RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 20 de julio de 2014

SÁBADO 19: 42200 METROS ENTRENANDO EL AVITUALLAMIENTO. VALDEPEÑAS-SAN CARLOS DEL VALLE-EL POZO DE LA SERNA-VALDEPEÑAS

La distancia de la maratón


Hace ahora casi tres años, justo cuando decidí iba a correr mi primera maratón, leí que realizar la distancia de Filipides era una proeza que no estaba al alcance de cualquiera, había que estar muy preparado. Pero paralelamente ya había oído hablar de corredores que realizaban una maratón diaria, como Ricardo Abad, un navarro que ostenta el récord Guiness con 607 maratones seguidas (y por una buena causa). Hoy puedo decir que estamos ante dos extremos y que yo me encuentro en el centro: para mi realizar una maratón sin parar ya no es un reto, es algo que podría hacer cada sábado sin mayores problemas, en realidad todo depende del ritmo que lleves, porque la verdadera exigencia en una maratón está en eso, el ritmo, si te vas exprimiendo a tu máxima cadencia tu organismo sufrirá. Sin embargo si vas suavito, los kilómetros pasan y pasan y casi ni te enteras....

Los preparativos de mi supertirada 


El viernes preparé todo: el circuito, las bebidas, comida, mochila, ropa, y madrugué levantándome a las 6. A las 06:30 ya estaba saliendo por la puerta de mi casa con el siguiente material: pañuelo atado en la cabeza con gafas de sol, camiseta de tirantes, pantalón corto, y las Salomon Speedcross. Junto con esto la camelbak pero sin la bolsa, con dos botellas llenas de bebida con Isostar neutro (para estómagos delicados como el mío), a los que le había añadido una cucharada de Isostar Malto (azúcares más lentos). También llevaba un botecito de energía instantánea (que básicamente es gimsen, jalea real, cafeina,...), un botecito con mis frutos secos y el móvil (por si acaso). 

Aún no salía el Sol

Salí corriendo cuando aún no era de día, pero había la suficiente claridad para no necesitar ya de luz artificial. Las primeras sensaciones no fueron muy buenas, y pensé que iba a ser un duro entreno si comenzábamos así, pero sólo necesité ir alejándome del pueblo por el Camino de San Carlos del Valle para empezar a experimentar cierto disfrute. Pronto comenzó a asomar el Sol por el horizonte, frente a mi, lástima no haberme llevado para haber echado alguna foto.

Hasta San Carlos del Valle

En cuanto al ritmo, totalmente programado, quería ir siempre en torno a 6 minutos el kilómetro, y así se fue cumpliendo. Cada 15 minutos exactos tocaba un sorbo de mi mejunje a base de hidratos de rápida asimilación mezclados con los de lenta, y alcancé el kilómetro 10 en un tiempo de 1 hora y 3 segundos, es decir, prácticamente clavado. Cada 45 minutos sacaba el botecito de frutos secos y sin pararme me comía dos bocados bien masticados, y para que ayudase a entrar un sorbo de mejunje. Con las piernas sin evolución negativa avancé hasta alcanzar la Carretera de San Carlos del Valle, en las inmediaciones de esta localidad, cuando llevaba 1 hora y 40 minutos corriendo; 

Hasta El Pozo de la Serna


Tocaba coger la Carretera que une el mencionado pueblo con El Pozo de la Serna, y eso hice, para a los pocos metros coger un camino que sale a la izquierda y que se bifurca: a la izquierda hacia los molinos eólicos y a la derecha mi destino, y cogí mi destino lógicamente. Cumplidas las dos horas todo seguía igual: apenas hacía calor, las piernas bien y seguía al mismo ritmo y con mi programa establecido de comida y bebida; me había tomado un botecito de energía rápida a la hora y cuarenta y cinco minutos y ahora tocaba una cápsula de sales minerales y otra de BCAA+glutamina, para proteger mis músculos, sorbito de mejunje y para dentro. El kilómetro 20 en 20 horas y 6 minutos, como un reloj suizo. Alcancé la bifurcación que esperaba y dudé si era ésta, así que paré unos segundos y tuve que decidirme: finalmente cogí el camino que salía a la derecha con la esperanza de que me llevase al Pozo de la Serna. El camino era más liso, más rápido, con el viento en contra que refrescaba bastante y el ritmo creció un poquitín. Me adelantó un coche y le pregunté al conductor si iba por el buen camino hacia la pedanía mencionada, y me dijo que iba perfecto. Alcancé el Pozo de la Serna en el kilómetro 24 y pico y no tuve problemas para callejear un poco y encontrar el Camino del Pozo de la Serna, que une la localidad donde me encontraba con Valdepeñas.

Hasta casa con despiste incluido

Y seguí con lo mío con las fuerzas intactas y las piernas redondas. Llegaron unos repechos que capeé sin problema alguno y alcancé el kilómetro 30 en 2 horas 58 minutos 59 segundos, sin duda había mejorado el parcial, pero casi sin buscarlo. Entonces llegué a una bifurcación donde definitivamente dudé entre coger a la izquierda o a la derecha y cogí la primera. Pronto me dí cuenta de que me había equivocado porque el paisaje que veía no me sonaba de nada, y así fue como el camino terminó en la Carretera de Villanueva de Infantes, teniendo que ir por dicha carretera un buen rato. Eché mis cuentas y estimé que esto supondría aproximadamente un kilómetro y medio más, como al final acabo ocurriendo. Cuando llegué a punto kilométrico donde salía un camino hacia la sierra de la zona de San Carlos del Valle, cogí el mismo sabiendo que en menos de un kilómetro me toparía con el camino por el que debería haber aparecido de no haberme equivocado 15 minutos antes, y así fue, llegué a la bifurcación y cogí de nuevo el Camino del Pozo hacia casa (de ahí hasta mi destino casi 10 kilómetros). El calor comenzó a hacerse notar, pero la brisa continuaba atenuando la mala sensación de la temperatura, así que fue avanzando el entreno sin ninguna novedad, bueno sí con una, las buenas sensaciones. Avisté el pueblo en una cuesta abajo que me llevó directo a la entrada de mi localidad justo cuando llevaba 39300 metros, me iba a salir casi una maratón. me había quedado sin isotónica un par de kilómetros antes por los que a las 4 horas de mi salida no pude beber nada, eso sí, había pasado el kilómetro 40 en 3 horas 57 minutos y 42 segundos. 

El recibimiento: lo mejor

Callejeé hacia casa y llamé a mi mujer para decirles que llegaba y que una maratón bien merecía un recibimiento colectivo, así que cuando estaba en las inmediaciones de mi hogar decidí dar un rodeo para conseguir redondear la distancia de Filipides, y aparecí en mi calle justo para hacer 42.200 metros en 4 horas 10 minutos y 47 segundos, a un ritmo medio de 5´57´´ el kilómetro. Jorge prendió un par de petardos y con unos aplausos y vítores de ánimo finalizó este gran entreno. Las piernas casi intactas, pedían hacer otros 30 kilómetros, así que tras una ducha todo lo fría que dio de sí la tubería me quedé genial, muy satisfecho. Repuse líquidos y pensé que con un poco de suerte había dado con la clave para ir avituallando sin tener problemas digestivos durante la Madrid-Segovia. 




2 comentarios :

  1. Bueniiiiiiiiiisimo entreno Javier, esta vez no se te escapará la Madrid-Segovia y la espinita del año pasado será un acicate más para superar este gran reto que te has propuesto superar, y al final conseguirás, con tu esfuerzo y sacrificio y también con la ayuda inestimable de tu familia, pues eso también ayuda. FELICIDADES

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  2. Gracias Kino. Esperemos, ahora le tengo mucho mucho respeto porque sé que no sólo depende de cómo te encuentres sino también de otros muchos factores. ¿Y tú cómo sigues?

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