RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 6 de septiembre de 2015

MIS ENTRENOS DESDE EL 23 AL 28 DE AGOSTO. DESASTRE


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Ya de vuelta en casa y con el pie bastante dolorido no hacía más que pensar que a un mes de la Madrid-Segovia no estaba preparado para ese reto; sin duda la peor de las tres preparaciones de cara a esta prueba. Aún así, los días siguientes conseguí coger ritmo de kilometraje pese a las dificultades:
  1. DOMINGO 23: ese mañana salimos Mercedes y yo. Los primeros pasos fueron horribles, entre el pubis y el dedo, pero conforme fui calentando comencé a encontrarme mejor. Así que fuimos a buen ritmo, por debajo de 6´el kilómetros hacia el Peral. Luego cogimos la vuelta por la Vega. Merche se encontraba bien y quizá abusé un poco de esta circunstancia 8 días después de haber corrido su maratón. Además, el sábado en Linares ella ya había corrido 12 kilómetros sola. Quizá cometí un error por meterle esta doble carga tan cercana a tal esfuerzo; de hecho en los días siguientes se resintió de varias molestias. El entreno acabó bien y pude sumar 13 kilómetros más a los 41 decepcionantes del día anterior.
  2. LUNES 24: ese día el pecado que cometí fue el de la ira. Me sentía mal por tanta dificultad: pensaba que han sido ya demasiados entrenos durante demasiados años como para no poder encontrarme bien; sólo quiero encontrarme bien. Estas sesiones son un arma de doble filo: toca meter intensidad en forma de interval y si la cabeza tiene ganas de venganza, el mal puede ir a tu cuerpo. Me fui al Peral por el camino que sale de la Carretera de San Carlos del Valle y las sensaciones no eran nada buenas. Comencé con los cambios de ritmo desde el kilómetro 5 y me costaba un mundo imprimir buen ritmo. Contando en un principio zancadas, finalmente acabo siendo un entreno por sensaciones, casi todas malas: ahora aprieto ahora aflojo, ¡vaya, un fartlek polaco!. Llegué a casa dolorido, sin la venganza consumada y algo más desmoralizado si cabe, porque lo que no he dicho es que el pubis no dejaba de darme pinchazos.
  3. MARTES 25: salimos Mercedes y yo al Parque Cervantes, y una vez en el recinto comenzamos a hacer interval apretando en la zona de la recta de 300 metros. Nos dio para dar seis vueltas repetiendo dicha operación y tras esto de vuelta a casa. 9 kilómetros que de algo sirvieron. Mercedes no se sintió mal.
  4. MIÉRCOLES 26: hice el Circuito de los Cerros de la Aguzadera, con el pubis dándome guerra otra vez y volviendo a generar más dudas. Con esta molestia no puedo apretar aunque quiera, y mira que tengo ganas. Cuando llegué a la falda del cerro hice una subida por el camino empinado, tras la bajada regresé a casa tratando de olvidarme de las molestias.
  5. JUEVES 27: regresó a mi la ira nuevamente. Me sirvió para hacer un circuito de 12,5 kilómetros con un interval que en esta ocasión si funcionó. En los cambios iba fluido y la cintura me molestaba menos, aunque notaba cargados los aductores. El hecho de poder hacer un entreno de calidad por fin me hizo sentir bien durante el entreno. Los cambios eran como últimamente: 600 zancadas rápidas (me cuento una cada vez que piso dos veces con el pie derecho y por tanto salen 150), y 200 zancadas a ritmo más suave.
  6. VIERNES 28: tocó descanso. Mi mente no podía más.
 Semana negativa bajo mi punto de vista. Eso sí, logré hacer 98 kilómetros. Sólo se salvó el entreno del jueves.



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