RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 8 de agosto de 2011

SESIÓN DEL LUNES

Hace un rato que he llegado de mi sesión de entrenamiento, y comoquiera que estoy de vacaciones hasta el martes de la semana que viene, aquí estoy, apuntando lo hecho en mi cuaderno de bitácoras. El entrenamiento consistía en ir al Angel hacer la subida campo a través, bajar por el mismo sitio, rodear la falda por un camino que lleva al camino asfaltado de la Membrilla y coger otro camino paralelo hacia el aeródromo, rodear este por otro camino e ir dirección al camino del ratón, cruzar la carretera de la Solana, ira al cementerio, rodear este y volver por la carretera de San Carlos del Valle. Tiempo realizado 1 hora y cuatro minutos. Consistía en ir en progresión, comenzando suave, cargando las piernas con la cuesta (tiene un desnivel medio de un 18%) y una longitud de 650 metros, y a partir de ahí, ir cogiendo ritmo hasta alcanzar en algunos momentos los 4:20-4:30 el kilómetro.

Sensaciones: muy buenas, he ido en algunos momentos muy suelto y en la peor fase algo cargado, pero en general muy bien. Podría haber seguido otra hora a ese ritmo (o al menos eso es lo que sentía).

Ahora viene una semana atípica ya que mañana nos vamos a pasar unas días a la playa de Vera, Almería. Allí tenemos pensado salir mi mujer y yo a correr, al menos dos mañanas, si podemos tres, y aunque no sea un entrenamiento muy intensivo, dará igual, me he metido buena carga de trabajo en estos últimos días.

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