RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 7 de septiembre de 2014

JUEVES 4: RODANDO FUERTE POR LA TARDE

Se va haciendo duro el hecho de cumplir la planificación cuando quedan dos semanas para la Madrid-Segovia. Aparecen las pequeñas molestias, la desgana, no coger el ritmo, en definitiva las dudas. El jueves era cuestión de realizar una especie de fartlek en el que primasen más los ritmos fuertes que los intervalos de descanso, todo de forma desordenada, o mejor dicho, de forma no periódica, dejándome llevar por las sensaciones y alargando los momentos más intensos hasta que decidiera cortarlos. Fui hacia el norte para realizar una serie de zig zags por caminos orientados hacia Madrid o hacia Andalucía alternativamente, hasta que alcancé el Camino del Peral. Para aquel entonces ya había descubierto dos cosas: primero, llevaba la zona de los isquios de mi pierna derecha algo cargados, sensación que ya tenía olvidada, segundo no me encontraba mal del todo exceptuando lo antes mencionado. Llegué a casa tras realizar unos 14 kilómetros y medio, para los que utilicé 1 hora y 12 minutos, lo cual suponía una media digna y terminar el día con una sesión de calidad, que era lo que buscaba.


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