RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 1 de septiembre de 2016

DOMINGO 28: CORRIENDO EN LINARES. LOS MALES QUE EL TIEMPO DEJA

El sábado por la tarde fuimos a Linares para recoger a Inés que se había quedado una semana con los abuelos. Aprovechando que era la feria del pueblo de mi mujer pudimos salir por la noche a disfrutar de la misma. El día había quedado un poco marcado con los problemas mecánicos de nuestro Toyota Avensis, que a sus 255.000 kilómetros había decidido quejarse y el motor nos fue avisando a la ida de que algo no funcionaba bien. Pensé que lo mismo le pasa a las personas, cuando la armonía va siendo rota por el paso del tiempo y comienzan los problemas, al principio esporádicos para luego ser definitivos. Pero no nos pongamos tan negativos: le domingo por la mañana tocaba salir a descalentar y Merche no estaba muy por la labor, así que con un calor considerable salí cuando ya se acercaba el mediodía. Tomé el Camino Finlandia, luego la vía verde, para cuando me quedaban 3,5 kilómetros de vía coger la cuesta hacia el Camino de Vilches y llegado al cruce con el mismo continuar la vía hacia la circunvalación (me lo conozco de las tiradas hechas hacia el Pantano de las Fernandinas). Hacía tanto calor que me tuve que parar a refrescarme con el agua de riego de olivos que algún agricultor me dejó gustosamente. Pero por lo demás me sentía bien, poderoso. Las piernas iban, y como a mi me gusta, un pelín cargadas. Cogí una vía que discurría entre barandas de madera y que llevaba a la Santana, como luego descubrí, pasé por el campo de fútbol y tras esto casi por la puerta del antiguo domicilio de mis suegros, donde acabé despidiendo a mi mujer hace 15 años y medio la noche del primer día que la conocí. Subí hasta San José y de ahí al Camino Úbeda. Una buena tirada, y con mucho calor, que sumaba 13,5 kilómetros a los nada desdeñables 34,5 del día anterior. Sin duda había comenzado la semana con mucho brío.

A la vuelta a casa el coche siguió dando problemas, y como hemos podido comprobar, le ha llegado su primera gran enfermedad. El comienzo de su declive: avería que a punto ha estado de truncar nuestra relación definitivamente, pero que al final le daremos una segunda oportunidad.

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