RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 23 de enero de 2013

LUNES 21: CORRIENDO PERDIDO POR LOS CAMINOS

Como siempre salí ya pasadas las 8 de la noche, pero no hacía mucho frio, aunque me abrigué bien, con la braga y el gorro, sudadera y mallas como es de rigor. Me había hecho una ruta de 14 kilómetros yendo por un camino que apenas conocía en dirección norte, y resultó que cuando llevaba unos 24 minutos desvié a la izquierda, como estaba previsto, pero enseguida me dí cuenta de que me había equivocado de camino. Pronto me encontré sin camino y sin nisiquiera linde, pisando terreno de labranza y terreno baldío, todo a oscuras con la escasa luz del foco, pero bueno, nada muy aventurero.  Encontré el camino que sube al norte que si conozco y lo cogí respirando por fin, ¡ya no estaba perdido!, y por no alejarme mucho, me volví a ir por un camino a la izquierda para cortar el camino paralelo que también sube al norte, y otra vez me ví pisando majuelos. Al final hallé el camino antes mencionado y desde ahí volví por un camino, éste sí conocido, hasta alcanzar la vía de servicio la cual cogí sentido Andalucía para volver a casa. De la rodilla no llevaba noticias y me encontraba a gusto, y sin embargo, pasada la cuesta de la Aguzadera, sentí como un calambre en la rodilla que duró nada, pero provocó que me costara dar las siguientes dos zancadas con normalidad; a los pocos minutos me volvió a dar, pero duró otros dos segundos, y desde ahí ya nada, ni siquiera molestia. Todo un misterio lo de la rodilla. Al llegar a casa estiré y no me molestaba nada. Finalmente 72´ y algo más de 13 kilómetros y medio

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