RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 15 de septiembre de 2016

MARTES 6: DOBLANDO PARA CURARME DEL DESCANSO DEL LUNES

El entreno del domingo me dejó regular, tanto que el lunes decidí tomarme un descanso para lograr recuperarme; bueno, eso y que tocaba impartir curso en Campo de Criptana y o bien corría por la mañana bien temprano antes del curre de Manzanares o bien al mediodía, así que ni una ni otra, descanso. Por tanto el martes tocaba recuperar el terreno perdido, ¡y bien que lo recuperé!. Madrugué para irme a correr cuando recién salía al Astro Rey, pero ya no sale tan temprano, así que no me quedaba mucho tiempo si quería llegar a tiempo a mi trabajo. Fuí a buen ritmo y bastante suelto, ¡sorprendetemente suelto!, pasé por el Parque Cervantes y cogí la Circunvalación. Da gusto cuando notas como las piernas van medio solas, y aunque parezca que se me ha olvidado, da gusto comprobar como la ya no estoy lesionado de la pubalgia. Finalmente tomé la Avenida del Labrador, que así creo que se llama, al menos vulgarmente y aparecí por el "Canal" la canalización que se hizo en 1980 a raiz de las inundaciones del 1 de Julio de 1979 que se cobraron en mi pueblo la friolera de 21 vidas. Por último subí superbien por la Calle Seis de Junio, allá donde los franceses se las vieron y se las desearon para atravesar Valdepeñas en 1808, y fruto de aquel retraso provocado por los valerosos valdepeñeros, se dice (lo dice Benito Perez Galdós y el General Castaños entre otros) acabaron perdiendo la Batalla de Bailén por no llegar los refuerzos a tiempo; eso tuvo un coste para mi pueblo, un montón de muertos y el 20% de casas quemadas por el ejercitó galo. Y por fín bajé por la Avenida Gregorio Prieto, en honor de nuestro famoso pintor, pasé por el "Molino más grande del mundo", al menos eso reza en el cartel y terminé llegando a mi casa. He de decir que durante los 8 kilómetros que duró la rutilla no pensé en todas estas vicisitudes históricas, lo estoy pensando ahora, mientras escribo.

Pero como no tuve bastante, tras el trabajo de Manzanares esperé a mi mujer y juntos nos fuimos a correr al parque. No quería hacer mucho, pero nos encontramos allí a Juan Crespo, gran corredor, que estaba descalentando, en plena preparación de su Maratón de Amsterdam, en octubre (a buen seguro que si lo sabe hacer se marca un 2:42 o algo así). Fuimos charlando los tres, y lo hicimos a buen ritmo, tanto es así que veía a mi mujer bien esmerada en llevar la cadencia; cinco vueltas bastaron para decidir que era hora de recogerse, así que nos fuimos para casa sin relajarnos mucho. Total, otros 8 kilómetros al zurrón, por lo que podíamos decir que el día había sido fructífero.


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