RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 2 de julio de 2015

MIÉRCOLES 24: VEO LOS MOLINOS EÓLICOS NUBLADOS POR EL CALOR

Aquel miércoles llevé a cabo un entreno distinto: por una parte cogí la moto y me desplacé hasta El Peral donde la dejé aparcada; el hecho de no salir desde casa ya hace que la sesión se vea de otra forma; pero también distinto porque mi propuesta consistía en hacer tres series de unos 1000 metros en la Sierra del Peral, lo cual es ya duro de por sí, mucho más con el calor que hacía esa tarde. Yendo a la sierra pronto me tuve que despojar de la camiseta. Comencé a subir por la pista que lleva a los molinos eólicos y tras unos 20 minutos de calentamiento llegué al punto elegido para comenzar las series. Desde ahí hasta el pequeño descansillo que hay unos 400 metros antes de lo más alto me salen unos 1000 metros bien duros, con zonas de pendiente de más del 20% y una media que supera el 12%. La primera serie costó bastante pero bien sabía yo que una vez entrados en faena la cosa se simplificaría. La bajada no fue cómoda y es que llevaba las Sayonara, las cuales no son zapas adecuadas para el terreno que me tocaba pisar. Como ya me esperaba, la segunda serie salió a mejor ritmo y con menos sufrimiento y tras una dificultosa bajada acometí la tercera ya cuando la deshidratación se hacía notar. También salió esta última relativamente correcta y desde el descansillo bajé para regresar sobre mis pasos por la carretera hasta donde había dejado la moto. Total unos 11,5 con algo menos de 400 metros de desnivel positivo, con bastante calor, pero buenas sensaciones en general.


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