RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 4 de octubre de 2011

DE LAS DESILUSIONES Y OTRAS DESDICHAS

Alguién dijo que la vida era una sucesión de caídas, que la felicidad consistía en aprender a levantarse, que la desdicha consistía en acostumbrarte a quedarte en el suelo y que en el final del camino estaba el último y definitivo resbalón, del cual ya no cabía recuperación. Visto así, esto del running podría verse desde un punto de vista agobiante: "oye tú, no tienes bastante con los agobios del trabajo, los niños, la maltrecha economía, como para estresarte por correr y bajar tus marcas". En lo que no caen los que piensan así es que el running es como la vida misma, tras cada caida te tienes que levantar porque no te cabe otro remedio, y así superas el obstáculo y miras hacia adelante.

Tras esta tremenda perorata filosófica os he de contar, si hay alguién que me esté leyendo, cosa que dudo, que hoy no ha sido un gran día para mí. No lo ha sido en casi ningún terreno, pero como este blog está dedicado a mi hobbie, he de decir que sobre todo no lo ha sido por culpa de las malas sensaciones y los malos sentimientos que se me han quedado tras la media de ayer. Y es que uno no puede evitar pensar que gasta demasiado tiempo, sacrificio y esfuerzo en hacer cosas que luego no supondrán alegrías, más al contrario. Así que han venido a mi viejos fantasmas del pasado, de viejos dolores, viejos esfuerzos y viejos sinsabores. Sin embargo, después de todo, he llegado a la conclusión, no sé si inteligente o no, de que ya no puedo parar, no al menos hasta que corra la dichosa maratón...

¿Qué hay detrás de todo esto?. No lo sé. Esta tarde me he dedicado a ver, desde la web de la organización, las caras de la gente llegando a la meta de la media del domingo, la mayoría felices, contentos, satisfechos. Yo, mientras tanto pensando que no valgo para esto, y a su vez concluyendo que no voy a cejar en mi empeño, porque hacerlo sería tirar al traste mis ilusiones y mi ansia de superarme. Dentro de unos años no podré apenas moverme, estaré decrépito y enfermo, apagándome, y quizá, si tengo la suerte de tener la cabeza en su sitio, pueda recordar estas jornadas, estos afanes y aventuras, incluso los dolores, los olores y las emociones, porque cuando se esté apagando la vida puede que vengan a la memoria esas cosas que se hacen para sentirse más aqui, en este mundo.

Ni sé si me leéis, ni sé porque a estas horas escribo esto, ni entiendo muy bien porque mañana me levantaré a las 06:30 para echar otra sesión a mis espaldas, pero tenía que escribir en éste mi diario, que hoy tengo más ganas que nunca de seguir adelante.

Así que, aunque no estaba en mis planes, me autocastigaré con otra media el mes que viene, esta totalmente rural, la de Miguelturra. Objetivo, echar un gusto dulce a tanto amargor.

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