RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 2 de enero de 2018

DOMINGO 31: DEJA VU. CORRIENDO EN LA VÍA VERDE DE ZUHEROS COMO CASI 3 AÑOS ANTES

El sábado por la noche viajamos a Linares toda la familia. Haríamos noche allí y saldríamos por la mañana a Cabra, Córdoba, donde teníamos hotel para celebrar la Nochevieja en Doña Mencía. No madrugamos mucho y llegamos a nuestro destino a poco más de las 12 del mediodía. Así que decidimos irnos a comer a Zuheros, donde habíamos pasado el San Valentín de 2015 mi mujer y yo. Comimos en la plaza, al lado del castillo, algo ligero porque la idea era realizar una ruta senderista circular de unos 14 kilómetros, pero a última hora desistimos y fuimos a ver la Cueva de los Murciélagos, muy bonita, por cierto. Tras esta visita, todavía quedaba tarde para realizar alguna actividad, así que se me ocurrió dejar a Inés y a Merche en un punto del camino de una ruta que hicimos aquel día de San Valentín; la idea es que ellas fueran andando por la vía verde hasta la rotonda de Doña Mencía, y que yo fuese con el coche hasta dicho punto, aparcara y Jorge y yo fuésemos en sentido contrario corriendo y realizando el circuito corriendo, hasta alcanzarlas. Eso hicimos. El ritmo de carrera con mi hijo estuvo marcado por la ropa que yo llevaba (pantalón largo de chandal y sudadera que me molestaba al bracear, y por el pique con mi hijo, pero en la cuesta hasta subir a la vía verde se lo pensó dos veces y bajó el ritmo. Ya en la vía verde lo pasó regular hasta que a poco más de un kilómetro del coche alcanzamos a Inés y a Merche. Como sólo llevábamos algo más de 6 kilómetros corridos yo continué hasta la rotonda, luego regresé hasta volver a alcanzarles y por último fui dando un corto paseo con ellos. 

No fue gran cosas, pero al menos me sirvió para mover un poco el cuerpo y hacer un poco de hueco en el estómago teniendo en cuenta la copiosa cena que tocaba.

Llegó la Nochevieja y un taxi nos trasladó a Doña Mencía hasta Cabra. La velada fluyó muy bien, con una estupenda cena amenizada con mariachi, y tras la cena y las 12 uvas un baile donde por primera vez en nuestra historia, bailamos los cuatro. A las 4 de la madrugada regresábamos en taxi a nuestro hotel. Habíamos aprovechado convenientemente el último día del año.


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