RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 30 de julio de 2014

5.000 DIAS

Son, ¿cuántos?, unos 30.000 días, 35.000 con un poco de buena/mala suerte. De todos ellos si deducimos los primeros 1500, de los que apenas queda huella, y restamos los últimos 6000 que pueden ser un castigo, nos quedan 22.500. De ellos hay que extraer 7500 porque aunque el mundo onírico puede resultar interesante no pertenece a la vida consciente. Luego tenemos el tiempo productivo, que puede computarse si uno tiene el dudoso privilegio de formar parte de la fuerza de trabajo, eso suponen otros 5.000 días quedándonos 10.000 días. Aún tenemos que restar un montón de tiempos muertos e instantes perdidos: véase todo ese espacio cubierto de compromisos, obligaciones no laborales, cada minuto que pasamos con aquell@s con quienes no queremos estar, también hay que quitar el tiempo que o bien no queremos recordar o quizá mejor olvidar, como por ejemplo esos 100 días al borde de la depresión por sentirte el ser más inútil de este mundo, y otras mil razones que también pueden suponer deducción, de forma que podemos a estar hablando de otros 2.000 días. Pero eso no es todo, todavía nos queda todo ese espacio vacío que tendemos a rellenar con la tele, la video consola o el móvil, y que tranquilamente son otros 3.000. Finalmente sólo nos quedan 5.000.

Hechos los cálculos sólo falta ponerle color a ese montante que quizá sea el único gran tesoro con el que nacemos, aunque no lo sepamos. Ahí están esos días de atolondramiento en nuestro primer mal de amores, la emoción del primer viaje de esos de verdad, los viernes por la noche con esos vinos con tapa, esas tertulias con la abuela y sus recuerdos lejanos, el instante casi eterno del primer beso, el largo pero especial día de nuestra boda, las dos noches en vela en el hospital esperando la bienvenida a esa nueva alma que es sangre de nuestra sangre, los sábados soleados de cuando eras adolescente en aquellas salidas con tus padres, el tiempo de reflexión consentida, la madrugada de pluma fácil al dar a luz aquel relato, los minutos mágicos cuando suena esa canción y también y como no, cada uno, desde el primero al último, de los kilómetros recorridos gastando suelas, derrochando ilusión y trasladando el cuerpo de un sitio a otro con la esperanza de alargar esos escasos 5.000 días en los que buscamos la eternidad

2 comentarios :

  1. Qué bien te ha quedado!!!

    Desde luego que por esos 5.000 días merece la pena y mucho vivir.

    Los otros 25.000-30.000 contribuyen a que los primeros brillen todavía más.

    Saludos.

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