RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 2 de agosto de 2014

MIÉRCOLES 30: PERDIDO POR LOS CAMINOS DE DIOS

Siempre que utilizo la expresión "los caminos de Dios" a mi mujer le hace gracia. La primera vez que la oyó salir de mis labios me preguntó si era una dicho manchego (ella es andaluza); no le supe decir si realmente provenía de La Mancha o si simplemente la había adoptado una vez oída en algún momento de mi vida. Pues a colación de esto el miércoles tenía claro que nuevamente iba a correr por esos caminos que rodean Valdepeñas, y también que lo haría después de cenar (lo que comenzó siendo una medida de urgencia ante un tremendo día de calor se ha convertido poco a poco en una costumbre veraniega en mis entrenos). Como viene ocurriendo me costó arrancar, sobre todo ponerme las zapatillas, mentalizarme, pero una vez que me puse en marcha se me olvidó todo. En esta ocasión salí con las olvidades Adidas Kanadia (con las que corrí la Madrid-Segovia de la edición del año pasado) y que ya tienen sus kilómetros. La razón no fue otra que detectar una rajita en la tela de mis Salomon y por ello tuvimos que ponerle un poquito de pegamento para sellar la hemorragia. La verdad es que las Salomon también tienen ya sus kilómetros, y es que a este ritmo pronto se hacen 700 sin haberte dado cuenta, nada, en 7 u 8 semanas. Me fui por el Camino del Peral y pronto sentí cierto malestar digestivo propio de la digestión, pero me gusta pensar que estoy entrenando el correr tras comer, algo que también ocurre siempre en el ultrafondo. En cualquier caso las sensaciones fueron creciendo, fruto del fresquito y de lo que comienza a consolidarse como un buen momento de forma, y que dure. Regresé por el camino que llamo de la Vega y cuando quedaban algo más de 4 kilómetros para llegar a casa, para hacer los algo más de 10 que tenía planificados, se me ocurrió coger un camino que salía a la derecha y que tengo ubicado en el plano pero nunca había pisado. De esta forma me fui alejando por el norte a la espera de encontrar un camino que me llevase al oeste para regresar a mi hogar, pero esto no ocurría por más que pasaban y pasaban los minutos. Sabía con casi total certeza donde terminaba esa vía, pero lo que no esperaba era agotarla hasta el final, cosa que ocurrió, así que cogí el camino de vuelta, que esta vez bien conocía, en un punto situado a 6 kilómetros y medio de casa, con lo cual supuso un considerablemente alargamiento de la sesión, pero no me importó porque iba cómodo. Lo peor estaban siendo las zapatillas, un poco duras ya, y no sentía confort en mis pies. Como no podía se de otra forma llegué a casa sin más incidencias tras haber hecho 14 kilómetros y medio en una hora y 17 minutos. ¡Bienvenidos sean!


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