RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 15 de julio de 2017

DOMINGO 2: OTRA TIRADILLA INTERESANTE EN CURICÓ

El sábado por la tarde me atreví a coger el coche e ir a la precordillera, y me acerqué tanto a la cordillera nevada (llegué a la zona de Potrero El Grande) que me asusté y dí media vuelta teniendo en cuenta que la tarde se convertía en noche y no sabía muy bien dónde me estaba metiendo. Estas son algunas fotos:















Y tras un estupendo baño relajante con estupenda música en la piscina climatizada del hotel, que estaba toda a mi disposicíon sin más compañía que la de mi soledad, cené fabulosamente y me acosté con la idea de volver a salir a correr de nuevo y de esta forma aprovechar el fin de semana a sabiendas que en los siguientes días poco podría entrenar.

Y así fue, al día siguiente marqué una ruta por las cercanías de Curicó, sin alejarme. 


















Partí por La Alameda, hacia el Norte, bordeé por una avenida hacia el Este y cogí la vía de servicio de la Longitudinal Sur, lo que viene siendo como la Autovía IV en Valdepeñas. La recorrí hasta aparecer por la Alameda pero en su parte Sur y tras recorrer esta pasando por delante del Hotel Diego de Almagro, donde me hospedaba, subí el Cerro Condell y bajé para regresar sobre mis pasos desde el norte hasta el hotel.

12,6 kilómetros hechos a ritmo constante que me sentaron muy bien; entreno más exigente que el del día anterior. Eso sí, tal y como había ocurrido el sábado, no me crucé con nadie corriendo, sólo con ciclistas. Parece que lo de la moda del running no ha invadido las calles chilenas aún.


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