RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 25 de octubre de 2016

LUNES 24: EN EL PARQUE QUERIENDO VOLAR Y VIENDO MIS LIMITACIONES

No hallé mucha motivación para salir a correr el lunes, aunque bien es cierto que le estoy poniendo intención, y esto es una propiedad que acompaña muchas veces a la activación necesaria para realizar algo. El caso es que se había quedado una tarde noche magnifica para correr después de haber llovido durante gran parte del día, pero al llegar a casa del trabajo me dí cuenta que no tenía cargada la batería del frontal (descargado días antes). Así que este hecho condicionó la ruta elegida para mi sesión, reduciéndose las posibilidades a pocas alternativas: la elegida fue el Parque Cervantes, donde tocaba apretar un poquitín las tuercas haciendo series de 650 metros con recuperaciones activas al trote de otros 350 metros. Fui calentando hasta allí y las sensaciones no fueron de 10 ni mucho menos, me sentía "como aturullado" sin fluidez, y ya conozco bien esa sensacíon que es la antesala a un entreno sin chispa. Me puse a realizar la primera serie y efectivamente, las zancadas salían como por obligación y por ello costaba llevar un ritmo uniforme y adecuado, así que la primera no me dejó contento ni mucho menos; tras la recuperación me sentí más predispuesto a repetir pero el hecho de ir cruzándome con un atleta valdepeñero que goza de menos años y una forma mil veces mejor que la mía no me ayudó mucho, puesto que desde ese momento sabía que iba a medir los puntos de encuentro con dicho atleta, al cual se le veía con zancada corta, sin forzar y pese a todo con buen ritmo. Pues bien, el hecho de no quedarme en evidencia conmigo mismo me hizo apretar un poquitín los dientes sólo con el objetivo de que el otro chaval no me ganara terreno en los cruces, algo que sí ocurrió en las tres primeras series, pero que en la cuarta y quinta conseguí realizar vueltas más rápidas, a costa de dejarme parte de mis piernas en el intento. Por tanto terminé con una doble sensación contrapuesta: por un lado sintiendo que había cumplido con lo que quería, realizar un entreno intenso en el que consiguiera subir las revoluciones y forzarse el tren superior y pero por otra me quedó la evidencia de que estoy viejuno y soy muy malo porque "el otro" se quedó dando infinitas vueltas al recinto en lo que parecía un rodaje de disfrute para él.

La vuelta a casa la hice dando un rodeo por mi antiguo trabajo, Mostos Internacionales s.a., trabajo que de alguna forma no he abandonado aún, y si no que se me lo digan a mi despacho. El paso por las viejas instalaciones que hace unos meses fueron vendidas a una importante empresa bodeguera me hizo pensar en la decadencia de las cosas y por extensión en la decadencia de las personas. Estos pensamiento nos sumaron en positivo, así que llovió sobre mojado. Pero en fín, unos 8,4 kilómetros que aportaron intensidad. En descargo de la negatividad algunas notas positivas: me sentí bien estirando y de alguna forma me siento optimista en cuanto a lo que se me viene encima, que no sólo es el reto compartido de la Doñana Trail, sino que es, sobre todo, el verme corriendo nuevamente una maratón a tope, y esa cita la tengo en Castellón en febrero.


No hay comentarios :

Publicar un comentario