RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 8 de enero de 2014

LA MEMORIA DE LA VIDA

Aquel olor a pino le rememoró tiempos caducos y no pudo impedir ceder al impulso irrefrenable de volver a correr. Olvidar era a su mente la que la carcoma a la madera enferma, pero el hecho de ponerse en movimiento fue un acto que le resulto familiar a pesar de hacer más de cuarenta años desde la última vez que se calzase unas zapatillas de atletismo. Había olvidado demasiadas cosas, entre ellas la razón de su divorcio con el deporte, pero su enfermedad es la madre de las señoritas caprichosas y suele traerte el recuerdo de épocas lejanas pero sin embargo te oculta huellas tan recientes como el día en el que estás viviendo o el mes en el cumples los años. Ya a los pocos minutos de salir de casa las piernas le ardían y comenzó a jadear, pero estaba tan inmerso en aquellas sensaciones que no podía abandonar su estado de abstracción, y es que regresar a la confusa realidad del día a día hubiese sido más doloroso si cabe que el quemazón de sus cuadriceps o el dolor de sus rodillas. Ante sí se veía vitoreado por el público que se agolpaba a ambos lados de la imaginaria calzada, lo estaba volviendo a conseguir....


Donde el camino zigzagea hacia el río hay una pronunciada cuesta abajo, llena de piedras y desniveles y Mario tiene suerte de que no le fallen las piernas. Llega hasta el rio a un ritmo al que un joven de paso rápido lo adelantaría, pero sigue hacia adelante hasta encontrar el  camino paralelo al mismo, luego gira a la derecha y sube el viejo puente de madera; allí para y se agacha, reposando las palmas de sus manos sobre sus caderas. No es muy consciente de lo que está haciendo y tan sólo siente la necesidad de avanzar, de terminar su carrera y recibir su medalla, por tanto, reinicia su marcha y cuando llega a la bifurcación coge sin pensarlo la alternativa de la izquierda metiéndose en una zona de vegetación frondosa con pendiente pronunciada...

No solía bajar al río a esas horas, y menos sin la manada, pero tenía una misión encomendada aunque ese animal no lo supiera. Fue siguiendo el sendero al trote habitual  hasta que oyó el sonido del agua correr y se detuvo. Agudizó el oído y buscó a su alrededor ojo avizor hasta que vio aquella silueta. Nació sabiendo qué se puede cazar, qué se puede evitar y de qué debes huir, pero lo único que hizo fue permanecer atento y observante entre la maleza. Ese hombre que tenía ante sí se movía despacio y en condiciones normales un animal de su especie evita el contacto con humanos, sin embargo aquel canis lupus hizo algo que solo estaba grabado en su código genético, le siguió...

Aparcó el coche en el pequeño porche y sacó las tres bolsas del maletero. En seguida intuyó que algo iba mal así que se apresuró a entrar en la casa y bajo el umbral llamó en voz alta a su marido, pero nadie le contestó. Dejó los bultos en la cocina y volvió a llamarle, esta vez con mayor intensidad, pero obtuvo el silencio por respuesta. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y subió corriendo las escaleras dirigiéndose al cuarto de baño pero la bañera estaba vacía, ni agua ni Mario. Sobre la cama había tirada la muda de ropa que él había llevado puesta esa misma mañana. También había un cajón abierto, donde echa en falta el chandal que su hijo le regaló el año pasado. Fue al rincón y abrió el zapatero para comprobar que no estaban las deportivas que usaba cuando salían a pasear.

La cuesta se convirtió casi en una pared, y por momentos el publico animoso fue desapareciendo de su cabeza dejando en su lugar la extenuación más absoluta. La cabeza comenzó a darle vueltas hasta que cayó al vació sobre la maleza de la margen derecha del camino. ...Se encontraba en el césped de su casa, al lado de la piscina y su perro le lamía la cara, le tiraba de la ropa, mientras el rodaba por el suelo, en lo que era un juego habitual entre ambos. Su mente estaba tan abierta que lograba recordar todo lo que le había sucedido en su larga vida, todo lo que había hecho durante aquel soleado día e incluso podía adivinar que le ocurriría el resto de su existencia...

El teléfono sonó a la 1 de la madrugada y ella se temió lo peor. Era la policía y durante las primeras palabras emitidas por su interlocutor el tiempo se detuvo pudiendo oír su corazón latir a ritmo desenfrenado. Sin embargo respiró aliviada cuando aquel hombre le dijo que lo habían encontrado a unos 4 kilómetros de allí... Cuando entró a la habitación del hospital se echó las manos a la cara al ver el rostro totalmente magullado de Mario; uno de sus ojos lo tenía totalmente cerrado y el otro inyectado en sangre, sin embargo estaba despierto y sonriente, quizá tan vivo como antes de su enfermedad. Cuando ella se abalanzó  y lo abrazó con todas sus fuerzas, él acercó sus labios a su oído diciéndole: ¿te acuerdas de Coe nuestro perro?, al que apodamos como el mediofondista inglés..., él me ha despertado y no me ha dejado que me quedase en aquel hoyo dormido, me ha mordido la ropa, me ha arrastrado, me ha arañado las manos y ha tirado de mi obligándome a salir al camino; sé que es imposible porque el pobre murió de viejo, pero te juro que fue él.

En alguna parte de aquella sierra hay una manada de lobos; entre todos ellos podemos encontrar uno muy especial, tiene antiguos recuerdos de otra vida anterior que los demás jamás tendrán.







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