Había descansado el jueves debido a un tema laboral, así que el viernes me eché los bártulos de correr en el mochila para correr en la hora de la comida allá en Manzanares. Y eso hice, pero con 37 grados está caro correr. Conseguí hacer 9,5 kilómetros bien sufridos y sin buenas sensaciones, pero lo hice sin caerme redondo. Merche descansó, como había hecho el jueves, por lo que su final de semana ha sido bastante flojo, pero ha andado demasiado líada con temas laborales y con algún problemilla médico de la peque.
Había terminado una semana muy pobre, pero marcada por las circunstancias. Algo más de 54 kilómetros en mi caso y 43 si hablamos de mi mujer. Seguro que a mi padre le gustaría verme corriendo, justamente lo que estoy haciendo, porque la vida sigue, así que ahora tocará entrenar duro para dedicarle una buena maratón en Valencia.
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