RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 20 de enero de 2013

A DESCARGAR CORRIENDO DURANTE CASI 2 HORAS

El domingo por la mañana me levanté dispuesto a hacer unos 18 kilómetros suaves, con el objeto de acumular kilómetros y de descargar las piernas. En seguida, nada más salir, me dí cuenta de que la rodilla volvería a ser la protagonista. Me cansa hablar de la dichosa rodilla pero necesito ponerlo porque asi luego puedo recordar cómo me iba y qué problemas tenía. Tiré por el camino del Peral y antes de llegar al carril bici, me encontré con mi hermana Mari Carmen que volvía del paraje citado. Decidí dar media vuelta y volver con ella para darle apoyo. Llegamos al parque y ella paró tras terminar su entreno, y yo dí tres vueltas al recinto. La rodilla me arrojaba datos muy feos: de vez en cuando me daban pinchazos y se me dormía, y otras veces la molestia era menos aguda pero más continua. En otras ocasiones me deja correr sin sentir nada. Cogí dirección a la circunvalación y lo peor vino al comenzar la misma, con una dolor que me molestó sobremanera; sin embargo tras esto, la cosa se suavizó y pude hacer los kilómetros que me quedaban sin mayores incidencias. Cuando llegué a casa, después de 1 hora y 50 minutos de trote muy lento, 17.550 kilómetros, estiré lo que pude y me eché Radio Salil, y la verdad es que en reposo apenas me ha molestado.

Esta va a ser la cruz que voy a tener que llevar. Espero que no por mucho tiempo.

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