; él es el organizador y alma máter de dicho trail, en el cual nos han tratado siempre a cuerpo de rey.

Bueno, llega el momento de hablar de mis sensaciones: ¡cagado de miedo!, esa es la frase que describe de forma más directa y sincera lo que sentía en esos instantes. No sabía cómo iba a responder mi cintura (me había dado el alta médica virtual a la pubalgia que me había durado 9 meses). Tampoco sabía como respondería mi organismo después de 10 días de medicinas y antibióticos, con los pulmones llenos de mucosidad; ni que decir que tampoco sabía como responderían mis piernas tras muchos meses sin competir, cuando la última carrera disputada había sido aquella Madrid-Segovia tan accidentada en la que tan mal lo pasé. Pues eso, muy asustado....

Así que unos 190 corredores tomábamos la salida, entre ellos no estaba mi amigo Eusebio, ya que instantes antes de la salida consiguió cambiar su dorsal de maratón por uno de media maratón, más adecuada la distancia a sus circunstancias actuales.

Ante nosotros teníamos algo más de una maratón, 42,5 kilómetros, con 1.500 metros de desnivel positivo, dos subidas más o menos exigentes, que no muy técnicas y paisajes que nos prometían dejar huella. El tiempo no podía ser mejor, sin apenas brisa, buena temperatura, unos 8 grados, ¡así que no había excusas!.















Los primeros 12 kilómetros


Dan la salida y salgo suave, sin apretar, consciente de lo que tengo por delante. Una breve vuelta por las calles del pueblo y pronto nos vemos en un camino que se pone cuesta arriba, aún así el primer kilómetro ha caído en 4´35´´ que no está mal. Se pone a mi altura David, el de Cáceres y entre tos y tos voy tratando de charlar con él, aunque mi sistema respiratorio está al borde de cerrarme el pico y la verdad es que no voy muy cómodo por ello. En alguna zona toca andar, aunque sea unos metros, lo cual enlentece el ritmo, pero vamos bien, a la cadencia adecuada, diría yo.



















He aquí subiendo con David.




Sin darme cuenta me voy hacia adelante, David está reservando piernas y yo, con el impetú que me caracteriza no lo estoy haciendo mucho, así que voy adelantando a algún que otro corredor que sube andando hacia el alto Cota de Cerro Molino. Coincido ya con un corredor que aparenta ser de mi categoría (entre 46-50) y la verdad sea dicha que no tiene mucha pinta de runner, aunque se le ve fresco como una lechuga. También hago la goma con otro, de pelo canoso, este parece Veterano C, la siguiente categoría; sí, es lo que estáis pensando, estoy echando cuentas esperanzado en acercarme al podium, y eso cuando sólo llevamos escasos 4 kilómetros. 

Las piernas van, siento que fluyen, el pecho me está dejando correr que no es poco y en esa tesitura alcanzo el primer avituallamiento líquido, donde me bebo un vaso de isotónica como puedo. Veo la media y vamos en 5´35´´, aunque estos últimos dos kilómetros y medio han sido de pendiente considerable (hemos subido 200 metros).

Llega el llano y las primeras bajadas y comienzo a disfrutar, pero a disfrutar de verdad. El paisaje es bonito y en la zona en la que nos meten por praderas y sendas uno se siente muy bien. El ritmo se incrementa y comienzan a caer kilómetros por debajo de 4´30´´, lo cual me da un poco de miedo, pero me dejo llevar. Sigo haciendo la goma con los dos corredores que antes comenté, el que no tenía mucha pinta de corredor y el que aparentaba ser veterano C, también la hago con algún otro que no recuerdo bien y entre pitos y flautas alcanzamos el segundo avituallamiento en el kilómetro 10, justo en el comienzo de la subida al Pico Bonales (la cumbre más alta de la provincia de Huelva con 1055 metros). Allí me aprieto otro vaso de isotónica, un cacho de plátano, me agarro en una mano un gajo de naranja y en la otra una barrita energética con chocolate. Sé que no va a ser excesivamente duro, pero hablamos de  otros 200 metros, que sin ser muy técnicos hay que subirlos.

Las piernas siguen respondiendo, aunque siento alguna molestia en la zona alta de la ingle izquierda, molestia muscular que no asocio con mi lesión pasada. El paisaje es precioso y pese a que ahora no se disfruta tanto me encuentro entero, de hecho la única preocupación que llevo en esos momentos es dónde demonios tirar la cáscara de naranja. En alguna zona no cabe más que andar, que renta más que correr debido a la pendiente y en estas que vamos alcanzando montículo tras montículo la cima del Bonales. Es allí donde doy caza a Pako, dorsal 124, el que no tiene mucha pinta de corredor.

Entre la cumbre del Bonales y el avituallamiento antes de subir el Pico del Tentudia

En la bajada del Bonales, la más técnica de toda la carrera me juego los tobillos. Ni que decir tiene que siempre sufro en las bajadas cuando el trail es duro y para muestra un botón. Aún así me sigo sintiendo feliz porque la pubalgia no me molesta y me alegro de haberme autootorgado el alta médica porque parece que no me he equivocado. Los pulmones también van a mejor, ya no toso, con lo que lo único en lo que tengo que pensar es en esquivar bien las piedras y no torcerme un tobillo o una rodilla. El bueno de Pako va junto a mi a un ritmo frenético y pienso que no sé cuánto tiempo más podrán aguantar mis piernas a sabiendas de mi estado de forma (cogido con pinzas). 

La bajada se hace menos técnica cuando giramos a la derecha y dejamos la senda; ahora discurrimos por una pista. y ahí es donde aprovecho abro la barrita y me la zampo, me atraganto un poco y en esas que Pako, se me va escapando poco a poco. Aún así marcamos kilómetros por debajo de 4´30´´, alguno en 4´20´´, que no está nada mal. En el 14,5 llego al tercer avituallamiento, este líquido, y me bebo otro vaso de isotónica. Me doy cuenta que mi sistema digestivo va funcionando bien, algo que no es habitual. He vuelto a pillar a Pako y también va con nosotros el corredor de pelo canoso, vamos por bosques muy bonitos y justo en el 18 cogemos una pista que pica hacia arriba, ¡y cómo pica!. Aparentemente no se ve mucha pendiente, pero haberla la hay (consultada la altimetría son 100 metros que hay que subir en algo menos de 2 kilómetros). Ese tramo se me hace largo y ahí sufro un poco. Se me va Pako nuevamente, también se me va el del pelo canoso, pero me adelantan un par de corredores, y me cuesta no ir por encima de 6´el kilómetro. Cuando veo el avituallamiento en el kilómetro 20, pienso en positivo. En este avituallamiento cojo unas cuantas gominolas y vuelvo a beber isotónica, me tomo dos pastillas de sales y me como otro cacho de plátano y otro gajo de naranja, ¡ahí es nada!. Por fin llaneamos e incluso bajamos, pero me he quedado solo, no veo a nadie ni por delante ni por detrás y se me hace duro correr en estas condiciones: trato de llevar buen ritmo, de hecho lo llevo a juzgar por los tiempos que voy marcando, muchos de ellos por debajo de 5´ el kilómetro, pero comienzo a mirar hacia atrás más que hacia adelante, y eso no me gusta. 


















Aproximadamente en el 22 y medio siento la presencia de un corredor que me alcanza, es David; por un lado me alegro de su compañía y por otro pienso que él va de menos a más y yo de más a menos, sin embargo mi ritmo no es malo, así que trato de seguirle en la distancia. En estas que adelantamos a un corredor que ya se va cayendo de maduro, y esto siempre ánima (ver que hay gente que va mucho peor). Y así, poco a poco alcanzo el avituallamiento que hay justo antes de comenzar la subida al Alto de Tentudia, donde hay una preciosa laguna natural que invita al baño, aunque no es el momento de darse un chapuzón, obviamente. David me saca unos segundos, no llega a un minuto, aunque estamos casi en el kilómetro 26 y yo no estoy ya para tirar cohetes; siento claramente la falta de kilómetros y sé que con total seguridad ello me va acabar pasando factura.

La subida a la Tentudia 

Comienzo a subir con paciencia el alto, no es que haya excesiva pendiente, pero cuesta no andar en algún tramo. Sé que se va a estropear la media que por aquel entonces estaba en torno a 5´30´´, y lo peor es que no sé cómo me voy a encontrar después cuando haya que bajar y llanear. Delante mía veo a David y al del pelo canoso pero no logro alcanzarles, me cuesta un mundo acercarme, y así es durante un largo kilómetro hasta que al final adelanto al segundo y me pongo en paralelo junto a David. En ese momento ya venía sintiendo quemazón en mi planta del pie izquierda, ¡una ampollita fruto de una arruga en el calcetín!. También siento que el pie se me duerme, y no sé la razón, así que toca sufrir un poquitín. Aún así no me cuesta mucho ir al ritmo de mi compañero, a ratos corriendo y a ratos andando, hasta que alcanzamos la carretera que nos llevará al Monasterio de Tentudia. Nos adelantan tres corredores pero nosotros ya no dejaremos de correr en el asfalto, aunque noto que el pie me está matando y asalta a mi cabeza una idea: dejaré ir a David y pediré asistencia al botiquín en cuanto llegue al avituallamiento de la cima. Dos duros kilómetros después nos desvían por un camino de fuerte pendiente en el que hay que agarrase bien con las manos los cuadriceps. El Monasterio está a 300 metros y la planta del pie me va a estallar. Llegados al avituallamiento bebo un poco de isotónica y pido asistencia, me despido de David y le deseo suerte. Me echo un poco de Reflex (no tengo sangre), me vendan el pie y pierdo por lo menos 5 minutos. Al calzarme de nuevo la zapatilla procuro no apretarme mucho el cordón para ver si el pie "me despierta un poco". En estas he visto como desfilaban por el avituallamiento por lo menos 6 o 7 corredores, pero eso ya me da lo mismo, sólo quiero terminar mi maratón.

Arranco de nuevo y noto que voy bastante cargado, tengo principio de calambres en los gemelos, pero a pesar de llevar bien el estómago cometo un gran error al no tomarme un par de cápsulas de sales, seguro que esto me hubiera ayudado; sin embargo no puedo decir que esté deshecho por el esfuerzo, pero no nos engañemos no voy muy entero. El pie va ahora mucho mejor y no me arrepiento de la parada técnica, ¡en algo hemos mejorado!. 



















Justo tras arrancar en el Alto de Tentudia
 



Bajo por la carretera a un ritmo digno y marco un par de kilómetros en 5´ y no muchos minutos, pero cuando veo ante mi una cuesta considerable en el kilómetro 32 las piernas se resisten a correr  y ahí tengo que andar. Por detrás no veo a nadie y me siento solo, estoy deseando llegar...

Afortunadamente nos desvían por una senda paralela a la carretera, con toboganes constantes y mucho más ameno: trato de coger ritmo pero voy muy cargado y es entonces cuando siento la presencia de dos corredores del mismo club que me pasan sin piedad, no puedo seguirles. Hasta el 37 el terreno es favorable y se puede correr bien, pero yo no estoy para grandes hazañas y me cuesta ir por debajo de 6´, aún así vuelvo a pillar a la pareja (uno de ellos estaba estirando y otro haciendo pis) y consigo llegar al avituallamiento del 35,5 sintiéndoles nuevamente el aliento en mi cogote. En esa parada puedo seguir bebiendo, no tengo el estómago cerrado y también me puedo comer un plátano, y vuelvo a caer en el error de no tomarme un par de pastillas de sales (¿en que puñetas estaba pensando?). Los últimos 5 kilómetros se hacen duros, con constantes repechos y para colmo noto la deshidratación y el calor, yendo totalmente falto de ritmo y a ratos, en las subidillas, caminando. En el último avituallamiento llego con lo justo para beber un poco de agua y salir pitando deseando terminar de una vez. En ese tramo alcanzo alguna corredora que está corriendo la media maratón y me pregunto si mi mujer habrá logrado terminar la carrera. Discurro por una preciosa senda, al final de la misma me dicen que veré el pueblo allá abajo, y así es, hasta las narices de correr logró ver Cabeza la Vaca a no más de 700 metros, y aún hay que bajar una fuente pendiente sintiendo que los cuadriceps me van a reventar. Entro en el pueblo, no puedo decir que no tenga fuerzas, pero muscularmente llego bastante tocado, con falta de kilómetros y principio de calambres. Giro a meta y veo a Eusebio animando, veo a Jorge, no veo a Mercedes y entro parando el crono en 4 horas 15 minutos.









Tras el esfuerzo

Compruebo en el listado que me he quedado el 34 de la general, ¡no está mal!, séptimo de mi categoría, tampoco es para quejarse. Eso sí, me he dejado un montón de puestos y tiempo en los últimos 12. Pako, el famoso corredor que no tenía pinta de corredor era finalmente de mi categoría y se cascó un 03:54, el tercero de mi categoría. Nunca hubiera podido disputarle el puesto en el cajón, estaba mucho mejor que yo. Resulta que Pako es cuñado de mi amigo Miguel, de Cáceres, y resulta que conocí a Pako en la Maratón de Sevilla de 2014, ahora que lo pienso me sonaba su cara, ¡el mundo es un pañuelo!. He aquí una foto de dicha maratón en la que se ve a Miguel y a Pako. Yo no andaba muy lejos, pero no me extraña que no lo recordase bien, en aquella maratón acabé convertido en un deshecho humano.
























Y ahora sí, Pako llegando en la maratón que nos ocupa
 






























 
David me había sacado 13 minutos en 12 kilómetros, eso sí incluyendo el rato que estuve en botiquín, él se había quedado el 20, ¡muy buen puesto!. 





























David llegando.



Así que tras NO VOMITAR, comprobar que tampoco me atacaban los calambres y que no me encontraba mal del todo hago una valoración rápida de lo sucedido: bien la salida de mi lesión, más o menos bien lo de la gripe, aunque creo que lo noté, falta de piernas y hundimiento lógico, bien sufrido y con ganas de la siguiente, ¡que eso es lo más importante!...



La aventura de Merche y de Eusebio



No puedo dejar escapar la ocasión de hablar de la actuación de mi Merche. Me alegró mucho verla aparecer mientras yo trataba de recuperarme del esfuerzo. 





 

Merche y Eusebio antes de la carrera



Cuando le pregunté si había terminado y me dijo que sí me sentí muy aliviado. Ella había disfrutado la carrera, había notado la falta de forma, pero había hecho los 20,5 kilómetros en 2 horas 28 minutos, la 12 de su categoría pero a sólo 14 minutos de haber quedado la tercera. Ahí la tenéis a unos metros de la meta..












































¡Vaya foto más bonita!




Faltaba Eusebio para completar la trilogía y comprobar si también la había terminado (nos habíamos marcado el objetivo de alcanzar la meta los tres). Y sí, ¡también lo había conseguido!, haciendo menos de 3 horas en un crono muy bueno para él.








Así que prácticamente quedó lo mejor: las raciones llenas de rica carne de cerdito ibérico, el charlar con los conocidos y poder disfrutar del solecito de una jornada dominical espléndida.








El resto os lo podeís imaginar: largo camino de vuelta a casa y los dolores musculares vinieron después, aunque todo está en su sitio.



Dar mi enhorabuena a la organización, en un trazado muy bien marcado, recorrido muy bonito, buenos avituallamientos y todo muy acogedor. Un trail recomendable.

6 comentarios :

  1. Enhorabuena a los dos, sois unos campeones!!!!
    FELICIDADES!!!

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    1. Gracias, bueno Kino, no fue para mucho, pero nos sirvió para ver con algo más de optimismo el futuro. He visto hoy a tu mujer y me ha dicho que corréis mañana en Antequera Manolo y tú. ¡Mucho ánimo!

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  2. Je je. Que casualidad Javi. Pako es mi cuñado, de hecho le conociste en la Maratón de Sevilla que coincidimos. La verdad es que tiene pocas pintas, pero corre que se las pela y eso que también venia de estar lesionado 3 semanas por una rotura de fibras. Tiene 3h07h en Maratón y le estoy convenciendo para quitarse unos kilos y atacar las 3 h.Felicidades por la carrera a los dos y a ver si coincidimos este año. Un abrazo.

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    1. Jejeje, espero que no se moleste por lo de las pintas, no era en tono despectivo. He añadido una foto de Sevilla y una reseña. Me sorprendió mucho la calidad que tiene. Seguro que puede bajar de las 3 horas y creo que con poco que haga se va a 2 horas 50. Dile que yo bajé, ya verás que con eso ya lo vé más claro. Por otra parte decirte que la disfruté bastante, lástima lo del tiempo perdido con el pie y mi hundimiento final, pero es lo que tiene cuando no estás del todo. Espero que esto sea un punto de inflexión, que creo que sí. A ver si coincidimos.

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  3. ¡Enhorabuena Merche y Javier!, sois unos jabatos, ¡que forma de correr!, espero que la recuperación haya ido igual de bien.

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    1. Gracias Emilio. No creas, no estamos en nuestra mejor forma, pero lo intentamos. Sí, la recuperación ha ido bien, todo en su sitio

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