RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 29 de junio de 2013

ATLETAS BAJITOS DE SALTO DE ALTURA: JACOBS-GRANT-HOLM:

Eso de ser bajito

Eso de ser bajito suele asociarse a la necesidad de compensar tal circunstancia "echándole más bemoles al asunto". ¡Como si no tuviéramos bastante desgracia ya con lo de ser un poco taponcillos, que encima hemos de echar el resto!. Yo soy recortadillo, mis 173 centímetros no dan para tirar cohetes, y no he destacado por ser más valiente, o haber tenido que tirar de más testosterona por el hecho de no levantar mucho desde el suelo al pelo de mi cabeza. Sí puedo aseverar que en su día me atrajeron bastante aquellas disciplinas para los cuales no estaba bien dotado: practiqué voleyball, llegando a jugar en lo que entonces era la división de bronce nacional; practiqué baloncesto, deporte por el cual se me quedó una espina clavada ya que siempre tuve la sensación de ser mejor de lo que finalmente demostré ser. Y por último, y objeto de esta entrada, también practiqué salto de altura.... 

Un poco de historia de cosecha propia

Aprendí esta disciplina de forma autodidacta a mis 18 años, con los pocos medios con los que contábamos por aquel entonces en Valdepeñas. Recuerdo ese listón, que más que listón era una barra cuadrada de aluminio sacada de alguna empresa de la construcción, con la cual había que tener especial cuidado de no caer encima, por las consecuencias que pudiera traer consigo. Ya no hablamos de la colchoneta, no apta para espaldas "delicaditas". Coincidiendo con mi periodo en el servicio militar, arreglaron la pista de atletismo en mi pueblo: pusieron tartán y dotaron de medios todas las instalaciones. Pero mientras, en Alcalá de Henares, tuve la oportunidad de ser segundo en la prueba de la Brigada Paracaidista, saltando 1.80, con mi estilo poco depurado, eso sí. Comoquiera que el que me ganó "tuvo que licenciarse", me tocó representar a la BRIPAC en el Campeonato Militar de la Región de Madrid. Llegó el día D y me encontraba fatal, no pudiendo ni saltar 1.70. Parece ser que había contraído una extraña enfermedad que horas después de la competición dio con mis huesos en el Hospital Militar Gómez Ulla, donde estuvieron haciéndome pruebas durante 15 días sin que acabaran sabiendo que demonios me había pasado y el por qué de esos dolores, esa falta de fuerza y esas fiebres altas. Al volver con "la blanca" a mi casa, aproveché los nuevos recursos con los que me encontré en la nueva pista de atletismo y seguí practicando el salto de altura con mi amigo Pepe Perea. Llegué a quedar cuarto en un regional con 1.78, y poco más, acabé dejándolo. Un día, paseando por el Polideportivo Municipal me dio pena comprobar lo sola y abandonada que estaba la fabulosa colchoneta encerrada en una reja. Puse un anuncio en prensa y pegué varios carteles: "Escuela de Salto de Altura: es vuestra oportunidad de iniciaros en una bonita disciplina y poneros en forma". Los primeros días fueron un poco ruinosos, pero a las dos semanas ya tenía 4 chicas adolescentes y un chavalín con espinillas. Al mes éramos 10, a los tres meses 20 y al medio año éramos más de los que yo podía gestionar. Desde el Athletic Club Valdepeñas, se me buscó la forma de que la escuela pasara a ser municipal, y comencé a cobrar una pequeña cantidad de parte del Ayuntamiento por mi dedicación. Así llegamos a presentar en el Campeonato Regional Cadete del 96, un buen y una buena saltador y saltadora que consiguieron medalla y casi logran el paso al Campeonato Nacional. Pero dos meses después de aquello, tras dos años de aventura, y por falta de tiempo (estaba de oposiciones y cursos), tengo que abandonar la escuela, aunque se quedó en buenas manos: por aquel entonces había dos ramas: altura y longitud y dos monitores, ¡habíamos crecido!. Como curiosidad, unos meses antes de dejarlo, conseguimos traer a Arturo Ortiz, recordman nacional de la disciplina y varias veces olímpico, quién salto para todos los valdepeñeros en una abarrotada Plaza de España, en un espectáculo que nunca olvidaré. Allí estaba un jovencísimo y desconocido Javier Bermejo, de Puertollano, con no más de 16 añitos. Ya dijo Arturo que ese chavalín apuntaba maneras; ¡y tanto!, a la postre acabó siendo olímpico y máximo exponente español de la disciplina hasta hace poco...




Más tarde me enteré que un valdepeñero bajito como yo, Valentín, había conseguido saltar más de 2 metros, y sólo una lesión frenó su progresión. El propio Valentín, con quien he coincidido alguna vez en el parque corriendo, ha confesado que el hecho de ver gente saltando en la escuela, le acabó animando a probar.

El salto de altura: ¡me encanta!

Dos décadas antes de que yo comenzara a saltar, Dick Fosbury popularizó en Méjico 68 su estilo "Fosbury Flop" (el primer hombre en acometer el listón de espaldas), y lo cual le llevó a ser Campeón Olímpico con 2.24, aunque nunca llegó a ser plusmarquista mundial


Desde luego, fue un visionario, porque muchos creían que su estilo era un tanto ridículo (por aquel entonces casi todos utilizaban la técnica del rodillo ventral. Valeri Brumel era el plusmarquista mundial con 2.28. La verdad es que esa técnica de rodillo era un poco "ortopédica", aunque era impresionante cómo saltaban:


Y a partir de aquí vino la revolución, ya que entre finales de los 70´ y el año 93, mejoró la marca mundial en casi 20 centímetros. El récord actual lo ostenta el cubano Javier Sotomayor, que en 1993 saltó 2.45 en Salamanca:


Y ahora voy a lo nos ocupa: saltadores bajitos increíbles.

  • Franklin JacobsEl 27 de enero de 1978, con veinte años recién cumplidos y poco más de uno dedicándose al salto de altura, Franklin Jacobs ganó los Millrose Games en el Madison Square Garden de Nueva York batiendo el récord mundial con un registro de 2.32. Todas las plusmarcas mundiales tienen el valor que tienen pero en este caso concreto hay que sumarle el impactante dato de que Franklin Jacobs medía ¡¡¡1.73!!!. El vídeo que os cuelgo no tiene desperdicio:



Con 173 cms se elevaba por encima de 2.32: diferencia 59 centímetros.
  • Dalton Grant: tampoco tiene desperdicio; este británico llegó a saltar 2.37 en indoor, pero podéis ver su 2.36 en Tokyo. Parece ser que medía unos escasos 180 centímetros, lo cual le llevaría a una diferencia de 57 centímetros



Como curiosidad, este hombre ostenta también el récord de Veteranos, hecho en 2008, con 2.10

  • Stefan Holm: este increíble sueco ya inactivo ostenta varios récords en forma de curiosidades. Otro bajito, y en esta ocasión, Campeón Olímpico. Comparte con el bueno de Franklin el récord de diferencia, los 59 centímetros antes comentados, ya que llegó a saltar 2.40 con 181 centímetros. Por este tengo predilección. Véanlo saltando vallas que parecen muros:



Y su no menos impresionante entreno saltando "a tijera"  2.10:


Y por último el colofón: su 2.40


Lo dicho, hay que tener bemoles o unas dotas increíbles, o ambas para hacer estas cosas. A Ellos va dedicada esta entrada.






4 comentarios :

  1. Muy buena entrada, y muy bien documentada, ¿has vuelto a saltar recientemente?, porque donde hay siempre queda y el campeon de España de la especialidad en M40 se ganó con un salto de 1'72, animate, y prueba, quizás quedes enganchado de nuevo.
    UN SALUDO

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  2. Gracias Kino. Sinceramente, no me veo volviendo a saltar, y menos ahora que mi cuerpo se adaptado a esto de correr. Cuando era joven tenía bastante potencia de salto, pero poca técnica y me daría miedo jugarme los músculos. En cualquier caso nunca se sabe

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  3. Buena entrada Javier, me ha gustado la cronología de saltadores "bajitos" y los logros conseguidos, esta claro que "quien quiere, puede". Lo de nuestro amigo Dick Fosbury es un caso que se pone de ejemplo en las escuelas de negocio, de como una técnica superior tardo 10 años en ser aceptada y utilizada en detrimento del "rodillo ventral", la dio a conocer en Méjico 68, pero hasta finales de los 70 no fue universalmente aceptada. El cambio cuesta y cuanto mas revolucionario es, mas cuesta.

    Saludos, Emilio.

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  4. Y que lo digas. A pesar de acabar siendo Campeón Olímpico en Méjico, se siguió pensando que era un bicho raro y que su técnica era complicada y que se obtenía mayor rendimiento con el rodillo ventral. Hoy vemos saltar a rodillo y casi pensamos que estaban locos

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