RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 1 de junio de 2015

DOMINGO 24: DOBLABA SESIONES Y MERCHE VOLVÍA A CORRER

El domingo de la semana pasada era de esos días de agenda apretada: teníamos comida con el Club Pozo Norte, y era en la Dehesa Boyal, un espacio natural muy bonito que hay en las cercanías de Puertollano. Me acerqué por la mañana al parque con la idea de hacer una sesión corta que luego completaría con una segunda por la tarde, todo desordenado, como viene siendo la tónica últimamente. Como estaba cargado del día anterior la idea era ir suave, regenerar, pero de nuevo hice lo que no tenía que hacer, y es que en el recinto se encontraba Juan Crespo y otros "extenuados" (del Extenuación Valdepeñas), que estaba terminando su tirada del domingo. Me crucé al bueno de Juan que como había ocurrido el jueves me invitó a que fuera con él y no pude decirle no nuevamente. El caso es que iba demasiado rápido para lo que necesitaban mis cansadas piernas, así que me ví corriendo por debajo de 4´30´´. Si bien es cierto que fui entrando en calor y la conversación que fuimos manteniendo hizo que me abstrajese de forma que la carga se fue disipando, al menos de mi cabeza. Tras cuatro frenéticas vueltas, la siguiente más rápido que la anterior, decidí suspender el entreno, estirar un rato e irme para casa. La última de las cuatro la habíamos hecho en 4´05´´, y al menos no me había encontrado mal del todo. El regreso sí que fue suave.

Luego vino la comida, donde pasamos un rato agradable. A Merche la volvieron a liar ya que nos ofrecieron correr la Maratón de Praga, ya en primavera de 2016 y prácticamente dijo que sí. Fue algo que no pensó, estando como estaba medio parada con su lesión, con un trail el domingo 31 de mayo que no sabíamos si iba a poder disputarlo y con la Maratón de Helsinki, su primera maratón, a dos meses y medio vista. Todo esto vino a corroborar algo que yo ya sé: los corredores estamos locos y nos apuntamos a un bombardeo sin pensárnoslo mucho.


 

Regresamos a casa a primera hora de la tarde, y a eso de las 19:30 horas Merche y yo nos pusimos ropa de correr y salimos a "probar su cadera". El día anterior había ido a nadar y le había sentado bien. También había hecho ejercicios fortalecedores con un monitor, así que había llegado el momento de intentarlo. Así que nos fuimos suavito, muy suavito, a un ritmo ligeramente inferior a 7´el kilómetro, con la idea de que pudiera volverse a casa llegados a un par de cruces de caminos si sentía algún problema. Pero la cadera le dejó correr. Sin hacer nada "del otro jueves", muy despacito, fue avanzando, llegamos al último cruce donde decidir si regresaba a casa o si hacía conmigo el circuito de los Cerros de la Aguzadera, y consideró que debía intentarlo. Así pues hicimos dicho circuito, con la cuestecita de la vía de servicio incluida y llegamos a casa tras 9 kilómetros esperanzadores en los que no sintió apenas molestia alguna. 

Por mi parte había acumulado 16 kilómetros en una jornada dominical rara, pero por fin con balance positivo.

No hay comentarios :

Publicar un comentario