RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 4 de febrero de 2015

LUNES 2: VAHO, FRIO, LLUVIA Y ESFUERZO

El lunes no es un buen día para mi, ¿y para quién lo es?. Además, en el esquema de mi nuevo plan hacia Helsinki este día de la semana toca calidad, quizá la jornada más intensa de la semana, y es que lo tengo puesto así para poder compaginar mis entrenos con los de Mercedes y poder a salir a rodar con ella más suave los martes, jueves y si cabe el viernes. En este mesociclo de fuerza los lunes toca interval del duro, trabajando a menor coeficiente del ritmo objetivo para maratón, 4´10´´, y eso por caminos y de noche, que lo hace más complicado. Estos condicionantes se me meten en la cabeza y no hacen más que dar vueltas en ella a lo largo de las mañanas de estos lunes: "Javi, toca exprimirte esta noche"..., "toca sufrir", pero lo cierto es que en ausencia de molestias una vez puesto  en faena estos entrenos se disfrutan bastante. Este pasado día 2 no fue una excepción, y eso que la noche estaba algo desapacible con viento y llovizna, pero eché a correr a buen ritmo dispuesto a realizar un calentamiento serio. No necesité mucho tiempo para alcanzar velocidad de crucero y pese a la larga subida por el camino que parte de la Carretera de San Carlos y lleva al Peral, alcancé el kilómetro 5 en 24 minutos y 15 segundos, claramente por debajo de 5´ el kilómetro. Justo en el minuto 25 comencé los cambios, que ya desde el principio fueron más un juego de fartlek desordenado en el que lo que habían eran cambios de ritmo de distinta duración e intensidad a gusto del protagonista de la película que no era otro que yo. Por ejemplo, el primer cambio duró 7 minutos bastante intensos que me llevaron a alcanzar el Paraje del Peral a los 32 minutos de mi comienzo. Este esfuerzo ya se dejó notar en mis piernas y como una extraña secuencia la agitación de mi respiración supuso en la húmeda noche litros de vaho que me quitaban visibilidad a cada expiración, debido a que llevaba el viento de espaldas; eso unido a las gotas de lluvia reflejadas en la luz dejaban una experiencia al menos curiosa. Suerte que el camino era de firme regular porque de otra forma me habría dejado un pie en algún hoyo ya que no veía "ni torta". Pasé por el Peral algo más suave pero a buen ritmo y en no más de un minuto ya estaba metiendo caña de nuevo, esta vez por la cuesta que me llevaba al inicio del camino que lleva a Valdepeñas. Fue el momento en el que más me hirvieron las piernas. Cuando la pendiente se puso favorable volví apretar de lo lindo con el inconveniente de la incorporación del viento que me acompañaba bis a bis. Por ello los últimos 5 kilómetros fueron lo mejor del entreno, luchando contra ese elemento pero a su vez tratando de conservar el ritmo que nunca dejó de ser bueno y en el que predominaban largos momentos de intensidad con cortos intervalos de descanso a ritmo menos exigente. Alcancé mi casa con bastantes fuerzas pero claramente cansado por el buen esfuerzo que estaba desarrollando. Al parar el crono buenas noticias: 13100 metros en 59 minutos pelados, con todo el puñetero viento y con las cuestas. Por ejemplo, tres semanas antes había hecho el mismo circuito en casi 1 hora y tres minutos en un interval bastante bien aprovechado, lo que me ayuda a valorar más positivamente esta sesión. No sé si servirán estos entrenos pero en caso de mejora ya sabré el porqué de la misma.

2 comentarios :

  1. ¿Cómo no van a servir entrenos tan estupendos, valen y mucho, ya lo sabes tu. Lo que sigue maravillandome son los entrenos por la noche por caminos y pistas, no logro asimilarlos.

    Saludos, Emilio Díaz.

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    1. Es que odio correr dando vueltas a un circuito urbano y no me queda otra que salir al campo, pero te acabas acostumbrando

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