RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 8 de julio de 2013

LUNES 8: MADRUGAR VA A SER LA TÓNICA


Todo es acostumbrarse. Desde siempre me costó madrugar, aunque creo que suele ser bastante habitual en otros mortales. Los días que me esperan a lo largo del verano serán bastante duros, y si no fuera porque estoy enganchado hasta la médulo en esto del running podría apostar a que correría peligro mi hábito de correr. Por ello, como es más fuerte mi deseo de continuar haciendo camino que el inconveniente de no saber de dónde sacar tiempo, me levanto todo legañoso y tras haber dormido apenas 6 horas, dispuesto a comerme el asfalto. Sin embargo, alguna recompensa tiene el esfuerzo: en esta época del año, en la zona donde vivo, a eso de las 06:45 da gusto correr. Las piernas comienzan algo entumecidas, pero cuando se entra en calor enseguida se da uno cuenta que está haciendo algo que merece la pena. En esta ocasión, el entreno ha consistido en algo más de 10 kilómetros que han transcurrido por el parque y por la Carretera de Daimiel, para regresar a casa por el carreterín que lleva al Polígono Industrial del Vino. Las sensaciones han vuelto a ser buenas, y el ritmo comienza a acompañarme. Me cuesta rodar a ritmos fuertes aún, pero ya estoy logrando ir suelto. Finalmente he hecho 53 minutos y al llegar a casa me ha dado tiempo a estirar, hacer ejercicios de gomas y abdominales. Creo que estoy aprovechando bien los días.


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